Bueeeeno que se nos viene a poner interesante la cosa para estos dos jeje Gracias por leer!!
DamianNunca, y digo, nunca llevo a nadie a mi casa. Mucho menos a una mujer, y menos aún una mujer en el estado en el que está Emma ahora mismo, entre medio ebria y nostálgica, apoyada contra la ventanilla y perdiéndose en la ciudad que pasa ante sus ojos.Sus ojos reflejan una mezcla de tristeza y desinhibición que no puedo ignorar, una que ya he visto en otros rostros antes, pero que, viniendo de ella, me produce algo que no soy capaz de definir.En realidad, en lo único que puedo pensar es en que debería llevarla a casa de su amiga. Es lo lógico y lo sensato. Pero la idea de Emma, bailando sola en medio de la pista del bar, rodeada de extraños que intentan acercarse más de la cuenta, logra algo en mí que, sin entender por qué, me impidió hacerlo.Y ahora, aquí estoy, llevándola directamente a mi casa y decidiendo ignorar las consecuencias.Nos detenemos en un semáforo y Emma, tras varias canciones pasadas de una a otra como si buscara un canal de radio en pleno caos, se detiene
EmmaDespierto con un dolor de cabeza tan intenso que siento como si cada latido fuera un martillazo en mis sienes. Mis extremidades pesan como plomo y el cuerpo entero parece que me ruega por agua y descanso. Me regaño internamente, ¿Por qué demonios tuve que beber tanto? Y peor aún, no recuerdo cómo llegué a casa, ni siquiera sé si le avisé a Melissa. Miro alrededor con ojos aún entornados, esperando ver las paredes conocidas del apartamento de mi amiga, pero… este no es el cuarto de Melissa. Ni de cerca.Mi respiración se ataca al tomar la habitación con la mirada y ver que, definitivamente, no es donde debería estar. Las paredes, el mobiliario… nada aquí tiene sentido. Mi corazón se acelera, golpeando fuerte y rápido contra mi pecho mientras trato de ordenar las ideas. Mis ojos recorren la habitación hasta que se posan en el suelo, donde veo un bulto de tela que reconozco inmediatamente. Es mi ropa... tirada en el suelo.Mis ojos bajan lentamente, temblando mientras me atrevo a
DamianEl sabor de los labios de Emma aún persiste en los míos, cálido y suave. Siento cómo su respiración se entremezcla con la mía mientras nuestras bocas se buscan, como si cada beso añadiera una nota inesperada de intensidad. Sin embargo, en medio de ese impulso, noto cómo mis pensamientos intentan regresar a su cauce: Emma es un medio, una herramienta en mi plan.En ese instante, el sonido insistente de la puerta nos saca del trance. Tomás. Reconozco su manera particular de golpear, tan precisa y autoritaria que apenas permite que mis pensamientos se mantengan en su lugar. Emma que se ha separado de mi por la impresión del sonido, me mira, sus mejillas teñidas de rubor, y se aparta lentamente, respirando agitada.—Yo… eh… yo voy a… a vestirme —murmura, con voz entrecortada antes de ir hacia el dormitorio.—De acuerdo—le digo, viendo como se aleja con rapidez.Respiro hondo, pasándome la mano por el cabello. Aún siento el latido en mis sienes, la mezcla de adrenalina y, por qué
SofíaMe recuesto en la silla, con una sonrisa triunfante al ver las fotos en la revista. La sociedad finalmente ha aceptado lo que siempre supe: Jhon y yo estamos hechos el uno para el otro, y el bebé que llevo es la prueba de que ese futuro es tan real como lo ha sido siempre para mí.La mosca muerta, como me encanta llamar a Emma en mi cabeza, finalmente ha salido de escena, y el escenario queda libre para que ocupe el lugar de la señora Blackthorne. Jhon nunca sospechó ni por un momento de mis pequeños empujones aquí y allá para acelerar las cosas. Solo tuve que mover algunos hilos, y voilà, ¡he logrado que Emma se marche!Y ahora, con su “verdadera esposa” fuera del cuadro, puedo mudarme sin ninguna sombra sobre mí. Por eso, sin más, tomo mis maletas, las meto en el auto y manejo con una mezcla de emoción y orgullo hacia la casa de Jhon. Mi casa, al fin y al cabo. Al llegar, estaciono y me bajo con una sonrisa segura. Toco el timbre y espero ansiosa, sabiendo que esta será la so
