Las lágrimas de Diana pronto se derramaban ahora, y cada gota era como ácido ardiente para Enzo. Le dolía el corazón al ver a su esposa llorar con tristeza.

Suavemente, secó las lágrimas del rostro de Diana, pero no dijo una palabra. En este momento, no sabía qué decirle. No tenía idea de qué la haría sentir mejor o qué la consolaría. Todas las palabras parecían inútiles en este momento.

Diana apretó sus manos y dijo —No quiero que es mujer haga daño a nuestro hijo otra vez.

Diana en sus brazos se atragantó. Ella estaba muy asustada y Enzo estaba dolido y frustrado por no atrapar a una simple mujer —Diana haré todo lo necesario para que estés bien lo prometo.

Diana asintió con la cabeza en silencio y dijo nuevamente después de una pausa —Podemos regresar a Casa

Diana ya no se sentía segura en aquel lugar.

Enzo entonces dijo —Está bien.

Diana solo se quedó en la fiesta por un corto tiempo antes de irse, se despidió de Alessandro y de su familia y se fue con Enzo.

El automóvil condujo d