Capítulo 24Luciano respiró profundamente, tratando de calmar la tormenta que se desataba en su interior. La mansión, que alguna vez había sido su refugio de tranquilidad ahora parecía un campo de batalla con el personal corriendo hacia todas partes. Las cajas apiladas en la entrada llenas de recuerdos de Emiliano fue lo primero que vio al volver, eran un recordatorio doloroso de lo que estaban perdiendo, pero no entendía por qué estaban sus cosas ahí en primer lugar.— ¿Qué se supone está pasando aquí? — preguntó Luciano a los empleados con su voz firme, pero con un matiz de preocupación.— Señor, bienvenido. Su madre ha ordenado que se saque todo lo del señor Emiliano — respondió uno de los sirvientes, con la mirada baja — No sabemos qué hacer con todo así que lo ponemos en caja para preguntarle después.Al escuchar eso Luciano sintió una punzada de frustración en su interior. No podía permitir que su madre destruyera todo lo que Emiliano había construido por más vil que hubiese sid
Capítulo 25Amara se encontraba tranquila en su habitación, rodeada de recuerdos de su padre y de momentos compartidos con él. Siempre que este venía a verla y luego se iba se llenaba de recuerdos que siempre atesoraba con cariño.La luz del sol entraba a raudales por su ventana, pero su corazón estaba en la penumbra. La ausencia de su padre se sentía como un vacío abrumador, y la nostalgia por Luciano se había convertido en una constante en su mente. Cada vez que pensaba en él una mezcla de calidez y tristeza la invadía, recordando la conversación que habían compartido en aquel jardín. Esa había Sido una experiencia que no olvidaría porque en el fondo sabía que él solo lo veía como una mujer fea. Sin embargo, esa mañana, al salir de su habitación un dolor punzante en su pecho la sacudió. Era un dolor que no podía ignorar, ni explicar, era como si una sombra oscura se cerniera sobre ella sin dejarla resolver. Sin pensarlo dos veces aún con los latidos de su corazón a mil por horas, t
Capítulo 26La atmósfera en la mansión era densa, impregnada de un silencio reverente que solo se interrumpía por los murmullos de condolencias y el suave susurro de los asistentes. Luciano, vestido completamente de negro se encontraba en un rincón, observando la caja fúnebre que contenía el cuerpo de Emiliano. La figura del hombre que había sido su mentor, su padre, su guía y, al mismo tiempo, su traidor, lo llenaba de una mezcla de tristeza y rabia que trataba de disimular ante los presentes.Mientras la gente se acercaba a él para ofrecer sus respetos, Luciano se sentía cada vez más distante y solo quería salir de ese lugar. La muerte de Emiliano había dejado un vacío en su vida, pero también había desatado una tormenta de emociones que lo mantenía en un estado de alerta constante. La idea de que su madre pudiera ofrecerle dinero a Amara por la receta lo inquietaba ¿Era realmente lo que Emiliano habría querido? No lo sabía y a esas alturas no quería saberlo; solo sabía que ahora él
Capítulo 27Luciano se encontraba en el despacho de su padre, el último lugar donde lo había visto, rodeado de un silencio abrumador que parecía pesar sobre sus hombros. La atmósfera era densa, impregnada de recuerdos y de la reciente pérdida. Además, la cremación del cuerpo de su padre había sido un momento difícil para él, pero lo que realmente lo atormentaba era la inminente lectura del testamento y la necesidad de comunicarse con Amara.Mientras sostenía una copa de whisky en su mano, sus pensamientos se deslizaban hacia las palabras de Matías, su abogado. La obligación de que Amara estuviera presente en la lectura del testamento lo llenaba de ansiedad cada vez que pensaba en eso. Ahora no solo tendría que ofrecerle dinero por la receta, sino que también tendría que enfrentarla y decirle que su padre había muerto. La idea de mirarla a los ojos y ser el portador de esa devastadora noticia lo llenaba de un profundo sentimiento de culpa. Él había sido testigo de su afectuosa despedi
