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Capítulo 2 Negocios

Negocios

Liam David Aray

Solo me quede recostado en mi asiento con los ojos cerrados, llevábamos Treinta minutos en el aire. Treinta minutos en que he tratado de apartar ideas candentes de mi cabeza.

Sentía que Atenea seguía revisando los documentos que le había pasado, podía escuchar el murmullo de las hojas del contrato al ser pasadas. Aunque ella conocía todo sobre la compra de la pequeña Cadena de hoteles que adquiriríamos hoy seguía revisando todos los detalles, a pesar  que ella misma había cerrado el trato y conocía de más los putos del negocio. Trabajaba como maniática para  hacer crecer  la empresa familiar, una de la más grande de América y Asia, que era eficazmente dirigida por Atenea, ella como Presidenta.

Gracias que Atenea se ocupa de la empresa, yo puedo dedicarme solo a mi despacho de abogados. Ella sola es capaz de manejar la bolsa de una manera increíble, pareciese que tuviera un oráculo para saber cuando comprar y vender acciones. Miles de corredores que llevan años en este mercado no tienen ni la mitad del talento innato que posee mi diosa.

A mi solo le interesaba la abogacía, pero no me podía deslindar del negocio familiar. Es el patrimonio de mi familia tras varias generaciones.

Mi padre que ahora es un judio hippie y yogi en busca de su paz interior me lo había cedido todo después de la muerte de mi hermana. Un conglomerado de transnacionales demasiado grande y eso por no mencionar los negocios en Emiratos Árabes y Árabia  Saudi que los manejaba mi primo y mejor amigo Farid, ya que en él confío como en mi mismo o como en Atenea.

Pero yo no soy empresario, yo disfruto ser abogado. Me había graduado con éxito en la Escuela de Derecho de Harvard, y había disfrutado de la vida en el campus. Las chicas se enloquecían  conmigo. Me perseguían esas malditas locas.

Tenía un departamento de soltero en Cambridge y por allí pasaron un cientos de chicas. Era bastante popular en la universidad, y las chicas me acechaban, cosa que no me molestaba en absoluto. Hasta me habían puesto de apodo “legalmente rubio” porque el filme era bastante famoso en el campus por haberse firmado allí años atrás y yo era igualmente famoso entre las féminas, sin importar el año ni la carrera que estudiaran, cosa que llegó a fastidiarme.

Después de la muerte de mi hermana a mi también me había cambiado mucho la vida. Me perdí durante algún tiempo, era como si de una forma extraña yo hubiera muerto también, y solo me volví a encontrar cuando halle pasión al defender a una chica de su violador, tomar ese caso había sido lo mejor de esos meses. Ese día en los juzgados sentí que algo me había hecho un poco feliz. Que había hecho algo por vengar a mi pobre hermana, al poner a un criminal de mujeres tras las rejas.

Así que desde entonces solo tomaba casos de mujeres maltratadas o en peligro. No importaba en la circunstancia que fuera, incluso no importaba si no me pagaban, aunque lo hiciera como abogado de oficio me sentía complacido. Aunque mi despacho de abogado se encontraba entre los tres primeros del país, el premio que recibí el pasado año de la revista Forbes me lo hizo saber, no trabajábamos por dinero, o al menos yo trabajaba por justicia y satisfacción personal.

Ponía mi empeño en dirigir la firma  y tomar casos de mujeres que necesitaban ayuda, mientras que mis  excelentes colegas y colaboradores hacían el resto con casos de toda índole, pasando por derecho penal, mercantil y de familia.

Tengo que abrir los ojos, no puedo seguir haciéndome el dormido ... ¡se valiente! . Solo fueron malos pensamientos calientes por no “bañarme”en esa  semana. “Bañarse” ...Así era como le decíamos, tanto yo como  mi primo Farid a “follar con todo lo que se mueva, sea sexy y esté dispuesta”, así que necesitaba un “baño caliente” urgente.

Al abrir los ojos me encontré con Atenea que revisaba su tableta como si no existiera nada más, ya había  colocado los contratos de la compra venta en el folder con un elegante diseño blanco y azul cielo de la “Aray De la Fuente y asociados. Co”, mi propio despacho de abogados.

Me di cuenta que ya no estaba pensando estupideces acerca de la única mujer que había logrado ser mi verdadera amiga. Mi propia diosa. Mire  por la ventana para dejarla seguir concentrada en lo suyo.

— Se despertó usted su majestad, ya sabía yo que ese madrugón no lo iba a tolerar así de fácil— ella bajo la tableta haciéndome saber que se había dado cuenta de que yo tenía los ojos abiertos.

— Si, en poco menos de una hora aterrizaremos y necesito que me expliques porque la prisa por adquirir esa Cadena hotelera insignificante— solo pude decir esto. No tenía idea de que hablarle, sentía miedo que descubriera mis pensamientos.

— Insignificante por ahora—, me interrumpió ella—.Según mis cálculos para el final de esta semana esas acciones habrán triplicado su valor. ¡Espera y verás!— me dijo mientras me hacía una media sonrisa para después sacarme la lengua pareciendo enfadada.

Sonreí por esto, me llamaba la atención como podía tener un rostro tan expresivo y cambiar lo que reflejaba tan rápidamente.

—Vaya cambios de humor los tuyos mi diosa, creo que tienes un desorden psicológico aunque tú terapeuta diga que no— me burle,  mientras tomaba la tableta y revisaba  la bolsa de valores  para ver si encontraba algún indicio de que en serio las acciones de la pequeña cadena hotelera subirían. Y no, no pude encontrar nada. Suspire pensando que ella lo estaba haciendo otra vez, me iba a sorprender de nuevo con su inteligencia.

