Como Jazmín estaba sola, le dijimos que fuera con nosotros a almorzar. No quiso aceptar en primera instancia, pero Arthur puso su mejor cara de gatito con botas y ella terminó aceptando y abrazándolo con mucho cariño. Quizás era, como su figura paterna, ya que estaba sola en este país y Arthur siempre se preocupaba de las chicas, vivía al pendiente de ellas. Qué si les faltaba algo, qué si comieron, si durmieron bien, si les dolía algo. A veces me sentía la madre de ellas. Era muy gracioso. Ellas simplemente, se dejaban querer por Arthur y aceptaban todo lo que él les decía. Me encantaba la relación que habían creado en este intenso año.Almorzamos en un restaurante muy hermoso. Comimos, nos reímos mucho y disfrutamos al máximo de la compañía que nos brindábamos. Cuando terminamos de comer, ya eran las cuatro de la tarde. El tiempo pasó volando. Volvimos a casa y le dije a Jazmín que se fuera con nosotros, que había habitaciones suficientes para que tomara una y descansara ahí, hasta
A la mañana siguiente, desayunamos juntos, con las chicas como invitadas. Nos reímos mucho, Milly y Henry estaban contentísimos con las chicas, supongo que también las consideraban como a unas hijas. Una hora después, Laura y Lily se despidieron, y se marcharon a celebrar con sus familias y Jazmín se fue a hacer sus maletas, porque en la noche debía viajar a México para pasar dos semanas con sus padres. Arthur le había cambiado los pasajes a primera clase ida y vuelta, pero Jazmín no sabía. Era el regalo de graduación de Arthur para Jazmín. Me sentía completa, ¿qué más le podía pedir a la vida? Durante el día, Arthur y yo disfrutamos del sol y de la piscina.— ¿Has practicado el sexo en la piscina? — Me preguntó Arthur, mientras estaba flotando boca arriba y él estaba a mi lado, vigilando que no me hundiera.—No… Nos pueden ver, ni se te ocurra— Le dije alzando la voz un poco y bajando los pies para tocar el suelo.—Shhh nadie nos verá, me agacharé un poco en este rincón de la piscina
La semana siguiente, fue extraña. Arthur llegaba tarde cada noche y molesto. Al parecer, tenía problemas con uno de los socios del bufete de abogados, del cual, Arthur, era socio mayoritario. Henry no me pudo contar mucho, porque solo sabía lo que había escuchado en el auto mientras Arthur les decía a sus abogados “que debían frenar las intenciones del pendejo de Miller”. Yo no entendía nada, solo sabía que la familia Miller poseía la otra parte de las acciones del bufete. En toda la semana, solo se limitó a hablar con monosílabos, a estar callado durante las cenas y los desayunos, con mirada de enfado y negando a ratos, como si estuviese en una constante lucha interna en su mente. No hicimos el amor en todas esas noches, porque se la pasaba en su oficina ¡Qué fastidio! Para el viernes, ya no aguantaba su mal humor. Ese día llegó tarde. Ni siquiera pidió disculpas por llegar tarde a la cena. Mucho menos le importó que Milly y yo lo estuviésemos esperando con la mesa servida. Simplemen
Después de esa noche de viernes, todo cambió, definitivamente. El lunes siguiente, Arthur se quedó en casa durante la mañana, hizo que sus abogados fueran a la casa y los atendimos en la oficina.—Señores, buen día, gracias por venir tan temprano.—Señor Brown, no hay problema— comentó Natanael amablemente —Díganos en qué podemos ayudarlos.—Necesito que…— Arthur me dio una mirada fugaz —Asesoren a Ivanna en todo lo relacionado a su unión en los negocios. Como sucedió el viernes pasado, Ivanna firmó y ahora es mi socia en partes iguales en todos los negocios. Como yo no puedo desatender las empresas, necesito que ustedes, junto a Lucía, mi secretaria, habiliten la oficina que está al lado de mi oficina, en la empresa, y que esté lista para mañana a primera hora, y que eventualmente, ustedes le enseñen todo a Ivanna. Yo también lo haré, pero esta semana tengo varias reuniones, por lo que, me será difícil estos días, y los necesito para que la integren lo más rápido posible— ¿Lucía, su
