Ella suspiró justo antes de volver a darle una mirada al folder con los documentos. Era momento de descubrir toda la verdad. —Esto no termina aquí, querido —le dijo Emilia al momento que se levantaba de su lugar.—¿Sí, señora? Dígame qué tengo que hacer.—Todo lo que tienes que hacer es encontrar a aquella mujer que fue parte del plan de ese tal Gonzalo y que esté dispuesta a firmar el documento. —DijoEl hombre sonrió. — ¿Y cree que eso es tan sencillo? Señora, necesitamos ofrecer diario.—Debe de ser así y lo tendrás pero por tu bien que debe de ser así. Te recuerdo que este negocio es muy importante mí, yo voy a ser la dueña de esa maldita mina me cueste lo que me cueste. Encuentra esa mujer, que ponga su maldita firma en los papeles y mátala, así de sencillo. Después hablaremos con mi otro hijo para saber qué se trae él entre manos.Todo quedó en silencio por un momento, la historia que Emilia había leído era tan complicada hasta ese momento.— ¿Qué me tienes que decir ante eso?
Pero de la misma manera que él había hecho, alguien llegaba para interrumpir aquel momento donde se daba cuenta que en la vida, jamás se había sentido de esa manera.—Teresa—, nombró acercándose a ella despacio.— ¿Señor Rocha? —Una tercer voz lo llamó.Solo eso le faltaba. Todo parecía ser parte del karma de no haber dejado que el otro hombre le dijera a Teresa lo que sentía.— ¿Qué? —Preguntó molesto.—Señor Rocha, en la entrada está su madre, la señora Emilia está afuera. Está esperando por usted.Teresa volteó a ver a Willy. No sabía de qué se trataba eso pero ya Willy podía saber que ni era nada bueno.Y como lo había dicho la mujer, ya en el pasillo se podía escuchar los pasos fuertes de la señora de Rocha. No tardó ni tres segundos en hacer su aparición frente a los ojos de los dos.—Willy, hijo —suspiró Willy al encontrarlo con su esposa, o más bien, la mujer que no era más que una impostora como lo serían todas, todas las que podían estar en el mismo juego.Willy solo la miró
El mundo a su alrededor podía desaparecer en ese mismo momento porque no era contra ellos con quienes tenía ese sentimiento de venganza, era contra solo esa persona que no estaba ahí para recibirla.—Buen día, señora de Rocha —habló uno de los hombres accionistas con los que Teresa llegaba.—Teresa Villanueva—corrigió ella.Todo mundo a su alrededor no supo hacer otra cosa más que mirarse entre sí.—Puedo hacer valer mi nombre por mí misma, no necesito del apellido de mi esposo. ¿Y dónde se encuentra el señor Julio Rocha? ¿Me equivoqué de fecha y no era hoy la junta más importante que tendríamos? —Señora Villanueva, sucede que el señor Julio Rocha no ha llamado incluso para decir que va a cancelar la junta, le hemos intentado marcar una y mil veces.— ¿Un desaire? No me gusta ser desairada.—No, por supuesto que no. Seguiré intentando comunicarme con él.Teresa suspiró. Solo eso le faltaba.Veía a su alrededor al mundo correr pues todos ahí sabían lo que el poder de los Rocha pod
Devuelta a uno de los pasillos, donde sentía Teresa que era su lugar en lo que llegaba su marido. No pudo separarse del lugar donde sentía que necesitaba estar más que nunca.Y siendo de esa manera, se quedó esperando mientras Julio y Emilia habían ido a algún a firmar ciertas autorizaciones para que procedieran con el pequeño. Fue en ese momento que alguien, levantando la voz llamó su atención.—Ya te lo he dicho antes —dijo una voz femenina.—No, no entiendo, ¿cómo que ya me lo has dicho antes? ¿No te das cuenta mamá que si ella está aquí es porque en el interior verdaderamente siente algo por ese niño?—¿Hasta cuándo te vas a atrever a callarte? Esto no es algo de lo que puedes ir hablando por ahí.—Yo le hice daño a esa mujer.—No, tú no hiciste nada. Tú no dijiste, ni le hiciste nada.—Ella es Mercedes. Ella es la mujer a la que siempre quise para mí.—Cállate.Teresa se acercó un poco más mientras se escondía en la columna. Ahora Julio declaraba que siempre estuvo obsesionado co
