Tan solo 6 meses ya habían pasado desde el momento en que Mercedes, Luna, Renato y Willy habían partido de aquel lugar donde Willy había prometido que sus vidas iban a cambiar de alguna manera. Seis meses que se iban muy rápido para algunos, seis meses que demostraba que el tiempo no se iba en vano, y era lo que propiciaba los demás cambios. Seis meses en los que pudieron haber pasado tanto mientras que para algunos seguian disfrutando de la victoria de haber hecho mal a otras personas. Sin saber que a esos a los que les había hecho mal y que seguían caminando con el pie adelante iba a llegar un punto en que esas personas se iban a arrepentir de todo lo que habían hecho, ¿qué se podía decir de 6 meses que se iban como si nada, como si solamente se tratara de el tiempo que corría entre la noche y la mañana siguiente? Quizá no se podía decir mucho si se trataba de Willy.Pero, ¿qué había de Emilia y de Julio? Como él mismo lo había dicho, Willy no se había reportado en ese tiempo, de v
Pero no solo seis meses se habían ido para la familia de los Rocha, también 6 meses se habían ido para aquellas cuatro personas que habían estado prendiendo todo desde un principio, desde el momento en que la dulce Mercedes había dado su palabra que ayudaría a Willy en todo lo que pudiera y este siendo el primer paso que diera adelante, sería cambiar el nombre de ella a uno más sofisticado, uno que cualquiera que lo escuchara sintiera temblar el suelo que pisaba, las cosas a veces marchaban bien, a veces marchaban mal también para Luna junto con su mejor amiga Mercedes. Habían logrado llevar esa vida adelante, la que siempre quisieron, una donde no les preocupara nada, donde la gente afuera no las juzgara más y ahora que estaban viviendo ese sueño, no había nada que quisiera más excepto por el hecho de querer tener a su hijo con ella lo más pronto posible.Pero eso no iba a suceder, al menos no en un largo tiempo ya que como el mismo Willy se lo había dicho a Mercedes, todo llevaba su
Mercedes se dio cuenta en ese momento que Willy estaba pagando el error de haber querido vivir al máximo, un error que no debería de ser exactamente un error, él no era una mala persona, simplemente la vida no le había ofrecido lo mejor de la misma. — ¿Willy? —lo llamó ella. — ¿Sí? — ¿Por qué no quisiste ver a un médico más? ¿Por qué no te aferraste a la idea de volver a caminar? —Willy soportó la risa.— ¿No lo entiendes, Teresa? He visto tres médicos, los tres me han dicho que nunca volvería a caminar, ¿para qué, para qué aferrarme a un cuarto doctor? ¿Para que me vuelva a decir lo mismo y me haga saber que estoy destinado a hacer mi vida de esta manera, hasta el último día de mis días? No, Teresa, no quiero seguir sufriendo por lo que ya sé.— ¡No, no, Willy, es que no le entiendes! Hay muchas terapias que pueden ayudarte, a veces ni siquiera los mismos doctores están enterados de eso, a veces simplemente se quedan con lo que ellos han estudiado pero no se dan cuenta de cómo la
Y fue justamente en ese momento en que Renato pareció despertar y con ello, ayudó a quien llamaba su señor a llevarlo a la cama. Le cubrió las piernas con la misma frazada que tenía en la silla, Willy parecía realmente molesto. Lo que no sabía Teresa es que Willy estaba siendo humillado. Nunca antes Teresa había visto la manera en la que Renato lo ayudaba a acostarse y era eso lo que le hacía sentir menos pero al mismo tiempo, él era capaz de darse cuenta que Teresa no cambiaba su mirada a una llena de compasión o algo por el estilo, era simplemente una persona que estaba ahí para entender. Algo que despertó otro tipo de sentimiento en Willy antes de que él mismo lo supiera.—Necesito una aguja —dijo ella.Los ojos de Renato se hicieron más grandes.—¿Qué? —Preguntó Renato y Willy al mismo tiempo.—Ya lo escucharon. Necesito una aguja.—¿Qué es lo que intentas hacer, Teresa?—¡Necesito una aguja, Renato?—¡No lo hagas, Renato!—Si en verdad, no sientes nada, no deberías de preocuparte
Una noche que caía como pocas, una noche que no sería la misma, una noche en la que mil y un cosas más se iban a definir había llegado, cayendo sobre ella como si la decisión también lo hubiera hecho con la noche. Frente al espejo de su habitación, la figura más bella, la misma que ella no había visto de sí misma en tanto tiempo, en más de cinco años quizá. O mejor dicho, una vida entera. Todo estaba en su lugar y en la planta baja de aquella mansión ya se podía escuchar tantas voces que eran intercambiadas, el sonido de las copas pegando la una con la otra, bocadillos, ya podía imaginar todo lo que estaba pasando ahí.En el espejo frente a ella logró ver a la misma Mercedes, aquella mujer poderosa, aquella mujer llena de seguridad, su elegancia, su sensualidad una vez más puesta en el mismo cuerpo. El vestido negro no hacía más que remarcar la linda figura de su cuerpo, el escote, todo siendo perfección en ella. La noche de ser presentada como esposa de un inválido, había llegado.
