Lo que fuera que su hijo había dicho no estaba bien. Debía de haber escuchado mal, debía de haber entendido mal sus palabras porque su hijo no podría estar más loco. Esa mujer le había dejado mal, muy mal. — ¿Qué diablos estás diciendo? Por favor, Julio, no seas imbécil. —Mamá, ¿no entiendes que aquella mujer que ahora mi hermano no se está presentando como su esposa es…? Mamá, el nombre de esa mujer, Teresa es la misma mujer que dio a luz a mi hijo, su nombre no es Teresa, su nombre es Mercedes. Yo soy quien tomó a Mercedes a la fuerza, ella tuvo un hijo mío, ella no es Teresa, mamá, por favor, tienes que detenerlo, tienes que hacer a que esa mujer regrese conmigo. Yo tengo a su hijo. Yo soy el padre de esa criatura, tenemos que ser la familia que yo siempre quise tener con ella, mamá, tienes que hacer algo —decía su hijo cada vez más rápido. Ni siquiera se daba un segundo para poder respirar y pensar en las palabras que estaban saliendo de su boca.Eran tantas cosas las que Emilia
Ahora que Mercedes estaba sola, por fin tuvo la oportunidad de sonreír mientras se llevaba sus dedos hasta los labios que aquel hombre había besado. No podía creer que después de tanto tiempo finalmente, había conocido el sabor de tales, había sido más de año y medio conviviendo con él, se habían casado, hacía no mucho. Mercedes mejor que nadie sabía cuál era su papel con Willy pero nunca pensó que tal vez la hiciera sentir todo eso en su corazón. Ella no podía estar enamorada de él y sin embargo, se había enamorado quién sabe cuándo, quizá cuando lo tuvo de cerca ayudándolo a ponerse de pie, o cuando lo vio sonreír por cada paso que comenzaba a dar, o cuando lo ayudó a comer, o cuando lo motivó, o cuando sentía el mismo Willy que no podía pero estuvo Mercedes ahí para él. No lo sabía pero si de algo estaba segura era que Willy no tenía espacio en su corazón para sentir amor, ¿por qué ella debía de sentirlo entonces?Fuera lo que fuera que ella estaba sintiendo debía de ocultarla de u
En una de las camionetas que solo podía pertenecer a un hombre como lo era Willy, bajó Teresa y el mismo Willy. Estaban en el mismo plan y nada debía de fallar, llevaban tanto tiempo planeando cada paso que darían para poder acercarse de nuevo a lo que fue su vida y a todo eso que le perteneció a Willy por un momento. Por supuesto que todos los accionistas que en un principio no supieron creer en Willy, ahora se daban cuenta del daño que se habían hecho a sí mismos, no era que Julio fuera una persona que no supiera llevar la empresa pero al menos, si era una persona que lideraba hasta el grado de ser un tirano, anteponer sus ideales cuando la realidad era que la persona que estaba detrás de Julio era su propia madre. Solo una mujer como ella podía ser capaz de todo eso. Solo una mujer como ella, con esa fuerza podía ser capaz de liderar de esa manera sin que nadie se diera cuenta.—¿Estás lista? —Preguntó Willy mientras tomaba su mano para que ella pudiera enredarla en su brazo.Teres
Las lágrimas se habían hecho en los ojos de Teresa en el momento en que dio con aquel pequeño. Era tan divino, sonreía a sus padres, se divertía con ellos. La ropa que usaba era digna de un hermoso bebé como solo lo sería él.Poco a poco, Teresa fue perdiendo la noción del tiempo y del mundo a su alrededor. Estaba completamente encantada por aquel pequeño en brazos de Estela y que después pasó a ser de Julio. Él también sonreía junto a su hijo.Los pasos de Teresa no fueron medidos más. Estaba realmente encantada por aquel pequeño, a punto de llorar, era como si ese niño produjera un sentimiento extraño en su interior.—Dios mío, es tan hermoso —dijo ella casi en un susurro.Willy solo la vio actuar, sabía perfectamente que la razón por la que actuaba así era por el bebé que tenía frente a ella. El bebé que él no había logrado encontrar todavía y que era su hijo.—¿Lo quieres cargar? —Preguntó Estela.Los ojos llenos de lágrimas captaron la atención de Estela como para hacerle tal ofr
