David cumplió con enviar el jet y el miércoles ya íbamos viajando, de hecho, nos encontrábamos a mitad de trayectoria rumbo a Grecia. Mis padres se quedaron con mis hijos y con un grupo de guardaespaldas designados por Jaime, el mismo que viajaba con nosotros por petición de David, él y otro joven que se llama Ricardo.Su segundo no dejaba de mirar a Natalia, y la joven parecía ser muy tímida, porque se ponía nerviosa con ese guardaespaldas. Quien nos sacaba lágrimas de la risa era Ana Karina. Íbamos en plan de trabajo, pero por los comentarios de ella quien sabe que termine pasando.El jefe de seguridad de David estaba algo intimidado o correteado por ella, con quien ya se había acostado con dos de las chicas; como me dijo María Isabel, eran ella y su socia de su bajo mundo. La sana era la amiga de la universidad. «Van dos hombres y en Grecia hay un tercero…»No iba a dejarme llenar la cabeza de cucarachas, así que ¡quinceañera de pacotilla no vengas a joder!, además yo soy una adult
—¡No!, no, aún no. —estaba roja.Tomó mi vaso con agua y se lo bebió completo, luego tomó el de Jaime quien la miró y al verme a mí el cual estaba a nada de soltar la carcajada solo afirmó. Blanca trataba de calmar sus nervios. Los meseros venían con nuestro pedido, me acerqué a su oído.—Eres más conversadora por teléfono.—No me avergüences más.Sus preciosos ojos cafés brillaban y suplicaban, volví a sonreír. Deacon tenía razón, mi Brisa seguía siendo la misma mujer que conocí en la universidad, pero con más madurez, sin embargo, seguía siendo demasiado tímida para los temas de relaciones y aunque conmigo en el pasado me seguía por todas partes, hasta ahí llegaba, no avanzaba, era yo quien tenía que ir por ella.Terminamos de comer, la conversación se mantuvo en el ámbito laboral, pagué la cuenta y Jaime casi me mata porque le rechacé la mitad del dinero. Era un testarudo de primera. Sonó su teléfono y era la foto de su hija de doce años. Por lo que me había comentado no era nada f
Nos quedamos impactados con la noticia que soltó María Isabel. David y yo no sabíamos qué hacer, ella estaba fuera de sí por causa de los nervios. Vi al presidente de las empresas Katsaros tomar su celular.—Keelan, puedes venir a la oficina lo más pronto posible.—¿Qué vas a hacer?—Ella no puede presentarse en ese salón. No sabemos sobre su vida, hasta ahora me entero de que tiene una hija, —en eso tenía razón, María Isabel era un manojo de nervios y solo se limpia las lágrimas. El chofer llegó—. Llévala a mi apartamento.¿A su apartamento? «Ten cuidado, por favor no te dejes quitar a mi papasito.» Si se quedan solos podría pasar de todo y no debo ponerme celosa, pero algo crece en mi estómago.» Vamos Brisa, tenemos una reunión.No me moví, quería darle un zapatazo, «y yo le pego con el otro», se detuvo en la puerta y me miró. ¿Por qué sentía tantos celos? Y el cómo ofreció su apartamento, ¿para consolarla después? Ella se estaba quedando en mi casa.» Blanca…Seguía callada, si ha
Miré a Jaime y este puso los ojos en blanco, ya cansado de decirle con el gesto que responde por el cuidado de Blanca con su vida. Le hice señas a Ángelo para dirigirnos a mi despacho, me siguió, de camino vi a Ana Karina ser abordada por un Damián interesado, Natalia se encontraba a un lado de Ricardo, pero poniendo una barrera entre ellos, como si el contacto de mucha gente la pusiera nerviosa, aunque los analizaba a cada uno y tomaba apuntes. En el momento de su trabajo las dos eran mujeres empoderadas y seguras de su carrera.—Vamos hablemos en la oficina.Una vez ingresamos, le indiqué que se sentara, se desabotonó el saco, se pasó las manos por el rostro.—Sé que es muy temprano, pero parece alterado. ¿Quieres agua, café, un té o te ofrezco un trago?—No suelo tomar, pero en esta ocasión necesito la botella completa.Alcé una de mis cejas. Antes de sentarme en la silla, fui al bar y le serví un trago bien cargado. Yo saqué una botella con agua. Debía de ser una situación complej
