Ingresé a la habitación de la clínica donde estaba el niño y esa sonrisa al verme fue un grito de salvación.—¡¡¡David!!! —Le sonreí, me acerqué a abrazarlo, le di un beso en la frente.—Hola, campeón. ¿Me puedes decir qué te pasó? Convaleciente no puedes cuidar a las dos mujeres más importantes de tu vida hasta que te cases. —hizo muecas y puso su boquita como pollito.—No es nada. —respondió mirando hacia la ventana.—¿Ya no somos amigos?—Sí, pero en esto no me podrías ayudar.—Debes decirme para saber si puedo o no.—Es que… No tengo papá, —sus ojos se le humedecieron—. ¿Eso no lo puedes arreglar verdad?Este niño no sé qué hacía conmigo, pero lograba hacerme vibrar todas mis fibras, Adara era mi princesa y cada vez al llamarme lo hacía con mucho afecto, me había dicho que era su héroe, y ella era esa niña que nunca podría tener. Independiente de lo que ocurra con su madre, ellos los sentía míos. Sin embargo, Egan… Dios Egan él en verdad me hacía desear tanto que fuera mi hijo.»
Me tocó bañarme con agua fría. Bueno, helada, porque esa era la palabra correcta para el agua que salía en Bogotá. Me puse una sudadera para dormir un poco. Si era que podía hacerlo con todo lo vivido y sabiendo que la tenía a unos pasos de aquí.Volví a sonreír, su acto infantil me jodió por completo. ¡Carajo, qué frustración! Necesitaba beber mucha agua. Salí de la habitación y al llegar a la cocina, Blanca estaba comiendo un pedazo de postre.—¿No puedes dormir? —El grito por el susto dejó caer el plato haciendo añicos la porcelana—. Lo siento, no te muevas, puedes cortarte.Me di cuenta de que estaba descalza. ¿Dónde dejó sus zapatos? Y el vestido que se había puesto lo tenía recogido y se veía la piel de sus preciosas piernas. Fue mala idea salir. Con cuidado la tomé de la cintura y la senté en la encimera de la cocina. Aún seguía apenada.—¿Qué haces despierto?—Supongo que lo mismo que tú.Me iba a alejar para limpiar el reguero, pero estábamos tan cerca y mis manos sobre sus m
Ahora, si había conocido la gloria, era la primera vez que hice el amor, la primera vez que intimaba sin protección, porque así sea estéril, siempre había utilizado preservativo para no contagiarme de alguna enfermedad y a todo eso, también porque no había sido un hombre promiscuo.Venirme dentro de ella… no respondió, a mi pregunta, pero seguía moviéndose y mi pene se estaba alegrando de nuevo. Conocerla de tal manera, descubrir lo ardiente que era. Me di la vuelta, dejándola espléndida sobre mí. No sé si era por el enamoramiento del cual era preso, y no podía dejar a un lado esa compatibilidad en el sexo que no sé cómo describirlo.Sus caderas comenzaron a moverse, ya estaba de nuevo duro para la siguiente ronda. Mis manos acariciaron sus bellos senos, presioné sus pezones estirándolo un poco, verla así… marcando el ritmo, sobre mi más querido amigo. Si seguía de esa manera me hará correr dejándome como un precoz… Debía de ser el amor el que iba a jugar en mi vida como un fuerte afr
Me había quedado dormido y no sé en qué momento, solo fue por un par de horas, pero, al mirar el reloj, algo no cuadraba. ¿Cuándo habré dormido? Supongo que el cambio de horario me pasó facturas. No la encontré a mi lado y algo me decía que iba a evitarme el resto del día. Salí de la cama, me di un baño rápido, había dormido un día completo y la noche igual.Espero no evada el hablar por mucho tiempo, todo lo vivido hace unas horas o más bien lo vivido ayer se rebobinó en mi cabeza; los besos, las caricias, lo caliente que era el vientre de Blanca, sus movimientos, sus senos, su delicioso sabor… No iba a soportarlo por mucho tiempo.«Dios ayúdame, quiero hacerla mi esposa.» Quería tenerlos como mi familia… me vestí, arreglé el cuarto, tomé la maleta y al bajar las escaleras Egan se encontraba en la sala listo, para ir al colegio con su uniforme, lo mismo Adara, perfectamente arreglada. Me brindaron una hermosa sonrisa, se veían tan inocentes. Les di un beso a cada uno en la frente.—B
