Enzo quedó impresionado con todo ese relato. Su mirada se cubrió de una irrisoria nostalgia al recordar a su familia, sin embargo, no hizo ningún comentario, entonces ingresaron al enorme comedor equipado con gran cantidad de mesas rectangulares y sillas para atender a los comensales. —Siéntate Enzo —sugirió Katty— voy a la cocina, quiero ver si no necesitan mi ayuda. Él tomó asiento en una de las sillas plásticas, mientras Katty caminaba al sitio en donde preparaban los alimentos, Enzo, observó la fila de ancianos, que se formaba para recibir su comida. Cada uno tomaba su plato y las señoras encargadas de servir, les colocaban los alimentos de acuerdo a lo que cada uno podía comer. En el centro comunitario se les hacía revisiones periódicas en los dos dispensarios médicos: el uno a cargo de la doctora Ana Cristina amiga de Ariadna, quien atendía en medicina general, pero se especializaba en ginecología y obstetricia. El otro era atendido por: Leo González, gran amigo del padre de
Días después.Isabela arrugó su ceño al no tener respuesta a las varias llamadas que le hizo a Katty, bufó al recordar lo distraída que era su mejor amiga, entonces miró el reloj para corroborar que a esas horas Nando se hallaba fuera de casa y de esa forma visitar a los García con calma.Tomó su cárdigan fucsia, se lo colocó encima cubriendo la blusa de tiras blancas que llevaba ese día, junto a sus ripped jeans y sus infaltables botines de plataforma y tacón de aguja. Cargó su bolso en el codo y salió de su residencia. Isabela caminaba con parsimonia por el jardín que conducía de su casa a la puerta trasera de la vivienda de Katty, mientras revisaba su móvil, extrañada de no tener ningún mensaje, ni llamada de su novio.Los dedos de la chica tocaron la madera de la puerta de la cocina, esta se abrió apenas dio el primer golpe.—Buenas tardes —saludó ingresando a la habitación, entonces miró encima de la mesa de desayunar varias rodajas de jamón serrano, queso, tomate, lechuga y unas
Minutos después apareció de nuevo en la sala frente a Nando, el chico enseguida notó la palidez en el rostro de Isa y sus ojos acuosos.—¿Estás bien? —cuestionó con preocupación.—Sí —respondió ella— debo volver a casa, no tarda en llegar Katty.Nando centró su mirada en Isa, no se quedó muy convencido de la explicación de ella.—Sabes bien que reconozco cuando mientes —expresó—, el tono de tu mirada cambia, y te tiembla el labio inferior.Isa se enrojeció al escucharlo, inclinó sus parpados.—Es el cambio de comida, es todo —comentó, volviendo a sentarse.El diario de una pasión empezó a reproducirse, los jóvenes miraron atentos como se iba desarrollando el romance imposible entre Noa y Ally.—¿Harías todas esas locuras por una chica? —cuestionó Isabella.—Conoces bien esa respuesta —expresó Nando, pausando la película, giró su rostro, tomando por la barbilla el de Isa—; por ti soy capaz de eso y más —mencionó y sin pensarlo un segundo más, sus labios se apoderaron de los de ella.Is
Enzo se quedó estático, sorprendido ante aquel inesperado beso que le estaba brindando a Katty. Se cuestionó por segundos si hacía bien al corresponderla, entonces recordó a su novia y sabía que Isabella no se merecía una traición; sin embargo, le era muy difícil negarse ante la atracción que ejercía sobre él, aquella dulce y tímida jovencita.Ese roce de los labios de Katty sobre los de Enzo, se estaba convirtiendo para ella en su primer beso. Pensó que todo terminaría ahí, porque era consciente que aquel hombre que despertaba en ella un sinnúmero de emociones desconocidas, era: prohibido, entonces estaba por despegar su boca de la del caballero, cuando los dedos de Enzo la tomaron de la cintura, y profundizó aquel contacto.Katty, entreabrió sus labios con timidez, sus piernas temblaban. Se sostuvo de los fuertes brazos de Enzo, para no caer, entonces la lengua de él, hizo contacto con la suya, provocándole un cosquilleo que encendió todo su ser, sus mejillas se tiñeron de carmín, p
