Habían pasado tres meses, meses tristes en que lo único que hacía era estudiar todo el día, tratando de mantener mi mente ocupada y alejada de los pensamientos que iban dirigidos a Valentina.
No podía quejarme del lugar, estaba con mi mamá, mi padrastro, mis tíos, mis primos y Maria, la sobrina de mi padrastro. Quien era una persona muy agradable. Pero me hacía falta Valeria, mi mejor amiga; Calina, mi papá y aunque no lo iba a aceptar en voz alta, Valentina también. En dos meses había logrado encariñarme con Valentina, más que eso, me había enamorado de ella. Nadie en su sano juicio podía haberse enamorado de ella después de todo lo que me hizo pasar. Pero al parecer yo había perdido la razón.
Suspiré frustrado. No lograba mantener a Valentina alejada de mis pensamientos ni un minuto y a medida que pasaba el tiempo más difícil me era mantenerla alejada de mi mente.
– Edward – Alce la mirada al escuchar la voz de María – ¿Quieres que dejemos así?
– ¿Qué? – Pregunté sin saber a qué hacía referencia, ella sonrió amablemente y procedió a explicarme.
– El trabajo – Respondió – Sé que debemos presentarlo para la próxima semana, pero te veo… en otra parte
– Lo siento – Ella sonrió mientras negaba quitándole seriedad a la situación y se colocó en pie cerrando su agenda.
– Desde que llegaste te has dedicado solo a estudiar, si me dejas puedo mostrarte la ciudad. Estoy segura que te vendría bien – Medite un momento la propuesta, estaba a punto de negarme como siempre, cuando mi celular sonó. La miré con disculpa y respondí sin mirar el número, tratando de evitar una situación incómoda con María.
– ¿Hola? – Respondí dándole la espalda parcialmente a María, ella pareció desanimada, pero preferí no pensar en eso. Mis primos decían que ella se sentía atraída por mí, y eso me producía incomodidad y nerviosismo. María era una chica linda, pero después de la decepción que había sufrido con Valentina no quería saber nada de enamorarme – ¿Bueno? – insistí después de que nadie a habló. Miré extrañado el número y al reconocerlo el alma se me cayó a los pies. No lo tenía registrado en mi nuevo celular, pero me lo sabía de memoria – ¿Valentina?
– Hola – Respondió con su voz carente de emoción. Mi corazón latió dolorosamente, sentí que toda esa tristeza y desamor como lo llamaba Valeria me superó.
– ¿Qué quieres? – Yo no me caracterizaba por ser grosero, pero me sentía tan molesto que no medí la agresividad en mí voz.
– Nada – Respondió después de un rato en silencio – Solo quiero que dejes de decirle a Valeria que te usé, yo no te dije que te enamoraras de mí como un idiota. Madura de una vez
– Nunca dije eso – Aclaré – Si eso es todo voy a colgar
Espere una respuesta de su parte. En lo profundo de mi corazón deseaba que me dijera que yo había malinterpretado sus palabras que no había sido todo mentira. En lo profundo de mi corazón esperaba algo imposible, esperaba que ella realmente sintiera lo que había fingido sentir – Bien – concluí con mi corazón mucho más herido que minutos atrás, estuve a punto de terminar la llamada cuando ella volvió a hablar.
– ¿Me odias? – Intenté interpretar alguna emoción en su voz, pero me fue imposible. Respiré profundo tratando de mantener mis emociones bajo control y respondí.
– Más que nunca – Esperé algún reproche, que dijera que sentía lo mismo o que se disculpara, deseaba que se disculpara, pero lo que recibí a cambio fue silencio y luego el sonido que hace un operador cuando la llamada llega a su fin. Sentí esa amargura en mi pecho, las manos me temblaron, no sentí ganas de llorar, no sentí dolor, solo amargura, amargura y una profunda tristeza. Yo no odiaba a Valentina y deseé decírselo, confesarle, aunque no le importara, que lo que sentía por ella no era odio. Pero era muy tarde, aunque pudiera llamarla ya era muy tarde.
֍ Mohammed ֎Hacía meses no recibía una llamada de la empresa Lorens. Yo era su abogado, pero desde que Valentina Lorens se había posicionado como representante legal de uno de los bancos, ya no tenía mucho trabajo que hacer allí.– Buenos días, Habla Mohammed Terán – Respondí un poco extrañado al reconocer el número de las directivas del banco.– Buenos días Mohammed, habla Valentina Lorens– S-señorita Lorens ¿A qué debo el honor de su llamada? – Me sorprendió que fuera ella quien llamara, normalmente si dirección necesitaba algo me enviaban el mensaje con su asistente. Además, era poco común por no decir que nulo, que Valentina Lorens se tomara el trabajo o la molestia de hablar personalmente con un empleado.– Necesito encontrar a alguien y usted es muy bueno en eso – Expresó de inmediato– Claro que si – Contesté de inmediato. Ya había trabajado para ella en esa área tres años atrás – ¿Quiere que nos reunamos?–– No, no hay necesidad – Respondió de nuevo con prisa – La person
֍ Santiago ֍Desde la desaparición de Edward, otro actor interpretó su papel. Debido a que Edward era uno de los actores esporádicos, su ausencia no afectó mucho la grabación de la película. De hecho, las grabaciones habían continuado normal durante los meses que llevábamos sin él. Nada cambió con su desaparición, ni siquiera la manera en que Valentina y yo nos tratábamos, lo que si cambio fue su estado de ánimo, siempre estaba de mal humor.Valentina y yo habíamos intercambiado un par de palabras desde nuestra ruptura, pero ni ella ni yo nos habíamos sentado a hablar, hasta ese día en que me dijo que quería hablar conmigo. El motivo de nuestra conversación era de "nosotros" así me lo había expresado por llamada. Así que cuando tuvimos un receso en las grabaciones fui hasta su camerino donde se encerraba cualquier tiempo libre que nos daban.Llamé a la puerta y me asomé. Ella me miró atenta y con un movimiento de su mano me indicó que pasara.– Cierra la puerta por favor – Me pidió
֎ Jimena ֎Valentina Lorens había sido mi mejor amiga, de hecho, había sido la única persona a la que había considerado una verdadera amiga, pero las cosas cambiaban y aunque odiaba que lo hicieran, no podía evitarlo. La última vez que había visto a Valentina de frente, había sido en la sala de mi casa cuando me dio la noticia de la muerte de Sebastián. Recordaba aquello como si hubiera pasado hacia poco.Apreté con fuerza el control del televisor molesta y más que molesta decepcionada. El timbre que anunciaba la llegada de alguien sonó sacándome de mis recuerdos. Me tomé la copa de vodka y abrí sin mirar. Ya no me importaba si me mataban o si me encontraban, las cosas se me habían salido de control y no podía perder nada más, porque ya no me quedaba más que la vida.– Alan ¿Qué haces aquí? – Al abrir la puerta ante mis ojos apareció mi ex amante. El pasó por mi lado, agobiado, no respondió nada, tomó la botella de vodka que estaba en mi mesa y tomó directamente de ella. Cerré la pu