Siete años después…Estaba sumida en mis pensamientos, mirando por la ventana que formaba una pared en mi oficina y que me mostraba todo el centro de la ciudad. El día estaba gris, como mi vida en esos días. Para ser el último viernes de enero, estaba muy feo. No paraba de pensar en la semana anterior, en esos siete hermosos años de matrimonio, en todos los momentos que habíamos vivido con Arthur y nuestra familia. Me sentía nostálgica. Me sentía triste. Pero era imposible que estuviese todo el día en ese estado anímico. Debía ser fuerte... Por un segundo, agradecí que la oficina de Arthur y la mía estuviesen separadas por una pared de concreto, así él no me veía estar pensativa. El resto de la oficina era toda de vidrio, pero esa pared, entre él y yo, era mi salvavidas cuando quería perderme en mis pensamientos.La apertura de la puerta de mi oficina me sacó de mis pensamientos, volteé y vi a Arthur entrar con esa sonrisa que me encantaba y me desarmaba completamente.—Hola, cariño,
El inicio de la semana siguiente fue extraño. El lunes, Arthur despertó de muy mal humor. No sabía qué le ocurría. Algo lo preocupaba, pero no sabía qué. Estuvo todo el día con un humor de perros. El martes, me sentía rara. Como cuando tienes un presentimiento, pero aún no te das cuenta de que realmente es un presentimiento, hasta que pasa algo malo. Solo me había sentido una vez así en mi vida y fue cuando mi madre murió. En la tarde, Arthur me citó en su oficina. La sorpresa que me llevé cuando vi a los abogados sentados en la mesa de reuniones que tenía Arthur en la oficina. Lo primero que pensé, fue que Arthur se quería divorciar de mí. Pero deseché esa idea cuando lo vi acercarse a mí con una sonrisa hermosa, pero algo extraña, para darme un beso en los labios.—Cariño, gracias por venir.—Arthur, no es como si trabajáramos en los extremos del país.—No seas irónica, Ivanna. Siempre te extraño. Todo el día, a cada momento— me soltó el rostro y caminó hacia la silla que estaba a s
Llegué a la sala de urgencias antes que ingresaran a Arthur. Fueron los minutos más largos de mi vida. El miedo que sentía en ese momento era peor que todos los episodios de miedo que había tenido en la vida. No sabía con exactitud cuántos minutos se habían demorado, pero cuando los vi entrar corriendo, sentí que mi mundo se desmoronaba. En la camilla iba Arthur, inconsciente, con una mascarilla de oxígeno y los paramédicos gritando como locos, enfermeras corriendo tras la camilla, Milly y Henry corriendo hacia mí, y yo estática, viendo cómo se llevaban al amor de mi vida y desaparecían tras una puerta que decía “prohibido el paso, solo personal autorizado”.Estaba en shock y no sabía cuánto tiempo había pasado, cuando vi que Milly me abrazó y mis ojos se llenaron de lágrimas. No entendía nada. Esa mañana, él tenía hora con el doctor a las once y cuando me despedí de él, estaba bien. Muy dormido, pero bien. Logré salir del estado de shock y miré a Milly, tomándola de los brazos.—Mamá
Seguía sin saber cuánto tiempo llevaba al lado de Arthur, cuando entraron sus hermanos y sobrinos, continuando con la ronda de llantos, abrazos y súplicas hacia Arthur, para que despertara. Yo solo acariciaba su brazo y le daba besos en su frente, pensando que el calor de mis besos, lo despertaría en algún momento. Tenía una semana, era tiempo suficiente para lograr que despertara a como diera lugar. En algún momento, pensé que los abogados habían hecho una petición especial al hospital, porque en la habitación había muchas personas. Los miré a todos, mis cuñados, mis sobrinos, los abogados, Milly y Henry y mis amigas, quienes, cuando llegaron, le hablaron enojadas a Arthur para que despertara, diciéndole que no las podía dejar solas en ese mundo tan cruel, mientras se abrazaban las tres. Yo no quería que nadie me tocara ni me sacara del lado de mi Arthur. Debían haberlo deducido solos, porque nadie me habló, ni tocó, ni trató de sacarme de su lado. Me sentía ida, me sentía perdida, n