Me levanté de la banca y antes de salir del jardín de la casa cural el sacerdote volvió a hablar.—Blanca, tu actitud es admirable, —el corazón se me comprimió—. Créeme, conozco tantos conceptos y no todos los seres humanos tienen esa capacidad de respeto por sí mismo, y si a eso le sumamos la errada modernidad, y el mal enfoque de la igualdad por parte de algunas ideologías, las cuales solo están haciendo daño. Veo con tristeza cómo se dejan seducir por el entorno. —regresé un poco a la banca, el padre continuó hablando.» Hay casos de casos, hay mujeres u hombres casados y no sienten amor, en vez de terminar con esa persona o intentar a conciencia salvar la relación, lo que hacen es meter un tercero en ella. Eso es un gran error; algunos recapacitan y encausan su camino, otros se condenan.» Hay personas que están carentes de afecto porque su pareja no las trata como deberían e incluyen a un tercero con el cuento de la errada excusa de «la nueva persona llenó el vacío que tenía». En
Era el momento, David enfocó la mirada en otro punto para evitar la mía. Llegué hasta el final de su cama.—¿Qué quieres decirme?—Primero, no es molestia el venir a cuidarte. Lo hago con el mayor de los gustos, eres mi amigo.—Blanca… —esta vez sí cruzamos mirada—. Al grano.Sentí las mejillas de mi rostro caliente. ¿Por qué conmigo era tan seco? Su mirada fría con su ceja alzada esperando a que hable. Si ya de entrada me estaba cortando de esa manera tan déspota…—Nada.Di media vuelta y salí de su habitación cerrando la puerta a mi salida, pero a mitad de pasillo me detuve. Esto se debe de arreglar. Me regresé y al ingresar y él tenía la cabeza recostada en la cabecera como si algo le doliera.» ¿Por qué?Lo vi suspirar, no tengo la más bendita idea porque mi corazón bombeaba tan fuerte y mis ojos me picaban.—Porque ¿qué?—¿Por qué marcas la diferencia conmigo? ¿Por qué no me saludas como lo haces con Fernanda, Virginia, Maju, ¿o Patricia? ¿Por qué me ignoras cada vez que te pregu
Me sangré la herida por la fuerza que hice con la mano para no responder lo que quería decirle hace un rato. La hice llorar, ¡maldita sea! Tocaron a la puerta.—Adelante. —Lo que faltaba, Deacon. Espero Blanca no lo haya dicho nada.—Hola, David.—Sigue, Deacon. —Se iba a sentar en el mueble cuando abrió los ojos.—Está sangrando la herida. ¿Por qué no llamaste a Blanca? —Me le quedé mirando como si tuviera un tercer ojo.—¿Me preguntas eso? —Nos miramos.—¿Te molesta tenerla aquí?—No es eso, perdón por lo que te diré, pero me afecta tenerla cerca.Nos quedamos callados, duele sentirla cerca, embriagarme con su aroma, porque podría sucumbir en la tentación.—¿Me permites curarte? —extendí mi brazo, la verdad me ardía la herida.Después de diez minutos en un silencio absoluto, vendó de nuevo la herida, botó el material ensangrentado, se lavó las manos y se sentó en el mueble al lado de la cama.—Excelente informe, las decisiones tomadas como presidente también fueron acertadas, tienes
Le pedí el favor a Senna para que coordinara el recoger a Blanca al aeropuerto y ser llevada a su residencia. El encargado y en quien confío era en Keelan. Desde ayer, cuando me dijo Deacon, intenté llamarlo, pero no contestaba las llamadas. Apuesto mi apellido a que debía de estar en alguna intervención con relación a su enfermedad.Ya era hora de ponerme a trabajar en la historia y vida de Deacon Katsaros para saber qué era lo que tenía. Era muy de noche, mañana sábado era el matrimonio de la asistente de presidencia… La volveré a ver después del desplante hecho esa tarde cuando me fue a cuidar. En mis dos últimos viajes a Colombia no me topé con ella, entregué informes y de regreso de nuevo a Grecia.Apagué las luces, como hoy el chofer estaba a disposición de la dueña y jefa, por eso me vine en ese carrazo que tenía. Era tremenda nave. Me había acostumbrado a saludar a todos los empleados todas las mañanas y en las tardes pasaba por las instalaciones. Solo para ver quienes trabaja
