Bueno, bueno, que ya le ha pedido ayuda a nuestro hombre misterioso!!!! Muchas gracias por leer, cariñitos.
DamianTomas Rosselt se sienta frente a mí y Alex en la sala del apartamento. La misma presencia imponente de siempre, con su cabello completamente cubierto de canas y esa mirada dura, fría, tan azul que parece capaz de congelar a cualquiera. El hombre que hace veinte años me sacó del infierno y me preparó para este momento. Hoy está aquí para evaluarme, para asegurarse de que no haya desviado el plan que tanto nos ha costado trazar.—Muy bien, Damian, llevas dos semanas infiltrado con tus enemigos —dice Tomas con su voz áspera y profunda—. Por teléfono no me has dicho gran cosa, así que ¿qué te parece si nos ponemos al día?Mantengo mi rostro neutral, tal como él me enseñó, sin permitir que ninguna emoción traicione lo que realmente pienso. Tomas es un maestro en leer a las personas, pero después de tantos años a su lado, yo también me he vuelto bastante bueno en el arte de ocultar lo que siento. Le asiento y le respondo con voz calmada:—Por supuesto. —Hago una pausa antes de co
EmmaMe duele todo el cuerpo. No sé si es por los golpes o por el agotamiento de haber corrido tanto, pero el dolor físico palidece en comparación con lo que siento dentro. Estoy sentada en una banca del parque, el aire frío me corta la piel mientras trato de calmar los latidos de mi corazón. Mi labio sigue hinchado, y el sabor metálico de la sangre aún me llena la boca.Debería irme, buscar un taxi, pero no tengo fuerzas. Estoy en shock. Quiero llorar, pero ni siquiera me salen las lágrimas. Lo único que puedo pensar es en cómo he terminado así, golpeada y huyendo de mi propio esposo, con el rostro lleno de miedo y la mente rota.Me levanto tambaleante. Debo irme de aquí. Necesito un taxi. Estoy buscando con la mirada cuando, de repente, veo el auto de Melissa pasar por la calle. Parece que va en dirección a mi casa, pero cuando me ve, frena en seco. Se baja corriendo, y al acercarse, su rostro cambia por completo.—¡Emma! —grita desesperada mientras corre hacia mí. Al verme d
DamianFrente al espejo del baño, me ajusto la corbata negra con precisión, aunque mi mente está lejos de centrarse en eso. Me encuentro pensando en la última llamada que recibí de Emma. No esperaba que recurriera a mí tan rápido, ni mucho menos que lo hiciera bajo esas circunstancias. Su voz rota aún me persigue, pero más que eso, lo que realmente me intriga es lo que pueda esconder.—No creo que sea buena idea que vayas a verla —dice Alex desde la puerta del baño, con los brazos cruzados y el ceño fruncido—. No con Tomas cerca.Lo miro por el espejo, manteniendo mi rostro neutral. Alex me conoce lo suficiente para saber cuándo no me gusta lo que me dice, pero también sabe que no me echaré atrás.—Escuché lo que dijo —insiste, acercándose más—. Prácticamente te amenazó.Bajo la mirada hacia la corbata, ignorando su preocupación durante unos segundos antes de contestar.—Tomas lo dice porque cree que me estoy desviando del plan. No ve más allá. Emma lleva cinco años casada con Jhon.
