Habían pasado dos semanas, mañana viajaba con todo el informe de lo realizado en este tiempo en la compañía. El tal Athan debía odiarme, le quité el chorro de dinero con el que se pavoneaba la gran vida, ya el señor Magalo estaba recopilando toda la información de los pagos que no tenían justificación e iban a la cuenta del hermano de Deacon. Vaya modo de robo y se pavoneaba en toda la sociedad como un hombre correcto.Algo debía de agradecerles a las amantes de dicho personaje era que dejaron todos los movimientos registrados. Asumo que al saber que no era correcto, guardaron las pruebas por si las culpaban y mira que ahora eran nuestra mejor prueba. No obstante, yo seguía insistiendo en que esto lo hubiera hecho el mismo Deacon.Las dos mujeres eran las amantes y no sabían, aparte que las dejó en un lío judicial las engañó, y los celos de una mujer suelen jugar un papel importante. En mi caso fue favorable, hablaron, ya teníamos sus testimonios. Adicional a esto, también tenía compr
Terminé de acomodarle los botones de la camisa a mi marido, me guiñó un ojo, me hizo girar para mostrarle cómo me veía.—Te ves preciosa mi Torbellino latino.—Y tú estás rebueno mi madurito, por cierto, en quince días te aparté una cita médica. —arrugó la frente—. No se me olvidó, y me puedes decir misa, pero tu pérdida de peso y ese cansancio constante no me gusta, aunque no te he visto vomitar desde esa vez. —Lo señalé con el dedo—. Y vas al médico Deacon Katsaros. —Como digas. Ahora vamos, no soy partidario de llegar tarde a ningún lado.Nos despedimos de los niños, se quedaron con Margot viendo películas. Tomé la botella de un vino finísimo que le compró Deacon para regalárselo a Carlos. Él condujo hasta llegar a la Piqueria, unas cuadras antes de llegar, el carro se detuvo por el semáforo y vi a Julieta Lara, parecía enojada, al mirar más allá se encontraba con su esposo. ¿Estarían peleando? Deacon arrancó e ingresó a la cuadra donde quedaba la discoteca buscando dónde parquear
—Me comprometo a ser su lazarillo hasta que se encuentre bien, —dijo, parecía una niña bien regañada—. Todas nos turnaremos durante su convalecencia.—Es lo mínimo que podrían hacer. ¡Todas ustedes!Ahora nosotras también bajamos la cabeza, vimos a Benjamín llegar y Maju fue la primera en abordarlo. Nos dirigimos a su encuentro.—Tranquilos, ya está consciente. No se encuentra grave, pero si muy adolorido, debemos agradecer que el carro tal vez no iba tan duro.—Tenía mucha sangre. —intervino Deacon.—Sí. Tiene una fisura en su hombro y brazo derecho, el izquierdo tiene una profunda y extensa cortada, por lo dicho, en esa mano tenía la botella de regalo para el cumplimentado, al impactar con el carro al reventarse con el vidrio se cortó. Hoy no lo podrán ver, mañana pueden visitarlo, solo el capitán podrá pasar. Él sabe quién lo arrolló, del resto tiene moretones por todo el cuerpo.Media alma regresó a mi cuerpo, tomé de la mano a mi marido, sentí el beso en mi frente. Nos despedimos
Deacon llevó a los niños al colegio, de ahí pasaba a las oficinas de Alejo. Por mi parte, yo necesitaba hablar con alguien para ayudarme a centrar mis ideas y más ahora que debía ir a cuidarlo. Me arreglé, salí en busca de la persona que podría ayudarme. Llegué a la iglesia, entre semana ofrecía dos eucaristías, a las siete de la mañana y de la noche, no había nadie, así que me dirigí a la casa parroquial. Toqué, pero nadie me abrió.—¡Buenas!—Buenos días, Blanca.Giré, el padre se encontraba en su jardín, tenía guantes y la tijera de jardinería, su delantal demostraba que ya tenía horas trabajando con la tierra.—Mi jardinero tiene resfriado y la jardinera principal anda embarazada, así que tocó meter mano a la tierra, —dijo sonriendo—. Ya me hacía falta.—Buenos días, padre.Me hizo señas para sentarme en la banca. A un lado ahora había una mesita. Su actitud me dio a entender que no se ha sorprendido por mi visita.—Sí, es nuevo, como en los últimos meses la banca se ha convertido
