Capítulo XVI

Se paseó de un lado al otro, la típica danza en los momentos exasperantes.

—¿Qué se supone estás haciendo? —Ahogó un grito y frenó los pasos, volteando en torno a la voz—. Gracias a Dios te has detenido.

¿Qué hacía su editora en casa? ¿No se había marchado ya? En ese preciso tris, Odette le resultaba cansina y mucho.

—¿Por qué sigues aquí? —cuestionó, masajeó sus sienes—. Necesito hacer un viaje.

—No puedes —Ladeó la cabeza hacia un lado, analizando el rostro de la fémina—. Li, tus libros están siendo editados, ¿entiendes? Conoces todo el proceso que conlleva ese trabajo y por lo mismo necesito que estés disponible por…

—No, ese no es mi trabajo —espetó quejumbroso—. Es tuyo y de Dominic. Ustedes son los encargad

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