No importaba el tiempo que pasara, no importaban las veces que ella hubiera pensado que no volvería a esa ciudad en la que tanto daño le había hecho, era cierto que las heridas parecían volverse a abrir con el solo hecho de escuchar la misma voz una vez más. ¿Cómo podría ser la primera vez que ella volviera a ver a su padre? ¿Cómo podría ser la primera vez en que sus ojos se volvieran a aquellos que más daño le hicieron? ¿En verdad ella había pensado en la posibilidad de que eso podría pasar? ¿Cómo iba a hacer el momento en que viera a su hijo nuevamente? La realidad es que nada de eso importaba ahora que estaba tan cerca de aquella verdad. Iba a regresar a esa ciudad.A su lado, Willy sonrió. Los secretos de aquella mujer estaban listos para ser compartidos y él estaba dispuesto a escucharla.Lentamente se volteó a la persona que le hablaba. Las puertas de aquel lugar se abrieron. En ese salón estaba la familia de Willy. Willy estaba ahí, listo para que buscar en su vida lo que y
Todavía en el salón donde la celebración se estaba llevando acabo, Emilio no podía creer lo que acababa de ver su hijo. Willy estaba de pie como si nada hubiera pasado, como si el accidente nunca hubiera existido y de pronto, se presentaba ahí, con una mujer que decía que era su esposa, ¿en qué mundo estaba viviendo Emilia? ¿En qué mundo estaba pisando? Porque estaba segura que esa no podía ser su realidad.Su realidad era aquella donde Willy estaba postrado a una silla de ruedas y no tenía a nadie más. De pronto todo parecía diferente, era como si en lugar de haber pasado año… año y medio, realmente había pasado toda una vida.¿Qué había de su hijo? ¿Qué podía decir de Julio? ¿Por qué él había enloquecido de esa manera al ver a esa mujer? La había llamado de un nombre, Mercedes.Se había puesto tan pálido, algo le estaba ocultando su hijo, estaba segura de eso.Terminando de tomar su copa de vino, miró a todos lados, sabía que no podía mostrar la impresión que le estaba ocasionando q
Lo que fuera que su hijo había dicho no estaba bien. Debía de haber escuchado mal, debía de haber entendido mal sus palabras porque su hijo no podría estar más loco. Esa mujer le había dejado mal, muy mal. — ¿Qué diablos estás diciendo? Por favor, Julio, no seas imbécil. —Mamá, ¿no entiendes que aquella mujer que ahora mi hermano no se está presentando como su esposa es…? Mamá, el nombre de esa mujer, Teresa es la misma mujer que dio a luz a mi hijo, su nombre no es Teresa, su nombre es Mercedes. Yo soy quien tomó a Mercedes a la fuerza, ella tuvo un hijo mío, ella no es Teresa, mamá, por favor, tienes que detenerlo, tienes que hacer a que esa mujer regrese conmigo. Yo tengo a su hijo. Yo soy el padre de esa criatura, tenemos que ser la familia que yo siempre quise tener con ella, mamá, tienes que hacer algo —decía su hijo cada vez más rápido. Ni siquiera se daba un segundo para poder respirar y pensar en las palabras que estaban saliendo de su boca.Eran tantas cosas las que Emilia