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Hacía meses

֍ Mohammed ֎

Hacía meses no recibía una llamada de la empresa Lorens. Yo era su abogado, pero desde que Valentina Lorens se había posicionado como representante legal de uno de los bancos, ya no tenía mucho trabajo que hacer allí.

– Buenos días, Habla Mohammed Terán – Respondí un poco extrañado al reconocer el número de las directivas del banco.

– Buenos días Mohammed, habla Valentina Lorens

– S-señorita Lorens ¿A qué debo el honor de su llamada? –  Me sorprendió que fuera ella quien llamara, normalmente si dirección necesitaba algo me enviaban el mensaje con su asistente. Además, era poco común por no decir que nulo, que Valentina Lorens se tomara el trabajo o la molestia de hablar personalmente con un empleado.

– Necesito encontrar a alguien y usted es muy bueno en eso – Expresó de inmediato

– Claro que si –  Contesté de inmediato. Ya había trabajado para ella en esa área tres años atrás – ¿Quiere que nos reunamos?–

– No, no hay necesidad – Respondió  de nuevo con prisa –  La persona que busco no tiene nada que ver con el grupo Lorens ni con ninguna otra empresa de la familia… es un tema personal –  Aclaró sin alterar la emoción en su voz

– Entiendo – Respondí – ¿Tiene alguna información de la persona que desea encontrar?

– No quiero que nadie sepa esto –  Me aclaró con hincapié –  Se trata del esposo de Annelee Lorens – El bolígrafo cayó de mis manos al escuchar su respuesta

– ¿Cómo? –  Algo en mi empezó a formular una idea absurda por la sorpresa ¿Por qué me estaría buscando a mí?

– Quiero saber qué pasó con el chofer que se casó con ella –  Apreté los puños tratando de mantener bajo control el temblor repentino en mis manos, mis emociones surgieron como una tormenta repentina. Años de planes no se podían tirar a la borda por un momento de alteración –  Quiero saber qué pasó con Rodrigo López – Mi mente empezó a imaginar todo tipo de situaciones, y la que más me aterraba era que me hubiera descubierto estando tan cerca.

– ¿La búsqueda es urgente? –  Pregunté apenas logrando mantener mi respiración bajo control

– Si, necesito encontrarlo –  No pude evitar formular la pregunta que surgió en mi mente, aunque sabía no debía hacerla

– ¿Por qué quiere encontrarlo? – Ella guardo silencio y decidí desviar la conversación antes de que se molestara por mi osadía – Me pondré en eso de inmediato – Respondí – ¿Desea algo más señorita?

– Si – Hablo en un tono que nunca había usado, casi como si me hiciera una petición – Cuando lo encuentre hágamelo saber de inmediato, no quiero que nadie se entere de su paradero antes que yo

– Si señorita – Respondí preocupado al darme cuenta que algo extraño pasaba conmigo, me dispuse a colgar la llamada después de un silencio largo, cuando ella hablo de nuevo.

– Me preguntó porque quería encontrarlo – Recordó con voz calmada, pero algo insegura – Porque es mi padre biológico… y quiero saber porque nunca regresó por mi

֍ Alan ֍

Fui a casa de mi papá porque quería hablar con Calina. Desde la última conversación casi dos meses atrás no habíamos vuelto a cruzar palabra. Estaba a una semana de casarme y sabía que después de hacerlo no podría hablar con ella.

Esperaba no encontrarme con mi papá, porque siempre me preguntaba por el matrimonio y no me hacía feliz la idea; ni a Vannia, porque, aunque habíamos hablado me sentía más molesto con ella.

Tuve buena suerte al no cruzarme a Vannia ni a mí papá,  pero si a Valentina.

– ¿Cómo vas con la menopausia? –  Pregunté en broma al cruzármela de frente. Ella me dio en respuesta una mueca odiosa indicándome que no le había hecho gracia mi comentario –  Veo que todavía estás irritable ¿Que te pasa?

– Nada, yo me pongo así cuando quiero ¿Tengo que pedirte permiso para eso? –  En otra ocasión me hubiera molestado pero ese día no, ella parecía realmente agobiada por algo, pero no iba a decirme, Valentina se guardaba todo para sí misma. Sonreí ante su respuesta para no ahondar más en el tema y pasé por su lado hacia el interior de la casa, pero me detuve y me giré de nuevo hacia ella al notar que iba solo con Alonso, su hombre de confianza y eso nunca era una buena señal –  ¡Valen!

– ¿Qué? –  Se giró hacia mí con fastidio, pero aun así me acerqué a ella.

– Se prudente ¿Sí? –  Pedí –  No quiero que te pase nada malo –  Pensé que reaccionaría a la defensiva, pero solo suspiro triste de repente y bajo la mirada. No sabía qué pasaba con ella, pero me vi preocupado por aquello, Valentina llevaba algo dentro que no la dejaba en paz, podía notarlo en sus ojos, aun así, no pregunté, hacía mucho ella no le decía nada a nadie. Solo la acerqué a mí y la abracé con cariño –  Sabes que cuentas conmigo, no dudes en buscarme si necesitas cualquier cosa –  Ella hizo un movimiento afirmativo y me devolvió el abrazo –  Me preocupa verte así –  Me dio un ligero golpe de repente en broma, la miré un poco más relajado, pero la preocupación no me dejó – Solo cuídate, de verdad –  ella se apartó de mí y me sonrió tenuemente.

– Me voy

– Hablo enserio Valen –  Insistí –  Tienes una facilidad impresionante para meterte en problemas

– Yo cuidaré de ella señor–  Dijo Alonso para tranquilizarme, aunque no sirvió de mucho, él le acolitaba cuanta locura se le ocurría a Valentina

– Gracias –  Respondí

– Valeria no está, si vienes a verla pierdes el tiempo – Me indico Valentina antes de dirigirse a su auto.

– Vengo a hablar con Calina –  Expresé, aunque sabía que a Valentina no le agradaba la idea.

– Creí que se te había pasado –  Habló mirándome con seriedad

– No te pongas celosa, tú eres mi hermana

– ¿Quién está celosa? –  Preguntó en tono molesto y se subió al auto.

– Te amo Valen

– Si, si –  Sonreí con su respuesta. Valentina podía ya no ser la dulce niña de unos años atrás, pero en ocasiones dejaba ver ese lado frágil e infantil que aun llevaba dentro.

Me dirigí hacia la casa. Al entrar, vi a Calina bajar por la escalera. Iba distraída, así que me acerqué a ella aprovechando su distracción, pero cuando ella me vio empezó a subir las escaleras de nuevo con rapidez.

– Oye, no me evites más –  Pedí tomándola del brazo –  Solo quiero hablar contigo –  Ella se detuvo, pero no se giró hacia mí. Subí un par de escaleras para poder mirarla a la cara y al hacerlo me di cuenta que de nuevo la había hecho llorar. Una opresión fea apareció en mi pecho al imaginarme a Valeria en la misma situación y me odie por haber jugado con los sentimientos de alguien como esa niña. La solté y cuando lo hice ella retomó su camino con rapidez y la perdí de vista de inmediato. Suspiré frustrado, me recosté al barandal de las escaleras y me pasé las manos por el cabello con exasperación. Meterme con Calina había sido un error, sin embargo, en el fondo, quería volver a hacerlo.

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