Si por alguna razón cae una chispa de fuego dentro del auto, explotaremos. La tensión era palpable, en cada semáforo la miraba de reojo y ¡por Dios! Esta vez mándame una legión de ángeles para no devorarme esa bendita boca. Esta mierda dolía; verla y no poder tocarla, sentir su aroma y no poder pasar mi lengua y boca sobre ese sensual cuello. Era muy duro conformarse con nada más mirarla.Si ella supiera la cantidad de veces que la hice mía, en mis pensamientos no dejado una parte de su piel sin haber reclamado. En el pasado tuve un tiempo en el cual ya pasaban días sin pensar tanto en ella, creí que la estaba olvidando, pero Patricia me llamó y cuando la volví a ver ese día que nos encontramos en la constructora de César. Todo volvió a surgir y con más intensidad, y los celos…Una cosa era suponerlo y otra verlo. No pude hacer nada más que dejarme llevar por el tsunami de recuerdos, volví a leer su carta y me emborraché solo escuchando vallenato. El recuerdo de esa tarde cuando vi su
Blanca bajó la mirada, una vez la vi ingresar me giré. El desagradable hombre tenía a una mujer a su lado. Hablé en griego.—Señorita, si no quiere ser arrastrada, puede retirarse del brazo de este don nadie. —miré a Athan.—Es uno de los dueños de los hoteles.—No es nadie, no quiero ser un patán con usted. Pero si no se retira en uno, dos…La mujer vio la determinación en mí y una vez se hizo a un lado le estampé el puño en la nariz reventándosela. Lo agarré de la camisa a la que le habían caído gotas de sangre.» Una palabra ofensiva hacia la señora Katsaros y no te quedarán dientes. Ya deberías de entender que frente a mí no puedes ofender a una dama, ¿no fue suficiente con el dinero que le pagaste a la señorita Senna por tu abuso y la orden del juez? —Vi miedo en los ojos—. Solo eres un bocón cuando no puedes sobornar a tu oponente, en mi tierra los llamamos güevon.Lo alejé un poco, le compuse el saco, no quiero a este tipo en la boda de la secretaria de hoteles Katsaros así que
No volvió a mirarme, solo dio media vuelta y salió del salón. Salí de la pista, pero me fui al balcón. ¿Qué mierda pasó? Las manos aún me temblaban. No podía ir tras ella, me aferré a la baranda como un imán, no era conveniente en este punto de vulnerabilidad entre los dos el pedirle una explicación.—Así que eres tú. —Sanna llegó al balcón.—No te entiendo. —Me ofreció una copa de champán—. Estoy conduciendo.—Solo es una. No te preocupes por la señora Katsaros, este es uno de sus hoteles, alguien del servicio de transporte la llevará a su casa.—Gracias. —Me sentía más tranquilo. La novia seguía mirándome.—Sí que sabe escoger caballeros. —Fue su comentario.—Señorita, Senna.—Ya estoy casada, desde ahora señora Senna, conservaremos nuestros apellidos, pero ahora señora.—Me queda claro. —intenté sonreír.—Si no saliste corriendo tras ella es porque la respetas, sí aún no te has casado es porque aún la sigues amando.—¿De qué hablas? —Ella no puede saber nada.—Blanca y yo ingresamo
Me quedé estática en la habitación, había quedado así sin poder analizar, en realidad, a lo que se refirió David con eso de que Deacon se encontraba en una clínica y necesitaba un familiar. Si fuera otra persona diría; era una broma; pero era David Guzmán, un hombre de palabra, serio… además desde que nos reencontramos en lo del secuestro de Maju jamás había llamado a mi celular.También dijo: Deacon no sabe, entre más pasaba el tiempo, más preguntas me asaltaban. Sonó la notificación de haber recibido un mensaje al celular. Miré y era del número que hace un momento me había llamado, guardé el remitente como David y abrí. Volvió a sonar, el primer mensaje era la foto de una tarjeta de presentación de un hospital oncológico, me senté al borde de la cama. —Las manos me temblaron. No, no podía ser.Mi mente recordó el día cuando salió de la consulta antes de venir a vivir a Colombia. En esa ocasión lo obligué a que fuera a la cita porque lo notaba fatigado, —como se encontraba ahora de n