Ayer, luego de tres horas de haber dormido a su lado, entré en pánico. Salí de la cama, y desde entonces no lo había visto. Él estaba profundo. Fui a buscar a Adara y desde entonces me enceré en mi habitación, pero no despertó. Por eso esta mañana fui presa del temor, de la pena, algo estúpido, sí, pero ya con la cabeza fría, lejos del momento perfecto, entré en pánico.Porque no fue solo sexo, cada vez que David me tocó lo sentí en el alma. Quería correr, brinca, gritar y lo único que hice fue dejarlo en la cama, con su semblante precioso, casi irreal. ¡Dios!, ahora no sé cómo mirarlo. «Después de que te lo chupeteaste todito, y es un… delicioso.» —La loca jovencita no me ayudaba a pensar.Por eso esta mañana, arreglé a mis hijos, y menos mal que en esta ocasión mi hijo, el cual era un proceso para abrir los ojos, pero algo lo tenía muy feliz y lo hizo sin problemas. Y mientras él se bañaba, yo hacía lo mismo, con Adara no tenía problemas. Ella sola se arreglaba.Por primera vez desp
Pasé por los niños en mi camioneta, le escribí a Blanca para que supiera que los llevaría a almorzar y luego los dejaría en su casa. No la había llamado, solo le mandé mensajes, así no la abrumo, aunque me muero por verla, besarla y fundirme de nuevo en su cuerpo, le daré el tiempo que me pidió.Mis hijos… —Los miraba por el retrovisor—. Sí, los tomaba como mis hijos. Adoraba a su madre y la vida me la devolvió con niños, y los siento como míos. Después de todo no me quedaré solo, así su madre ahora se me esté escondiendo. No he dejado de revivir lo vivido y se sentía tan bien.—¡Papi! —Ese era el grito de Egan, venía con su hermana, los dos corrieron y me abrazaron.—¿Egan te llamó de nuevo papi?—Sí, —miré a la niña—. Cuando te nazca, Princesa. —Me acerqué y le dije al oído—. A mí me gusta mucho cuando me llamas héroe.Su sonrisa iluminó su rostro, le di un beso en la frente, les abrí la puerta de la camioneta.—¿A dónde vamos papá?—Los invito a almorzar y necesito hablar con usted
Llegué a la casa, me puse a realizar una torta para ocuparme mientras llegaban mis hijos. David dijo que los invitaría a almorzar. Al menos me entretuve, el tiempo pasó volando.—¡Mami!Mis hijos ingresaron como un tropel a la cocina. Los abracé y me quedé esperando a ver a David, pero…—Dijo que no quería molestarte. —respondió Adara.«No te enojes con mi papasito, tú lo echaste diplomáticamente.» La verdad no me gustó el no verlo, y no podía reclamarle nada, yo le pedí tiempo. Me puse a ver una película con los niños, sobre las ocho de la noche me llegó un mensaje de él.«Brisa, estoy en el Desquite, reunión de caballeros, espero descanses y me gustaría poder hablar contigo mañana.»«Hola, disfruta, nos vemos.»¿Le escribo solo eso? Le di enviar, luego me arrepentí y volví a mandarle otro mensaje.«Cuídate, no tomes mucho, pide un taxi y cuando estés en tu casa me escribes.»«Ahora sí eres mi Brisa.» —sonreí.Mis hijos se quedaron dormidos en la cama, me puse una bata de seda, eran
Todo el cuerpo me temblaba y una punzada de remordimiento se instaló en el pecho, «me acosté con otro.» —Con manos temblorosas destapé el sobre de Fernanda.Hola, mi querida amiga.No te asustes, solo estoy cumpliendo un par de peticiones, por ahora solo puedo decirte que Deacon en su lecho de muerte me pidió enviarte un ramo de flores con esa carta que ha permanecido sellada desde entonces. Me gané ese honor por ser la amiga chancleta y metiche. Me dio el aval de entregarla antes del año si fuera necesario. Por eso te la entregó tres semanas antes del tiempo de su año de su fallecimiento.Ayer cuando me visitaste comprendí que debía entregártela, además tengo un nuevo requerimiento y debo cumplir con ello. Por eso Blanca te pido como amiga, deja ir el pasado, recibe el presente que sin duda es tu felicidad y encapsula los bellos recuerdos de tu matrimonio como la mejor experiencia de tu existencia.¡Juera! —como diría Alejo—. Me salió en verso.Te queremos mucho.Metiches milagrosos