Katty, asintió, enseguida él sacó su pañuelo y se lo brindó; la jovencita limpió su rostro empañado de lágrimas, entonces aspiró aquel varonil aroma ambarino. Enzo para relajarse encendió el reproductor de su BMW. Las notas de: «Alucinado by Tiziano Ferro» acompañaba la travesía, mientras Katty, observaba las luces de los edificios a su alrededor. «Perdona si no te hablo bajo, si no lo grito muero, te he dicho ya, que te amo» tarareaba Enzo, susurrando. Katty, ladeó sus labios, sonriendo; luego de varios minutos llegaron al lujoso edificio donde él residía. Al ingresar y cuando las luces se prendieron, la joven contempló la ciudad desde aquellos grandes ventanales, además de quedar fascinada por la moderna decoración, entonces tomó asiento en uno de los finos sillones de piel gris, que contrastaban con el color aceituna de las paredes, en donde colgaban hermosos cuadros con paisajes romanos. —Tienes un departamento muy bonito —comentó Katty. Enzo, sonrió mientras le servía un vaso
Isabella arrugó el ceño, al sentirse de nuevo burlada por Nando, sin embargo, cuando los labios de él se apoderaban de los suyos, las fuerzas la abandonaban y lo único que hacía en esos momentos era corresponder.Los labios de Nando, se posaron del cuello de Isa. Ella cerró sus ojos y hundió su cabeza en la almohada. Fernando se dejaba embriagar de aquel aroma a rosas y miel que tanto le fascinaba, enredó sus dedos en la espesa cabellera oscura de la joven, entre tanto las manos de Isabella, le recorrían la espalda.—¿Por qué son las cosas tan difíciles contigo? —cuestionó, al momento que abandonó los labios de Isa.—Porque siempre me mientes, me engatusas, para luego... burlarte de mí, como ahora, en este instante, que fingiste estar muy ebrio para meterte en mi cama —reclamó mientras su labio inferior temblaba.—Era el único recurso, solo así me ibas a escuchar —explicó Nando, susurrando, muy cerca de los tentadores labios de ella—, cuando estoy a tu lado, el mundo entero desaparece
Isabella, al escuchar que Nando, estaba desaparecido, sintió una punzada en su pecho, su mirada cambió de tono, palideció más de lo que ya estaba ante el cuestionamiento de su madre. —No sé nada de él —respondió—. Necesito descansar por favor —solicitó mirando a su padre, quién la cargó en sus brazos y la llevó a la habitación. Diana no se quedó tan tranquila ante aquel desmayo de su hija, enseguida caminó junto a los esposos García a la sala, tomó su móvil para llamar al médico personal de la familia. Katherine se acercó a ella y le susurró al oído. —Necesito comentarte algo. Diana observó a Kate, tratando de adivinar en la mirada de su amiga de qué se trataba, entonces señaló con su mano hacia el jardín. —Ya regreso, cariño —indicó Kate, acercándose a besar a su esposo, para luego seguir a su amiga. —¿Qué sucede Katherine? —averiguó la señora Vidal, invitando a su amiga a tomar asiento en una banca de hierro forjado. —Katty me contó que, en la fiesta de ayer Isabella y Nando,
La penumbra envolvía la habitación de Nando, lo que quedó de la mañana y toda la tarde durmió producto de la borrachera del día anterior.Parpadeó un par de veces al momento que las luces se encendieron, talló sus ojos y cuando pudo enfocar bien su vista, el rostro de su madre apareció ante él.—Debes tener hambre —comentó Kate, mientras le acercaba la bandeja con el humeante caldo de pescado para aliviar la cruda—. Dice tu papá que esta sopa es buena para el malestar que tienes.—Gracias, mamá —respondió el joven, observándola con ternura—. Lo lamento— Se disculpó con ella, inclinando su mirada.—No pude dormir, pensando que algo malo te había sucedido —recriminó Kate—, pero no vine a reprocharte —expuso sentándose en la cama— cena, mientras charlamos.Nando, asintió, se incorporó para servirse la sopa que su madre había preparado para él.—¿De qué deseas hablar? —investigó.—Sobre Isabella.Nando, dejó a un lado la cuchara, sus manos se posaron en su cabello enmarañado.—No deseo ha