Los días ahora son más tranquilos y productivos en la pastelería, Karen y Diana, hoy reclutaron a un pequeño personal para poder expandir su negocio, por lo que Diana estos días ha estado muy ocupada.

Al aproximarse las seis de la tarde, era la hora de cerrar.

—Karen puedes regresar a casa, yo me encargaré de ver si ya entregamos todos los pedidos, además debes de estar agotada por todos los pasteles que horneaste.

—De acuerdo, vendré mucho más temprano mañana, cuídate.

Diana una vez más se quedó en la pastelería solo para trabajar hasta tarde y ella era la única que quedaba en la pastelería.

En la tranquila habitación, sonó su teléfono celular, Diana lo tomó y contesto —¿Hola?

—Soy yo —La voz magnética del hombre llegó a través del celular.

Diana miró el número de teléfono y sonrió ligeramente —¿Qué ocurre Enzo?

—Baja, mi hijo y yo estamos en la recepción.

La voz de Enzo era fría y autoritaria, lo que le hizo preguntarse a Diana la razón del enfadó de Enzo —¿Por qué están ustedes aqu