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Nunca imaginó que criando una Cymbidium Erythrostylum podría ganar cuatro o cinco mil. Alina necesitaba dinero para sus gastos diarios y aun así podía comprar regalos para su familia. Ahora que lo piensa, esos regalos debieron costar mucho. 

Karina recordaba un par de zapatos que le había comprado, supuestamente con un descuento de veinte, pero ahora probablemente ese descuento solo fue una fracción del precio real.

Miró el rostro de su hija, su piel suave y blanca, con algo de gordura de bebé. Se sintió conmovida al pensar en lo afortunada que era. Cada vez que pensaba en que algún día tendría que dejarla ir para casarse, le dolía el corazón. 

Comenzó a sollozar, lo que confundió a Alina. Alina solo pudo consolarla prometiendo estudiar duro, ir a una buena universidad y hacerla sentir orgullosa.

Karina probablemente se quedaría

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