Bueno bueno, qué guerra avisado no mata a soldado... a menos que el soldado sea Jhon jajaja Gracias por leer, subiré otro más enseguida! Besoooos
EmmaDespués de todo lo que pasó en la empresa con Jhon, me siento agotada, superada y… todavía temblando. Quería quedarme allí, al menos para agradecerle a Damian, pero Roco estaba claro: debía regresar al apartamento de inmediato. Me molesta no haber podido quedarme para saber qué ocurrió, y aunque odio admitirlo, una parte de mí se siente aliviada por alejarse.Melissa me espera ansiosa en el apartamento. Nada más entrar, me lanza una mirada inquieta, mezcla de preocupación y enojo. Parece que el mensaje que le envié durante el camino, contándole solo por encima lo ocurrido, apenas le ha servido para tranquilizarse.—¡Emma! —exclama, prácticamente lanzándose hacia mí—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Te hizo algo?Levanto ambas manos en un intento de frenar la avalancha de preguntas. Sus ojos parecen intentar encontrar respuestas en mi expresión, pero aún así le digo:—Melissa… una pregunta a la vez, ¿quieres?Ella frunce el ceño, pero asiente, cediéndome el turno. Me toma de la mano y
DamianObservo a Emma mientras revisa unos documentos en su escritorio, con el ceño ligeramente fruncido y la mirada fija. Ya estamos en la oficina, ella acaba de terminar el cambio en su contrato para eliminar el apellido Blackthorne, y aunque trata de mostrar serenidad, veo que en realidad la situación la descoloca más de lo que quiere admitir. No puedo evitar sentir una curiosidad creciente sobre lo que ocurre en su mente y más aún sobre lo extraña que me han parecido las acciones de su familia y si interés en mantener un vínculo con los Blackthorne.Camino hacia ella y me inclino un poco, lo suficiente para captar su atención, divirtiendome cuando la veo parpadear en mi dirección mientras un pequeño rubor cubre sus mejillas.Interesante…— ¿Cómo te sientes con el cambio? —le pregunto, tratando de mantener el tono casual.Emma levanta la vista, y durante un instante parece debatirse si debería responder o no. Finalmente, suspira y deja el papel en la mesa.—Extraña… —admite, casi
EmmaLa oficina entera hierve en tensión ante la llegada de mi … ex suegra.Puedo notar a Melissa acercandose más a mi en un gesto protector y como Alex, casi imperceptiblemente se acerca a mi amiga, el único que parece imperturbable es Damian.Cada día siento que entiendo más a este hombre.Victoria cruza el umbral de la puerta, su figura altiva irradiando una mezcla de autoridad y rabia contenida. La veo avanzar, y, aunque estoy rodeada de gente, una ola de nervios me recorre la espalda, porque con ella nunca se sabe. Esta mujer, la misma que ha permitido cada ofensa de Jhon en mi contra, ahora parece dirigida a mí como un misil.A mi lado, Melissa da un paso adelante, y de inmediato, le hago un gesto para que se detenga. No quiero que intervenga. Esta situación ya es complicada sin añadir a nadie más. Y lo último que quiero es que se gane un enemigo por mi culpa.—Mírate —escupe, con un tono venenoso en mi dirección—. No sabes cuán devastada está tu madre por las decisiones que est
Emma— ¿Qué fue todo eso? ¿Qué es eso de que la verdad sale?—pregunto, la voz temblando levemente.Damián se encoge de hombros, su expresión volviendo a la normalidad, como si nada hubiera pasado.—Digamos que tu ex-suegra tiene cuentas pendientes que algún día deberá saldar. Ahora, ¿Qué te parece si almorzamos?...Ese día no almorzamos porque él recibió una llamada que, al parecer, era urgente, y se marchó sin darme demasiadas explicaciones. Acabamos quedando de nuevo en un restaurante elegante cerca de la empresa y es dónde estoy ahora.Con una mano en la barbilla y los ojos fijos en la puerta esperando me encuentro esperando que atraviese la entrada.¿Quién demonios es Damián White?Es que nunca había conocido a nadie que tuviera tantos secretos como él y eso es algo que me inquieta… Y me atrae.¿Quién era el que llamaba?, parecía una voz de mujer, ¿tendrá a alguien en su vida?Sacudo la cabeza con fuerza, tratando de alejar esos pensamientos. No tengo derecho a sentir celos ni a