Capítulo 28La mañana en la mansión era inquietantemente silenciosa para muchos. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando los rincones de la casa que, a pesar de su esplendor, parecía estar envuelta en una atmósfera de luto por la reciente perdida. Luciano, aún vestido de negro, se sentó en la mesa del desayuno, sintiendo el peso de la tristeza y la culpa que no lo dejaban probar bien su comida.De repente, la puerta del comedor se abrió y Lucrecia apareció por esta deslumbrante en uno de sus mejores vestidos. Su presencia era casi chocante en contraste con el ambiente sombrío que reinaba en todo la casa. Ella caminaba con la confianza de una estrella de cine, como si la muerte de su esposo no hubiera dejado una marca en su vida. Era como si este nunca hubiera existido y Luciano la observó en silencio totalmente incrédulo, sintiendo una mezcla de frustración y desdén.— Buenos días, hijo mi — dijo Lucrecia con una sonrisa que alcanzaba sus ojos — Espero que esté
Capítulo 29Después de muchas horas de vuelo, Luciano se dirigió en un auto hacia la casa de Amara, pero el peso de la culpa y la tristeza lo acompañaban en cada kilómetro que avanzaba. El viaje había sido muy largo y agotador, y su mente estaba llena de pensamientos oscuros sobre lo que iba a enfrentar. Sabía que debía ser el portador de una noticia devastadora, y la idea de hacerlo lo llenaba de una ansiedad constante.Al llegar, vio a Esteban, el tío de Amara, parado justo en la entrada de la puerta mirando hacia la nada. Sin embargo, este al verlo llegar se acercó rápidamente, sintiendo que su corazón latía con fuerza dentro de su pecho.— Hola, Esteban — saludó Luciano tratando de mantener la compostura.— Luciano, muchacho —respondió Esteban, con una expresión seria — ¿Cómo estás? ¿Por qué estás de vuelta tan pronto?— Bueno, es que vine a ver a Amara. Debo hablar con ella— dijo Luciano sin rodeo alguno en sus palabras.Esteban lo miró con una mezcla de preocupación y seriedad.
Capítulo 30Amara se encontraba en su habitación, sumida en un mar de lágrimas por la perdida que acababa de sufrir. La noticia de la muerte de su padre la había golpeado con una fuerza devastadora y su mente se negaba a aceptar la realidad que le habían dicho. Cada palabra que Luciano le había dicho resonaba en su cabeza como un torbellino, pero no podía dar crédito a lo que había escuchado. La idea de que nunca volvería a ver a su padre la llenaba de un dolor insoportable y se acordaba claramente de cuando también había perdido trágicamente a su madre.Mientras recordaba su última conversación con su padre, una punzada de culpa le atravesó el alma. Había sentido que algo no estaba bien cuando esté vino a verla, pero había ignorado esa intuición en más de una oportunidad. Ahora, con lo sucedido, se daba cuenta de que había perdido la oportunidad de despedirse, de decirle cuánto lo amaba y cuánto significaba para ella. La tristeza la envolvía como una manta pesada y el llanto se conv
Capítulo 31El silencio en el jardín se había vuelto más llevadero para ambos, pero Luciano sabía que no podían permanecer en esa burbuja de tristeza para siempre. Amara había comenzado a calmarse, pero la realidad de la situación seguía pesando sobre ellos por más que quisiera meditar. Sin embargo, ahora que la situación estaba más calmada era el momento de hablar y de enfrentar lo inevitable.— Amara — comenzó a decir Luciano, sintiendo que su voz temblaba ligeramente — Sé que en este momento estás sufriendo y yo también lo estoy, pero hay algo verdaderamente importante que debemos discutir. Es muy importante que sea ahora.— ¿De qué se trata? —preguntó con voz suave y levantó la vista para poder prestarle más atención. Sus ojos aún llenos de lágrimas, pero con una chispa de curiosidad veían a Luciano, en espera de lo que este tenía que decirle.— Antes de morir tu padre dejó escrito su testamento —dijo él sintiendo que el peso de las palabras lo aplastaba— Ayer en la noche el aboga