EmmaEstoy en la cocina del apartamento que comparto con Melissa, revolviendo distraídamente una taza de café que ni siquiera recuerdo haber preparado. Mi mente está atrapada en un remolino desde lo ocurrido en la casa de Damian. La forma en que me miró, ese beso... ¿qué fue realmente? ¿Era solo el calor del momento o había algo más? Dios, siento que apenas puedo concentrarme desde que volví. Solo pienso en él y en la sensación de sus labios hace que el corazón se me acelere.Melissa aparece en la puerta y me observa en silencio por un segundo antes de decir con una sonrisa divertida:— ¿En qué estás pensando? ¿Es que finalmente vas a contarme qué pasó anoche?Su pregunta me devuelve al presente de golpe. Mi corazón tarde más fuerte mientras considero si debería o no contarle. ¿Me juzgará? ¿Pensarás que soy una tonta por sentir algo por otro hombre tan pronto? Pero... necesito decirle a alguien. Así que respiro profundo, y nerviosa, empiezo a hablar:—Damián... me encontró en un bar
DamianSalgo del edificio, dejando atrás el extraño peso que siempre siento cuando estoy estoy por ir a la empresa, como si el tiempo mismo me recordara todo lo que tengo que hacer y todo lo que he perdido.Hoy, sin embargo, no pienso dejarme llevar por esos pensamientos. Hoy tengo algo en lo que concentrarme: Emma y el efecto que empiezo a notar que tengo en ella.Sonrío mientras arranca el motor y me adentro en el tráfico matutino. Aún puedo imaginar su mirada después del beso de ayer, su rostro sonrojado y su respiración acelerada. Algo me dice que cuando llegue a la oficina, estará avergonzada, y eso me divierte. Una parte de mí espera encontrarla allí, sonrojada y evitando mi mirada. La otra… bueno, la otra parte de mí está calculando cada movimiento, buscando la forma de aprovechar cada oportunidad para que Emma se sienta cada vez más cercana, para que se apoye en mí. No importa lo que me cueste; Tengo que hacer que sea vulnerable conmigo para poder acabar con todos los Blackth
EmmaEn definitiva, nada en este día ha salido como lo había pensado al salir de casa, por el contrario ha sido una completa locura y una vergüenza monumental para mi.Es que ¿Cuándo será el día en que deje de verme como una pobre mujer en apuros enfrente de él?Camino en silencio hacia la oficina, seguida por Damian, mientras siento mi piel ardiendo bajo la blusa manchada de café caliente. A pesar del dolor y de la incomodidad, no me atrevo a decir nada. Aun con la vergüenza y el ardor punzante, lo que más me intimida en este momento es el hombre que camina a mi lado.Esta faceta de él es completamente nueva para mí. Nunca lo había visto tan tenso, tan rabioso. Ni siquiera cuando enfrentó a Victoria en esta misma oficina mostró esta intensidad. Ahora, en cambio, siento la furia contenida emanando de él como un fuego encendido, y me asusta un poco, aunque no hacia mí, sino hacia aquellos que se atrevieron a atacarme.Nada más atravesar la puerta y entrar a la oficina con la puerta cer
EmmaMe siento en el lavabo, con el corazón palpitando en la garganta y el calor ardiente en el pecho. El dolor del café quemándome la piel no es nada en comparación a la incomodidad de estar aquí, sola, esperando que Damian regrese para ayudarme. Su tono de voz suave pero decidido me ha dejado clavada en este lugar, sin atreverme a moverme, mientras la piel en el pecho sigue ardiendo. Sé que me he sonrojado de pies a cabeza solo de pensar en lo que acaba de pedirme.Me llevo las manos a los botones de la blusa con un nudo en el estómago. Nunca he estado así de expuesto delante de alguien como él, con esa seguridad, esa intensidad en sus ojos. No es como con Jhon con quien los encuentros eran aburridos y metódicos, casi obligados; no hay nada que me asuste o me haga sentir pequeña, sino más bien una mezcla entre nervios y… anticipación.Después de un segundo más de indecisión, desabrocho la blusa y la deslizo por mis hombros, quedando en mi sujetador. La piel me arde tanto que apen