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De repente, Alina sintió un mareo y se apoyó en su cabeza con la mano. Pero al darse cuenta de que William, que la había llamado, estaba sentado en la sala contigua todo el tiempo, su rostro se volvió pálido y agarró el borde del sofá con fuerza. Se giró para mirarlo y en ese momento pareció comprender por qué la llamaba.

——Eso no significa nada, ¿sí?

——En efecto, no significa nada——, respondió Brock con un encogimiento de hombros, recostándose en el respaldo de la silla. 

Una es un amor puro de la infancia, la hija de un magnate del petróleo estadounidense, y la otra es una chica común y otra es debido a una aburrida apuesta en la mesa de vino...

Cualquier persona normal sabe cómo elegir.

——Y el resultado no deja lugar a dudas. Pero lo más triste es Alina. Pensaba que era

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