TRES DÍAS DESPUÉS En aquel centro comercial, justo donde la gente no sabía con quién estaban tratando y a quien veían pasar, Willy, Renato, Teresa junto con su amiga Luna, se paseaban. El plan llegaba a su máximo esplendor.Mientras caminaban de un lugar a otro, ellos platicaban de todo el cambio que venía. Luna no podía pensar en tanto, pues Willy quería darles solo un año para que ellas pudieran regresar a la vida que siempre fue suya. Quizá la llave a aquella puerta que buscaba que ella abriera estaba en una sola noticia, una noticia que pronto alguien más le iba a dar. —Comparemos vestidos de marca. Compraremos muchas joyas, simplemente serás otra persona —dijo Teresa a su amiga Luna.— ¿Por qué tu empeño en que sea alguien más?En ese momento en que Luna la confrontaba se dio cuenta que Willy estaba queriendo algo más con ellas. Algo que no podía ser saludable en ese mundo pues Luna también tomaría un papel ahí.— ¿Y qué hay de tu hijo? —susurró Luna cerca de su amiga —. No
Mientras Emilia seguía leyendo y viendo aquellos documentos, se dio cuenta de algo que nunca creyó podía ser cierto porque desde un punto de vista desconocido, la historia, la parte faltante en la vida de Mercedes.En el folder, Emilia fue encontrando lo que había pasado a ser de la tal mujer llamada Mercedes por el solo hecho de conservar los documentos confidenciales que la misma Emilia tenía en sus manos.Un hombre, antes de morir y que eran los mismos que avalaban como dueño a la persona que los tuviera en una cama.Eran más de veinte documentos, los recuerdos vinieron a la mente de alguien desconocido mientras sacaba uno por uno y lo leía.Para ese momento el señor Miranda ya se encontraba un poco mal, las primeras enfermedades y padecimientos de una persona ya mayor comenzaron a hacerse presente en su cuerpo. Sabiendo perfectamente lo enamorada que estaba su hija de aquella carrera que ese hombre al final, detestaba. Estando en la cama pues acababa de ser víctima de un paro car
Ella suspiró justo antes de volver a darle una mirada al folder con los documentos. Era momento de descubrir toda la verdad. —Esto no termina aquí, querido —le dijo Emilia al momento que se levantaba de su lugar.—¿Sí, señora? Dígame qué tengo que hacer.—Todo lo que tienes que hacer es encontrar a aquella mujer que fue parte del plan de ese tal Gonzalo y que esté dispuesta a firmar el documento. —DijoEl hombre sonrió. — ¿Y cree que eso es tan sencillo? Señora, necesitamos ofrecer diario.—Debe de ser así y lo tendrás pero por tu bien que debe de ser así. Te recuerdo que este negocio es muy importante mí, yo voy a ser la dueña de esa maldita mina me cueste lo que me cueste. Encuentra esa mujer, que ponga su maldita firma en los papeles y mátala, así de sencillo. Después hablaremos con mi otro hijo para saber qué se trae él entre manos.Todo quedó en silencio por un momento, la historia que Emilia había leído era tan complicada hasta ese momento.— ¿Qué me tienes que decir ante eso?
Pero de la misma manera que él había hecho, alguien llegaba para interrumpir aquel momento donde se daba cuenta que en la vida, jamás se había sentido de esa manera.—Teresa—, nombró acercándose a ella despacio.— ¿Señor Rocha? —Una tercer voz lo llamó.Solo eso le faltaba. Todo parecía ser parte del karma de no haber dejado que el otro hombre le dijera a Teresa lo que sentía.— ¿Qué? —Preguntó molesto.—Señor Rocha, en la entrada está su madre, la señora Emilia está afuera. Está esperando por usted.Teresa volteó a ver a Willy. No sabía de qué se trataba eso pero ya Willy podía saber que ni era nada bueno.Y como lo había dicho la mujer, ya en el pasillo se podía escuchar los pasos fuertes de la señora de Rocha. No tardó ni tres segundos en hacer su aparición frente a los ojos de los dos.—Willy, hijo —suspiró Willy al encontrarlo con su esposa, o más bien, la mujer que no era más que una impostora como lo serían todas, todas las que podían estar en el mismo juego.Willy solo la miró