EmmaMe siento inquieta mientras intento alisar mi vestido con las manos, una y otra vez, pero mi piel no deja de sentirse demasiado expuesta, demasiado vulnerable. Damian White y su abogado, Alex, están aquí sentados frente a nosotras, en la oficina de Melissa. Ambos parecen cómodos, seguros de sí mismos, mientras yo lucho por mantener la compostura. Mi rostro aún duele, y la hinchazón en el labio me recuerda lo frágil que es mi situación.Mi teléfono no ha parado de sonar desde que llegamos. Sé que son mis padres, furiosos por el escándalo, pero no puedo enfrentarme a ellos ahora. En el fondo, siento que nunca me han apoyado realmente, y ese pensamiento solo añade un peso más a la carga que llevo. El timbre del teléfono vuelve a sonar y lo ignoro, dejando que se desvanezca en el silencio incómodo de la sala.En eso, Melissa se sienta a mi lado, estoy a punto de decirle que mis padres están insistiendo cuándo sucede algo inesperado: Alex, con una sonrisa coqueta en el rostro, mi
DamianEntro en la imponente torre que alberga la empresa de Tecnología Blackthorne, sintiendo la satisfacción arder en mi interior. A mi lado, Alex camina con paso seguro, ambos listos para dar el primer golpe. Mi corazón late con fuerza en el pecho, pero no es por miedo, sino por la emoción de saber que estoy a punto de arrancarle lo más preciado a ese bastardo. El día anterior, cuando le respondí la llamada de Emma , Jhon perdió el control, me gritó y me amenazó con romper la sociedad, sin darme cuenta de que eso solo sellaría su destino.Mientras el ascensor asciende, Alex me mira con una mezcla de preocupación y emoción en sus ojos. Él sabe tan bien como yo que esto no será sencillo.—Las cosas están a punto de ponerse muy feas —dice en voz baja, rompiendo el silencio metálico del ascensor—. Lo más seguro es que dé pelea.Una sonrisa se forma en mis labios, amplia y cargada de desafío.—Oh, amigo mío, realmente espero que lo haga. Estoy contando con eso.Alex deja escapar una
EmmaRespiro hondo mientras Melissa y yo nos acomodamos en el asiento trasero del auto. Roco , el gigante de casi dos metros, ocupa el lugar del conductor, su presencia imponente no pasa desapercibida. Fue enviado por Damian para protegerme desde esa misma mañana, algo que me inquieta y al mismo tiempo me alivia. Pero a Melissa no le basta, por eso ha insistido en acompañarme.El auto se detiene frente a la casa que alguna vez consideró mi hogar. Mi corazón late frenético al ver que el carro de Jhon no está. Respiro hondo de nuevo, agradecida de no encontrar su presencia amenazante esperándome en la entrada.—Muy bien, hagamos esto rápido y larguémonos de aquí —me dice Melissa con firmeza. Veo la tensión en sus ojos, la misma que siento arder en mi interior.—Estoy lista —respondo con voz temblorosa, pero decidida.Descendemos del coche y Roco nos sigue de cerca. El sonido de nuestras pisadas rompe el silencio incómodo de la tarde. Justo antes de abrir la puerta, me giro hacia Roco .
DamianVer a Jhon enloquecer de rabia puede ser mi pasatiempo favorito.Seguimos en la oficina y Jhon sigue revisando los documentos, con el rostro enrojecido de rabia, hasta que finalmente me grita, su voz quebrándose en cada palabra:—¡ME HAS ROBADO, MALDITO!Una carcajada escapada de mis labios, resonando en la oficina como un eco provocador. La furia de Jhon es tan palpable que casi puedo tocarla.—¿Robado? —le respondo, manteniendo la sonrisa mientras disfruto del momento—. Como yo lo veo, tenías una empresa a punto de quebrar, y yo la he rescatado. No entiendo cuál es el problema.Aprieta los dientes con tanta fuerza que parece que va a romperlos, y veo la lucha interna en sus ojos mientras intenta encontrar las palabras adecuadas.—Sabes que eso no es lo que hiciste —me escupe al fin—. Fuiste a mis espaldas para robarme la empresa. ¡Eres un desgraciado estafador!Siento la furia arder dentro de mí, pero la contengo. No voy a darle el placer de verme perder el control. En cambio,
EmmaLas puertas se cierran detrás de mi madre, dejándonos sumidos en un silencio pesado que amenaza con aplastarme. Siento que cada una de las fuerzas que había logrado reunir para enfrentarla se desmoronan en el instante en que desaparece de mi vista. Mis rodillas tiemblan, y apenas puedo mantenerme en pie. Es demasiado... Todo es demasiado.No puedo evitarlo. Un sollozo escapa de mis labios antes de que mi cuerpo se desplome contra el suelo. Al instante, siento los brazos de Melissa rodeándome, sujetándome con una firmeza que me obliga a mantenerme en pie.—Tranquila, tranquila... —me susurra con la voz rota, acariciando mi espalda—. Estoy aquí contigo, Emm.Pero sus palabras apenas logran atravesar la nube de desesperación que me envuelve. No sé qué hacer, no sé qué va a pasar conmigo. Cada vez que creo que no puedo caer más bajo, algo nuevo sucede, algo que duele más, algo que me rompe un poco más. Mis ojos arden con lágrimas que no puedo contener, y siento cómo todo a mi alred