Emma Salgo del restaurante con el corazón acelerado, el eco de las palabras de Sofía repitiéndose sin cesar en mi mente. Cada paso que doy es una mezcla de decisión y miedo, una sensación de que estoy a punto de enfrentarme a algo que cambiará todo lo que creía saber. Roco espera afuera, mirando hacia el restaurante y la calle mientras cuida, pero aprovecho que está distraído y camino en dirección opuesta, sintiendo una pequeña victoria al saber que él logró salir sin que me siga. No quiero que nadie sepa a dónde voy ni que me acompañen. La ansiedad se me instala en el pecho mientras me acerco a la empresa. No importa que los empleados me lancen miradas curiosas o que algunos susurren a mis espaldas. Nada importa ahora más que encontrar a Jhon y exigirle la verdad. Sofía tiene que estar mintiendo, tiene que estarlo… pero si no lo está, necesito escucharlo de su propia boca. Mi teléfono vibra en mi bolso, y cuando lo saco, veo que es un mensaje de Damian. "¿Dónde estás?", pre
DamianEstoy en el penthouse, en plena reunión con Tomás y Alex, revisando estrategias. Tomás recita una lista de nombres de empresarios locales, aquellos con quienes Victoria Blackthorne ha tenido colaboraciones en el pasado, y que serán los primeros a los que deberemos atraer para nuestro bando si queremos desmoronar el imperio de los Blackthorne. Pero mi atención se desvía, un pensamiento inoportuno aparece una y otra vez, aunque trato de apartarlo sin éxito: ¿Por qué Emma se fue del restaurante sin avisar? Más aún, ¿por qué lo hizo sin que Roco la acompañara?Detesto que la gente no cumpliera su palabra, y había dejado claro que me vería allí. Es extraño, tengo una corazónnada de que algo ha pasado.¿En dónde demonios te metiste? , pienso, justo cuando la voz molesta de Tomás me saca de mis pensamientos.—Damian, ¿acaso estás escuchando algo de lo que te he dicho? Es como hablar con la m*****a pared.Parpadeo y solo entonces me doy cuenta de algo que me molesta y sorprende por ig
DamianNunca, y digo, nunca llevo a nadie a mi casa. Mucho menos a una mujer, y menos aún una mujer en el estado en el que está Emma ahora mismo, entre medio ebria y nostálgica, apoyada contra la ventanilla y perdiéndose en la ciudad que pasa ante sus ojos.Sus ojos reflejan una mezcla de tristeza y desinhibición que no puedo ignorar, una que ya he visto en otros rostros antes, pero que, viniendo de ella, me produce algo que no soy capaz de definir.En realidad, en lo único que puedo pensar es en que debería llevarla a casa de su amiga. Es lo lógico y lo sensato. Pero la idea de Emma, bailando sola en medio de la pista del bar, rodeada de extraños que intentan acercarse más de la cuenta, logra algo en mí que, sin entender por qué, me impidió hacerlo.Y ahora, aquí estoy, llevándola directamente a mi casa y decidiendo ignorar las consecuencias.Nos detenemos en un semáforo y Emma, tras varias canciones pasadas de una a otra como si buscara un canal de radio en pleno caos, se detiene
EmmaDespierto con un dolor de cabeza tan intenso que siento como si cada latido fuera un martillazo en mis sienes. Mis extremidades pesan como plomo y el cuerpo entero parece que me ruega por agua y descanso. Me regaño internamente, ¿Por qué demonios tuve que beber tanto? Y peor aún, no recuerdo cómo llegué a casa, ni siquiera sé si le avisé a Melissa. Miro alrededor con ojos aún entornados, esperando ver las paredes conocidas del apartamento de mi amiga, pero… este no es el cuarto de Melissa. Ni de cerca.Mi respiración se ataca al tomar la habitación con la mirada y ver que, definitivamente, no es donde debería estar. Las paredes, el mobiliario… nada aquí tiene sentido. Mi corazón se acelera, golpeando fuerte y rápido contra mi pecho mientras trato de ordenar las ideas. Mis ojos recorren la habitación hasta que se posan en el suelo, donde veo un bulto de tela que reconozco inmediatamente. Es mi ropa... tirada en el suelo.Mis ojos bajan lentamente, temblando mientras me atrevo a