Desde que Julio llegó de emergencia al hospital, los doctores acudieron a él de un momento a otro, casi sin preguntar nada, solo encargándose del pequeño y era momento en que no le decían nada claramente.—Por favor, salven a mi hijo, díganme qué es lo que tiene. —Dijo Julio realmente preocupado al doctor que ya había ido más de tres veces con él.Si su hijo se iba de este mundo, él no iba a ser capaz de sobrevivir después de todo lo que había hecho. Su hijo era lo único que lo mantenía sujeto a la vida. Su hijo y nadie más porque sabía que después de todo eso, iba a ser casi imposible que él pudiera vivir con aquel demonio de su madre. Prefería estar muerto antes que vivir con ella por el resto de su vida.— ¿Qué tiene mi hijo? ¡Mi hijo, sálvenlo!Los doctores no parecían tener la intención de hablar con Julio, solo parecían comunicarse entre ellos y ya, no había más.Llevándose las manos a la cabeza, Julio se sentó en la banca de espera por incontable vez. Estaba llorando, no p
El tiempo pasó a ser parte de un todo, los días, las decisiones tomadas, los sentimientos que bullían, la mirada que Willy ahora le entregaba a la mujer que poco a poco se reponía. Días que no pasaron en vano para aquellos que seguían jugando con fuego en un infierno que ya no sería de ellos.—Lo siento mucho, señor pero será mejor que mantenga a su hijo fuera de donde los problemas de los padres puedan afectarle, su corazón es muy débil y una operación a corazón abierto le haría mucho daño, no tenemos la certeza de que estará bien, de que vivirá. Su corazón es frágil, no lo deje a la deriva —dijo el doctor a Julio después de días de tantas pruebas para que al final le dijeran que el corazón del pequeño niño no era tan sano como todos quisieron pensar en un momento dado.¿Qué había de aquella que había abierto el infierno? ¿Era cierto que en verdad su hijo no le importaba? Había madres que hacían el mal porque eso era lo que su corazón dictaba pero nunca dejando de amar a sus h
Todo estaba dicho. Teresa había tomado una decisión, Emilia seguía moviéndose en sus nuevos negocios, mientras por fin podía sentirse libre. Pero, ¿qué había de Julio?En la mente de Julio se había quedado claramente la manera en la que su madre Emilia había solo dado su adiós, sin importarle nada.—Creo que la hora de irnos ha llegado —, dijo Julio al ver a Emilia en la sala de espera bebiendo como siempre lo hacía.Todo lo que sus ojos podían ver era a un demonio.—Mi hijo y yo estaremos viviendo en Suecia por un tiempo, si las cosas van bien no habrá necesidad de buscar suerte en ningún otro lado. Madre, si algún día sientes que necesitas de tu hijo o de tu nieto, no dudes que estaremos ahí para escucharte.Emilia sonriendo los volteó a ver. — ¿Estás seguro que serás capaz de cuidar de tu hijo cuando no pudiste cuidar de ti mientras yo te lo daba todo?Julio se puso nervioso. No quería que su hijo escuchara más de lo que debía aunque todavía fuera un bebé. —Lo mejor será que y
En un país muy diferente estaba aquella otra mujer que había perdido noción del tiempo por cada vez que se sentía más cerca del corazón de una persona que no pensó que pudiera amar después de tanto tiempo. Fue de esa manera en que ella logró enamorarse una primera vez de un hombre que lo tenía todo, incluido el poder. Se habían casado, importaba más importaba menos si era por un contrato, habían estado juntos noches enteras, Willy ya no iba a ser el mismo después de tanto que ella le ofrecía. Un amor que no pensó que podía encontrar en ella ni en ninguna otra mujer.Aunque no todo podía ser perfecto había cosas que él seguía ocultando de ella. Sin prisa alguna las puertas de ese lugar se abrieron de par en par, una mujer de tacones altos, un vestido color azul que no era pegado a su cuerpo pero la hacía ver más bella de lo que ya era entró primeramente.Tan pronto como los hombres ahí reunidos se dieron cuenta de su presencia, ellos se levantaron para recibirla mientras ella se quit