TRES DÍAS DESPUÉS En aquel centro comercial, justo donde la gente no sabía con quién estaban tratando y a quien veían pasar, Willy, Renato, Teresa junto con su amiga Luna, se paseaban. El plan llegaba a su máximo esplendor.Mientras caminaban de un lugar a otro, ellos platicaban de todo el cambio que venía. Luna no podía pensar en tanto, pues Willy quería darles solo un año para que ellas pudieran regresar a la vida que siempre fue suya. Quizá la llave a aquella puerta que buscaba que ella abriera estaba en una sola noticia, una noticia que pronto alguien más le iba a dar. —Comparemos vestidos de marca. Compraremos muchas joyas, simplemente serás otra persona —dijo Teresa a su amiga Luna.— ¿Por qué tu empeño en que sea alguien más?En ese momento en que Luna la confrontaba se dio cuenta que Willy estaba queriendo algo más con ellas. Algo que no podía ser saludable en ese mundo pues Luna también tomaría un papel ahí.— ¿Y qué hay de tu hijo? —susurró Luna cerca de su amiga —. No
Mientras Emilia seguía leyendo y viendo aquellos documentos, se dio cuenta de algo que nunca creyó podía ser cierto porque desde un punto de vista desconocido, la historia, la parte faltante en la vida de Mercedes.En el folder, Emilia fue encontrando lo que había pasado a ser de la tal mujer llamada Mercedes por el solo hecho de conservar los documentos confidenciales que la misma Emilia tenía en sus manos.Un hombre, antes de morir y que eran los mismos que avalaban como dueño a la persona que los tuviera en una cama.Eran más de veinte documentos, los recuerdos vinieron a la mente de alguien desconocido mientras sacaba uno por uno y lo leía.Para ese momento el señor Miranda ya se encontraba un poco mal, las primeras enfermedades y padecimientos de una persona ya mayor comenzaron a hacerse presente en su cuerpo. Sabiendo perfectamente lo enamorada que estaba su hija de aquella carrera que ese hombre al final, detestaba. Estando en la cama pues acababa de ser víctima de un paro car
Ella suspiró justo antes de volver a darle una mirada al folder con los documentos. Era momento de descubrir toda la verdad. —Esto no termina aquí, querido —le dijo Emilia al momento que se levantaba de su lugar.—¿Sí, señora? Dígame qué tengo que hacer.—Todo lo que tienes que hacer es encontrar a aquella mujer que fue parte del plan de ese tal Gonzalo y que esté dispuesta a firmar el documento. —DijoEl hombre sonrió. — ¿Y cree que eso es tan sencillo? Señora, necesitamos ofrecer diario.—Debe de ser así y lo tendrás pero por tu bien que debe de ser así. Te recuerdo que este negocio es muy importante mí, yo voy a ser la dueña de esa maldita mina me cueste lo que me cueste. Encuentra esa mujer, que ponga su maldita firma en los papeles y mátala, así de sencillo. Después hablaremos con mi otro hijo para saber qué se trae él entre manos.Todo quedó en silencio por un momento, la historia que Emilia había leído era tan complicada hasta ese momento.— ¿Qué me tienes que decir ante eso?
