Arion y Sasha pasaron mucho tiempo jugando en el campo de luciérnagas.

Ya casi al amanecer cuando todas se habían desaparecido, decidieron regresar.

—Gracias por compartir tus tesoros conmigo, eso cambió tu imagen frente a mi.

—¿Que imagen tenías de mi?

—Creí que por ser el heredero del poderoso Alfa, serías un materialista engreído.

—Que imagen tan cruel tenías de mi. —se quejó Arion haciendo un puchero haciendo que Sasha se carcajeara.

—Pero eso cambió, al ver que tus tesoros son las cosas más maravillosas que la naturaleza nos puede brindar, este hermoso lugar, esa cueva con esa fuente mágica, y ese cielo lleno de estrellas juguetonas.

—Me alegra que lo aprecies tanto.

Sasha sonrió bajando la mirada y Arion tomó su barbilla.

—Tienes una hermosa sonrisa, y me alegro mucho haberlo descubierto.

—Ven voy a cambiar tu vendaje. —desvió el rumbo de la conversación y Arion sonrió.

Sasha curó a Arion en completo silencio, sentía nervios de estar tan cerca de él y ya no pelear, Arion la ob