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——Ay, no aprietes tan fuerte, duele——, dijo Alina, dejando el tazón por temor a derramarlo sobre su ropa. Cuando intentó soltarse, él la levantó y la sentó en su regazo.

Al sentirlo, la cara de Alina se puso roja sin control. Aunque llevaban mucho tiempo juntos, ella aún se sonrojaba, porque el chico frente a ella siempre jugaba y a menudo sorprendía en lugares inesperados...

——Necesitas ver esos documentos, no te molestaré más. Estás ocupada...——, dijo apresuradamente.

——No estoy tan ocupado——, respondió él con una leve sonrisa, bajando los tirantes de ella. La escena ante sus ojos lo hizo oscurecerse repentinamente, como si una sombra lo cubriera.

Pronto, desde el estudio, se escucharon los gemidos de la chica, apenas soportables. A través de la rendija de la puerta, se podía ver c&oacu

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