Pero de la misma manera que él había hecho, alguien llegaba para interrumpir aquel momento donde se daba cuenta que en la vida, jamás se había sentido de esa manera.—Teresa—, nombró acercándose a ella despacio.— ¿Señor Rocha? —Una tercer voz lo llamó.Solo eso le faltaba. Todo parecía ser parte del karma de no haber dejado que el otro hombre le dijera a Teresa lo que sentía.— ¿Qué? —Preguntó molesto.—Señor Rocha, en la entrada está su madre, la señora Emilia está afuera. Está esperando por usted.Teresa volteó a ver a Willy. No sabía de qué se trataba eso pero ya Willy podía saber que ni era nada bueno.Y como lo había dicho la mujer, ya en el pasillo se podía escuchar los pasos fuertes de la señora de Rocha. No tardó ni tres segundos en hacer su aparición frente a los ojos de los dos.—Willy, hijo —suspiró Willy al encontrarlo con su esposa, o más bien, la mujer que no era más que una impostora como lo serían todas, todas las que podían estar en el mismo juego.Willy solo la miró
El mundo a su alrededor podía desaparecer en ese mismo momento porque no era contra ellos con quienes tenía ese sentimiento de venganza, era contra solo esa persona que no estaba ahí para recibirla.—Buen día, señora de Rocha —habló uno de los hombres accionistas con los que Teresa llegaba.—Teresa Villanueva—corrigió ella.Todo mundo a su alrededor no supo hacer otra cosa más que mirarse entre sí.—Puedo hacer valer mi nombre por mí misma, no necesito del apellido de mi esposo. ¿Y dónde se encuentra el señor Julio Rocha? ¿Me equivoqué de fecha y no era hoy la junta más importante que tendríamos? —Señora Villanueva, sucede que el señor Julio Rocha no ha llamado incluso para decir que va a cancelar la junta, le hemos intentado marcar una y mil veces.— ¿Un desaire? No me gusta ser desairada.—No, por supuesto que no. Seguiré intentando comunicarme con él.Teresa suspiró. Solo eso le faltaba.Veía a su alrededor al mundo correr pues todos ahí sabían lo que el poder de los Rocha pod
Devuelta a uno de los pasillos, donde sentía Teresa que era su lugar en lo que llegaba su marido. No pudo separarse del lugar donde sentía que necesitaba estar más que nunca.Y siendo de esa manera, se quedó esperando mientras Julio y Emilia habían ido a algún a firmar ciertas autorizaciones para que procedieran con el pequeño. Fue en ese momento que alguien, levantando la voz llamó su atención.—Ya te lo he dicho antes —dijo una voz femenina.—No, no entiendo, ¿cómo que ya me lo has dicho antes? ¿No te das cuenta mamá que si ella está aquí es porque en el interior verdaderamente siente algo por ese niño?—¿Hasta cuándo te vas a atrever a callarte? Esto no es algo de lo que puedes ir hablando por ahí.—Yo le hice daño a esa mujer.—No, tú no hiciste nada. Tú no dijiste, ni le hiciste nada.—Ella es Mercedes. Ella es la mujer a la que siempre quise para mí.—Cállate.Teresa se acercó un poco más mientras se escondía en la columna. Ahora Julio declaraba que siempre estuvo obsesionado co
Desde que Julio llegó de emergencia al hospital, los doctores acudieron a él de un momento a otro, casi sin preguntar nada, solo encargándose del pequeño y era momento en que no le decían nada claramente.—Por favor, salven a mi hijo, díganme qué es lo que tiene. —Dijo Julio realmente preocupado al doctor que ya había ido más de tres veces con él.Si su hijo se iba de este mundo, él no iba a ser capaz de sobrevivir después de todo lo que había hecho. Su hijo era lo único que lo mantenía sujeto a la vida. Su hijo y nadie más porque sabía que después de todo eso, iba a ser casi imposible que él pudiera vivir con aquel demonio de su madre. Prefería estar muerto antes que vivir con ella por el resto de su vida.— ¿Qué tiene mi hijo? ¡Mi hijo, sálvenlo!Los doctores no parecían tener la intención de hablar con Julio, solo parecían comunicarse entre ellos y ya, no había más.Llevándose las manos a la cabeza, Julio se sentó en la banca de espera por incontable vez. Estaba llorando, no p
El tiempo pasó a ser parte de un todo, los días, las decisiones tomadas, los sentimientos que bullían, la mirada que Willy ahora le entregaba a la mujer que poco a poco se reponía. Días que no pasaron en vano para aquellos que seguían jugando con fuego en un infierno que ya no sería de ellos.—Lo siento mucho, señor pero será mejor que mantenga a su hijo fuera de donde los problemas de los padres puedan afectarle, su corazón es muy débil y una operación a corazón abierto le haría mucho daño, no tenemos la certeza de que estará bien, de que vivirá. Su corazón es frágil, no lo deje a la deriva —dijo el doctor a Julio después de días de tantas pruebas para que al final le dijeran que el corazón del pequeño niño no era tan sano como todos quisieron pensar en un momento dado.¿Qué había de aquella que había abierto el infierno? ¿Era cierto que en verdad su hijo no le importaba? Había madres que hacían el mal porque eso era lo que su corazón dictaba pero nunca dejando de amar a sus h