Capítulo 25
—Hija, esto que te estamos contando es la verdad. Queremos que tomes tus propias decisiones y te vamos a respetar, pero debes de ser consciente de todo lo que sucede. Después decides.En casa de los Watanabe se llevaba a cabo una importante reunión. Los padres de Aiko, Ran y la chica, se sentaban a solas en uno de los salones. Ran se mantenía apoyado en una de las puertas, un poco alejado. La pequeña Watanabe no le había mirado bien al entrar y eso lo hizo mantenerse ligeramente apartado. Ella preguntó a su padre el motivo de su presencia allí y no lo dijo de forma bonita. Aun así se sentó a pedido de su madre, que le pidió calma y entonces su papá empezó a contarle.El día anterior a eso, Ran y su futuro suegro habían acudido a un local donde el jefe de seguridad del CEO mantenía cautivo al hombre que se presentó antes como Katsume. No estaba en buen estado. Aparecía magullado y maltrecho. No había querido soltar prenda hasta ese momento y esoCapítulo 26La novia entraba por el pasillo, hermosa y con un aura de dignidad que la hacía ver grandiosa. Quienes la conocían bien, como Rous, sabían que caminaba hacia el altar, no con alegría, sino con mucha tristeza, aunque no quedaba claro el porqué. Si quisiera negarse al matrimonio, todos la apoyarían, visto el trato del novio hacia ella. Pero Aiko aguantaba todo sin quejarse y no dijo lo que pasaba a nadie. Tampoco pidió ayuda.Rous la visitó unos días antes, pues toda la familia se trasladó para estar presente en la celebración. Ran había anunciado la fecha del matrimonio y después de eso todo se había precipitado. Ella quiso verla y hablar con la pequeña en persona. Algo no iba bien y toda la familia era consciente.—Aiko. Pero si no estás segura, ¿por qué sigues adelante? No lo hagas, amiga. No te condenes a una vida que sería una cárcel para ti. Este es el mejor consejo que te puedo dar.La pequeña Watanabe Aiko la miró apenada. Era la
Capítulo 27—¿Qué novia, Raúl Sánchez? —volvió a gritar su madre, pero esta vez la tenía pegada a la oreja directamente. —Mamá… —le suplicó. No quería que lo avergonzara delante de toda aquella gente. Por fortuna, sus hermanas vinieron corriendo a salvarlo y se metieron entre su madre y él, salvaguardándolo del cate que parecía que doña Margarita estaba dispuesta a soltarle por no haberle hablado de que tenía novia. ¡Ella no podía ser la última en enterarse!, le espetó enfadada.—Ma, ya cálmate —dijo Alexa y la sujetó del brazo suavemente—. Ellos ya no están, así que imagino que esa pelandrusca lo que quiere es formarle un escándalo a tu hijo.—¿Cuándo pasó todo eso y yo no me enteré da nada? —preguntó perpleja Rous. Tenía los ojos como platos y miraba a sus hermanos alternativamente, esperando una explicación.—Después te cuento todo —dijo Alexa, dirigiéndose tanto a ella como a su mamá. —Voy a salir a ver que quie
Capítulo 28Aiko se aburría soberanamente. Aún no era tiempo de regresar a sus estudios, aunque esta vez los seguiría en la Tōkyō teikoku daigaku, la Universidad Imperial de Tokio. No supo como es que Ran le consiguió una plaza ahí y además postulando en el último momento. Era considerada como la universidad más prestigiosa de Japón y una de las más prestigiosas del mundo, con un gran número de eruditos exalumnos que incluían a diecisiete primeros ministros, dieciocho premios Nobel, cuatro premios Pritzker y cinco astronautas. La chica estaba realmente abrumada, pero emocionada. Su campus estaba en la facultad de Kashiwa en la prefectura de Chiba y muy cerca del centro de la ciudad. Ran había conseguido un apartamento provisional, a medio camino, entre sus empresas y la institución donde ella iría a estudiar en breve, visto que la mansión había quedado completamente destrozada. Al principio, la chica pensó que la iba a seguir reteniendo en cas
Capítulo 29Pronto se dio cuenta Ran de que sus ilusiones se iban a quedar en eso. La idea de dormir junto a su pequeña le hizo crearse expectativas sobre estar acurrucados, mimosos, despertar el uno en brazos del otro, como antaño. No fue nada de eso. Su mujer se encargó muy bien de separar espacios y mantener distancias entre ellos, incluso estando tan cerca en la cama.Él intentó acercarse un poquito aprovechando que su esposa roncaba bajito, sabiendo que estaba profunda. Pero la maldita, en cuanto sintió su cuerpo pegado al de ella, le lanzó tremendo empujón y siguió durmiendo como si nada. El esposo estaba frustrado. Sin sexo, sin cariño, sin mimos… No sabía como iba a aguantar más tiempo con este matrimonio así de mal.Necesitaba consejo urgente. Y sabía donde encontrar a los mejores consejeros del mundo.................Las tres mujeres caminaban apresuradas por el centro comercial, mirando a todos lados y deteniéndose casi en cas