Habían pasado tres meses, ¡tres!, desde mi regreso de Grecia, no nos habíamos visto desde entonces, pero sí llamaba a diario al igual que yo. —Me sentía en un noviazgo no afirmado—. También recibía todos los días un detalle de su parte, o a través de mis hijos. Ellos confabulaban con él y me gustaba que mis hijos lo aceptaran.Hace ocho días, cuando estuvimos en un centro comercial y él lo sabía, porque desde el cumpleaños de Adara la señorita tenía celular; ese fue su regalo y la razón que me dijo en ese entonces con carita de perrito regañado, era para estar comunicándose con los niños por el tema de la amenaza, el celular tenía rastreo satelital y él podía controlar por medio de un programa.Me dijo en otras palabras que era la maravilla del mundo digital y bajo mi miedo por su secuestro acepté, eso sí, no podía usarlo en la casa, solo para cuando saliera de ella y contestara llamadas. Por eso ellos se hablan todo el tiempo. Con Egan sin autorización de su hermana lo llama para hac
El sonido del celular me sacó de mi erótico sueño con mi Brisa. —Me estaba volviendo loco de lo mucho que la deseaba y nada que me daba luz verde para ir por ella. Sabía que estábamos en una especie de relación a distancia, y era por ella que no avanzábamos—. Me senté una vez vi el número.—Jaime. ¿Qué sucede?—Acaba de pasar un percance en un restaurante y tranquilo que no fue contra tu mujer y nada tiene que ver con su excuñado. —Desde hace un par de meses se refiere a Blanca de esa manera y a mí me encantaba. Porque era mía—. A tu ex el marido la golpeó mientras atendía a las señoras.—¿De qué ex me hablas?—De la morena.—¿Socorro?—La misma. Intervine, al tipo lo tienen en la cárcel y se va a tardar varios años, porque cuando se lanzó sobre Socorro se llevó por delante a Fernanda, tiene la muñeca dislocada y ya te puedes imaginar quién puso los cargos contra ese tipo. La morena no levantó cargos, por miedo.—Todo fue solucionado y ¿cómo está mi Brisa?—Por eso te llamo, sabes que
Ingresé a la habitación de la clínica donde estaba el niño y esa sonrisa al verme fue un grito de salvación.—¡¡¡David!!! —Le sonreí, me acerqué a abrazarlo, le di un beso en la frente.—Hola, campeón. ¿Me puedes decir qué te pasó? Convaleciente no puedes cuidar a las dos mujeres más importantes de tu vida hasta que te cases. —hizo muecas y puso su boquita como pollito.—No es nada. —respondió mirando hacia la ventana.—¿Ya no somos amigos?—Sí, pero en esto no me podrías ayudar.—Debes decirme para saber si puedo o no.—Es que… No tengo papá, —sus ojos se le humedecieron—. ¿Eso no lo puedes arreglar verdad?Este niño no sé qué hacía conmigo, pero lograba hacerme vibrar todas mis fibras, Adara era mi princesa y cada vez al llamarme lo hacía con mucho afecto, me había dicho que era su héroe, y ella era esa niña que nunca podría tener. Independiente de lo que ocurra con su madre, ellos los sentía míos. Sin embargo, Egan… Dios Egan él en verdad me hacía desear tanto que fuera mi hijo.»
Me tocó bañarme con agua fría. Bueno, helada, porque esa era la palabra correcta para el agua que salía en Bogotá. Me puse una sudadera para dormir un poco. Si era que podía hacerlo con todo lo vivido y sabiendo que la tenía a unos pasos de aquí.Volví a sonreír, su acto infantil me jodió por completo. ¡Carajo, qué frustración! Necesitaba beber mucha agua. Salí de la habitación y al llegar a la cocina, Blanca estaba comiendo un pedazo de postre.—¿No puedes dormir? —El grito por el susto dejó caer el plato haciendo añicos la porcelana—. Lo siento, no te muevas, puedes cortarte.Me di cuenta de que estaba descalza. ¿Dónde dejó sus zapatos? Y el vestido que se había puesto lo tenía recogido y se veía la piel de sus preciosas piernas. Fue mala idea salir. Con cuidado la tomé de la cintura y la senté en la encimera de la cocina. Aún seguía apenada.—¿Qué haces despierto?—Supongo que lo mismo que tú.Me iba a alejar para limpiar el reguero, pero estábamos tan cerca y mis manos sobre sus m