Me levanté de la banca y antes de salir del jardín de la casa cural el sacerdote volvió a hablar.—Blanca, tu actitud es admirable, —el corazón se me comprimió—. Créeme, conozco tantos conceptos y no todos los seres humanos tienen esa capacidad de respeto por sí mismo, y si a eso le sumamos la errada modernidad, y el mal enfoque de la igualdad por parte de algunas ideologías, las cuales solo están haciendo daño. Veo con tristeza cómo se dejan seducir por el entorno. —regresé un poco a la banca, el padre continuó hablando.» Hay casos de casos, hay mujeres u hombres casados y no sienten amor, en vez de terminar con esa persona o intentar a conciencia salvar la relación, lo que hacen es meter un tercero en ella. Eso es un gran error; algunos recapacitan y encausan su camino, otros se condenan.» Hay personas que están carentes de afecto porque su pareja no las trata como deberían e incluyen a un tercero con el cuento de la errada excusa de «la nueva persona llenó el vacío que tenía». En
Era el momento, David enfocó la mirada en otro punto para evitar la mía. Llegué hasta el final de su cama.—¿Qué quieres decirme?—Primero, no es molestia el venir a cuidarte. Lo hago con el mayor de los gustos, eres mi amigo.—Blanca… —esta vez sí cruzamos mirada—. Al grano.Sentí las mejillas de mi rostro caliente. ¿Por qué conmigo era tan seco? Su mirada fría con su ceja alzada esperando a que hable. Si ya de entrada me estaba cortando de esa manera tan déspota…—Nada.Di media vuelta y salí de su habitación cerrando la puerta a mi salida, pero a mitad de pasillo me detuve. Esto se debe de arreglar. Me regresé y al ingresar y él tenía la cabeza recostada en la cabecera como si algo le doliera.» ¿Por qué?Lo vi suspirar, no tengo la más bendita idea porque mi corazón bombeaba tan fuerte y mis ojos me picaban.—Porque ¿qué?—¿Por qué marcas la diferencia conmigo? ¿Por qué no me saludas como lo haces con Fernanda, Virginia, Maju, ¿o Patricia? ¿Por qué me ignoras cada vez que te pregu
Me sangré la herida por la fuerza que hice con la mano para no responder lo que quería decirle hace un rato. La hice llorar, ¡maldita sea! Tocaron a la puerta.—Adelante. —Lo que faltaba, Deacon. Espero Blanca no lo haya dicho nada.—Hola, David.—Sigue, Deacon. —Se iba a sentar en el mueble cuando abrió los ojos.—Está sangrando la herida. ¿Por qué no llamaste a Blanca? —Me le quedé mirando como si tuviera un tercer ojo.—¿Me preguntas eso? —Nos miramos.—¿Te molesta tenerla aquí?—No es eso, perdón por lo que te diré, pero me afecta tenerla cerca.Nos quedamos callados, duele sentirla cerca, embriagarme con su aroma, porque podría sucumbir en la tentación.—¿Me permites curarte? —extendí mi brazo, la verdad me ardía la herida.Después de diez minutos en un silencio absoluto, vendó de nuevo la herida, botó el material ensangrentado, se lavó las manos y se sentó en el mueble al lado de la cama.—Excelente informe, las decisiones tomadas como presidente también fueron acertadas, tienes
Le pedí el favor a Senna para que coordinara el recoger a Blanca al aeropuerto y ser llevada a su residencia. El encargado y en quien confío era en Keelan. Desde ayer, cuando me dijo Deacon, intenté llamarlo, pero no contestaba las llamadas. Apuesto mi apellido a que debía de estar en alguna intervención con relación a su enfermedad.Ya era hora de ponerme a trabajar en la historia y vida de Deacon Katsaros para saber qué era lo que tenía. Era muy de noche, mañana sábado era el matrimonio de la asistente de presidencia… La volveré a ver después del desplante hecho esa tarde cuando me fue a cuidar. En mis dos últimos viajes a Colombia no me topé con ella, entregué informes y de regreso de nuevo a Grecia.Apagué las luces, como hoy el chofer estaba a disposición de la dueña y jefa, por eso me vine en ese carrazo que tenía. Era tremenda nave. Me había acostumbrado a saludar a todos los empleados todas las mañanas y en las tardes pasaba por las instalaciones. Solo para ver quienes trabaja