Capítulo 30—Shhhh —le indicó él— mantente callada, no vengo a hacerte daño.Ella no pudo contestar, solo temblaba sin creerle lo de que no le haría daño después de todo lo que hizo en la mansión meses atrás. Ahora sentía ser tan descuidada. Había pensado que ya estaba fuera de peligro, no estuvo atenta y por fin propició una situación como esta. Si hubiera venido acompañada, Kaito no habría tenido ocasión de retenerla. —Promete que no vas a gritar. Solo quería verte, hablar contigo —susurró en su oído. Él estaba demasiado cerca para su gusto y notó que le olió el pelo y casi deja un beso en su cuello, pero ella se removió.—Sé que te doy miedo. Me gustaría volver a aquellos momentos que pasábamos juntos, charlando de todo un poco…—¿Aquellos tiempos en los que olvidaste decirme que eras un mafioso y que querías matarme, te refieres? —se soltó de su mano para poder contestarle como se merecía, a pesar de que seguía pegado a su espalda. <
Capítulo 31Raúl entró a la oficina sin mirar a nadie. Se sentía tan avergonzado por lo sucedido en la boda de Ran y Aiko que no era capaz de levantar la cabeza. Decidió que en adelante se dedicaría solamente a sus creaciones. Trabajo y solo trabajo. Era la única cosa en la que se sentía completamente seguro de sí mismo. Las relaciones, la diversión, hacer amigos y desde luego, el amor, no se le daban bien. Ahora lo tenía más claro. Dejó su bolso sobre la mesa y salió a buscar un café en la pequeña cocina habilitada para eso en la misma planta.Sentía muchos ojos sobre él, así que respiró profundamente y se cubrió de una capa de indiferencia. Supo por un compañero que lo abordó al lado de la cafetera que la mujer que fue su novia había sido despedida de manera fulminante. No se alegró por ello, aunque sí que se sintió aliviado, porque volverla a encontrar allí podría volverse un verdadero infierno. Encima, la maldita había denunciado a sus hermanas por agresión. Él
Capítulo 32—¡Raúl! ¡Raúl!El guapo españolito levantó la cabeza, sorprendido por los gritos inconfundiblemente lanzados en su idioma que lo llamaban. Sus dos hermanas, tras los cristales de su oficina, lo saludaban emocionadísimas, saltando, agitando los brazos como gitanas por bulerías y dando un espectáculo digno de ellas dos. Raúl no sabía si esconderse o alegrarse. Lo cierto es que esas dos locas mujeres eran sus dos amores favoritos. Sonriendo se incorporó de la silla y fue a por ellas, abrazándolas en el aire, una en cada brazo. Ciertamente, el muchacho había crecido y ellas dos, a pesar de ser sus hermanas mayores, no eran más que dos pequeños rabanitos a su lado. Mimosas lo besuquearon y poco les importó la mirada escandalizada de todos los trabajadores de aquella zona que, desde luego, jamás habían visto una cosa así. El afecto en público no está bien visto entre el pueblo nipón, así sea entre hermanos.—Pensé que no vendrían a verme. T
Capítulo 33¿Y qué le iba a hacer, si ese hombre llegaba así de la nada y después de todo ese tiempo le pedía perdón llorando? Se le cayó el alma a los pies a la Watanabe. Que sí, que era terca y a veces demasiado dura y poco emocional, pero este era su amor desde hacía años y verlo de ese modo, la rompió. Le tocaba la cara tratando de limpiar las lágrimas que caían en torrente y lo arrullaba como a un niño contra ella, a pesar de la diferencia de envergadura. Ran, tan alto y ella tan baja. No fue ese un impedimento para abrazarse y tocarse. Llegó un momento que la escena se sintió como un retorno al hogar.Ran hipaba, agotado ya, y Aiko suspiraba, vencida por la emoción. Tomó a su esposo de la mano y lo llevó a la habitación de los dos. Llenó la bañera enorme de su habitación y lo desvistió, sin ningún afán sexual, sino más bien con el máximo de cariño y con la necesidad de volver a intimar lentamente con su esposo. Él también lo sentía así. Era como rec