"¡Ustedes!", gritó William.

William Bell estaba perplejo, no podía creerlo.

Realmente no podía creer que sus amigos, en los que confiaba, utilizaran formas como esta para obligarlo a decir la verdad...

"¡Rápido, agárrenlo!", ordenó uno de los Silva.

Al momento siguiente, William perdió la esperanza; cerró los ojos con fuerza y se tiró de espaldas al río.

En su impotencia, esta fue su única opción. No tenía otra salida.

Después de ver todo el vídeo, la cara de Harvey York se había tornado tan oscura como la noche.

¡Bam!

Harvey golpeó con su puño una taza de té que tenía a su lado.

La taza de té, hecha de mármol sólido, se hizo añicos por el golpe. El sonido de los pedazos cayendo al suelo, causaba temor.

El aura asesina de Harvey seguía intacta. En ese momento, incluso la habitación parecía haberse vuelto más fría.

Harvey nunca pensó que a William le ocurriría algo así, durante los últimos 3 años que no estuvo en Buckwood.

Y para defender su terreno, William no se dejó forza