— Deja de suspirar— me dijo muy seria —no te permitiré que te acuestes con Amaya, es una terapeuta excelente y además es mi única amiga— diciéndome esto comenzó a murmurar —lo único que me faltaba— .

¿Eso está pensando? En serio ella me hace sentir feliz.  Comencé a carcajearme ¿De verdad?¿ Pensaba que había suspirado por estar pensando en Amaya? me lo pregunté a mi mismo.

Amaya era una chica linda, la verdad es que si, pero ya  no era de las que están dispuestas a jugar sin obtener un compromiso en el proceso, o por lo menos no conmigo y en esta etapa de su vida. Anteriormente válgame Dios que  no era así, estaba más loca que una cabra y le gustaba bastante divertirse . A más de uno dejo llorando por sus huesos en los años de  universidad.

— Ya me acosté con Amaya— le espeté, logrando captar su atención, mientras le dedicaba mi mejor sonrisa —. Ninguno de los dos quisimos repetir— dije alzando los hombros. No pude decir otra frase. Me lanzó el folfer del contrato. Cosa que me divirtió a lo sumo y comencé a carcajearme otra vez.

— Liam David Aray De la Fuente ya va siendo hora que madures y formalices con alguien.

No creo que eso pase por ahora, no hay nadie que despierte en mi lo que ella enciende sin siquiera sospecharlo, sin proponérselo.

(...)

Aterrizamos a las 10:30 y en la parte privada del aeropuerto John F. Kennedy, y teníamos un  hermoso Rolls-Royce plateado esperando por nosotros. Por supuesto yo no había pensado ni en el transporte del areopuerto a las oficinas.

Obvio que ella se había encargado de los detalles logísticos. Porque si por mi dependía tendríamos un hermoso y amarillo taxi.

Nos dirigimos a un edificio en el corazón de Manhattan, donde teníamos las oficinas de Nueva York. Más de 60 pisos en una torre de cristal de uno de los rascacielos más emblemáticos de la Gran Manzana.

Al verla bajarse del coche y caminar por la acera pensé que está ciudad iba con ella.

“Moderna,dinámica y sofisticada” como The Empire State.

Aunque bueno, tengo que reconocer casi todo iba con ella.

Entramos y en menos de media hora ya teníamos una nueva Cadena hotelera en nuestra larga lista de propiedades. Estaba deseando ver si al final de la semana era un poco más valiosa tal y como la diosa de la sabiduría moderna había asegurado.

Los hombres en aquella sala de junta no dejaban de mirarla, me ocasionaban un enojo algo serio. Celoso, creo que por primera vez en mi vida. Ella no era pieza museable para estar siendo tan observada. Comencé a sentirme cada vez más molesto. El vendedor de las acciones de la cadena hotelera se nos acercó y le estrechó la mano a mi diosa.

—Es un placer hacer negocios con ustedes señores Aray— . Si algo fue más falso que sus palabras, esa fue su cara, el placer que sentía era solo en devorar a mi Atenea con la mirada.

Mi semblante no era de mucho amigos, mi diosa lo noto.

—Lo mismo digo señor Foster—. Terminó diciendo ella y le estrechó la mano al hombre muy profesionalmente.

—Su hermana es muy hermosa,  ¿sabe?, debe tener que cuidarla constantemente—. Diciendo esto me  estrecho la mano a mi, le di  un apretón de muerte, para que dejara de mirar a Atenea como lo hacía, lasciva y descaradamente.

—No es mi hermana— casi le  gruñí y me apoderé de la delicada mano de Atenea y la acerque más a mi.

Si será estúpido. ¿Mi hermana?  ¿En serio? Ese hombre había logrado sacarme de mis casillas. Yo no podría verla nunca como mi hermana, y menos cuando ardo en deseo de comerle esa boca deliciosa.

Decido ignorarlo y me robó toda la atención de mi protegida, no me gusta que los hombres se fijen en ella. De hecho lo detesto.

—Te invito a almorzar Sushi, y de paso almorzamos con Farid que aún está en esta ciudad, creo que se oculta de mi madre, he llegado a tener esa certeza. Hace varios meses que no hablamos  personalmente, dame un segundo y lo llamo para que se nos una—. Le dije mientras le ponía  la mano por su espalda baja para hacerla salir de la oficina.

— ¿Te dije ya que ese vestido te hace justicia?, no se olvidó resaltar ni una sola curva—.Podía sentir la mirada de los hombres presentes sobre su trasero, cosa que no me hacía ninguna gracia. Termine bloqueando la vista de los hombres con mi propio cuerpo.

Al llegar al coche la ayude a subir. Di la vuelta y me senté junto a ella en el asiento trasero. Una vez que el auto estuvo en marcha me afloje la corbata y llene de aire mis pulmones, pase las manos por mi cabello. Sin dudas había sido un día extraño.

Había estado por primera vez en Cuba y ni siquiera había bajado del avión. Debería, pues si todas las mujeres son como Atenea, sería un buen lugar para sacarme mis pensamientos hacia ella.

Era un poco más rico, cosa que solo me aburría, y estaba sintiendo demasiadas cosas hacia Atenea que no estaba dispuesto a admitir. Necesito urgente un “Baño” que aclare mi mente, para ocupar mis sentidos en algo más.

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