Al escucharla a mí también me tomó por sorpresa justo como a él. Se acercó a ella de manera brusca, la tomo por la cara y la miro a los ojos, sin decir una palabra.
—Esos ojos... los conozco— la escuché decir mientras él le apretaba la mandíbula, sentía impotencia de no poder hacer nada ahora, intentaba desamarrarme, pero me era imposible, estar amarrado en la silla me hacía aún más difícil el poder hacer algo por ella.
—¿Porque demonios haces esto Jack? —la escuché gritar.
No sé porque, pero en el fondo ya no estaba tan sorprendi
Un rayo de luz entraba por la ventana lo podía sentir en mi rostro, abrí un poco los ojos y la luz no me dejaba ver. Un quejido salió de mi boca.—¿Hyemi?— La voz de Jason resonó por la habitación.—La luz— fue lo único que dije, de pronto el cuarto se tornó más obscuro, y con ella la vista se aclaró y pude ver a Jason sentado en un lado de la cama. —¿Dónde estoy?— Pregunté intentando sentarme pero un dolor en la cabeza no me lo permitía. Vi mi mano la cual tenía un vendaje y una férula, agujas con tubos saliendo de mis brazos. Recordé todo lo que había sucedido. —¡Doctor! y
—Mañana te veo cariño— dije medio alto mientras decía adiós con la mano desde la puerta de mi casa mientras Ian subía al carro que su mamá le había prestado temporalmente, desde aquel día su camioneta quedó como pérdida total, habíamos tenido una semana dura desde que salimos del hospital, comenzando por la triste recuperación dolorosa que nos esperaba a los dos, después con los policías que nos interrogaron hasta morir y luego como paquete final regresar a clases, todos viéndonos como si fuéramos algo extraño, chismes por todos lados, esto estaba siendo algo muy incómodo para los dos.—¿Se fue?— preguntó Jason al bajar las escaleras.
El zumbido dejó de sonar, mi mirada estaba puesta en las paredes azules con líneas blancas decoradas con cuadros de motocicletas y unos que otros dibujos sobre dragones y lobos adornaban la pared, la puerta recién sonaba dejando saber que alguien había entrado al otro lado del local.—Ese fue el tatuaje más rápido que he hecho en mi vida— comentó el tipo de no más de 50 años, barba media larga y Canosa, mientras pasaba una toalla para limpiar el antebrazo de Ian.—Yo también quiero hacerme algo.Ian volteo para verme, su mano derecha estaba enlazada con la mía, pero no la apretó como solía hacerme.—¿Qué dices?— preguntó ahora mientras el tipo cuyo nombre nunca supe le ponía una especie de pomada.—Quiero que me una los lunares— me dirigí a el hombre, mientras señalaba mi ante
—Te dije que volvería— su voz resonó por toda la cocina.—¿Quién te dejó entrar? —fruncí el ceño mientras apenas cerraba la puerta detrás de mí.—Tu hermano, quien acaba de salir.—No deberías estar aquí— resté importancia, subí hacia las escaleras exactamente hacia mi habitación intentando dejarlo hablar sólo. Pero este me siguió. —No puedes estar aquí— volteé casi al llegar a la puerta, quedamos tan cerca que nuestros alientos chocaron. Tragué saliva mientras su cara hacia una sonrisa, voltee rápido y abrí la puerta, al estar dentro intenté cerrarla pero él la detuvo tan rápido como pudo.—Sólo quiero hablar— nuestras miradas estaban bien firmes.—No tenemos nada que hablar, ya todo te lo he dicho&hellip
—Soy Ian, tu novio— dije tratando de no perder la calma esto me había tomado por sorpresa.—Vete, yo no tengo novio— me arrojó el libro que por una milésima de segundo logré esquivar.—Cálmate, te puedo explicar.—No, vete— en un momento intentó correr hacia las escaleras, pero la logré tomar de un brazo acercándola hacia a mí en un fuerte abrazo, ella se quedó inmóvil por unos segundos.Me desprendí de ella y sus ojos estaban en los míos rogué
Habíamos pasado una velada romántica, habíamos hablado de todo un poco, Ian me contaba sobre sus incertidumbres del futuro y sobre cómo se veía a mi lado también. Yo seguía viendo por la ventana, a un costado se encontraba la sala con una inmensa tele.—Amor.—¿Sí?—Se que no querías regalo, pero…—¿Pero…?—Quería darte esto— Ian tendió un par de boletos de avión. Yo me quedé mirándolos, y como no dije nada añadió —Es un viaje cariño, para ti y para mí a Ámsterdam, ya me habías comentado que te hacía mucha ilusión viajar ahí, todo está pagado sólo faltaría ver las at...—No debiste hacerlo.—Se que mil veces me dijiste que no te diera nada, pero no podía quedarme as&ia
Leer la carta por el contrario de darme paz, sólo hizo que mi enojo aumentara más, a niveles que desconocía, ¿A qué se refería? ¿Lo hacía por su enfermedad? ¿Qué demonios estaba pensando?Ella es una egoísta ¿cómo pudo hacerme esto? sin más. Me tiré en la cama frustrado, lleno de rabia, miré al techo mientras pensaba en muchas cosas, hacía miles de conclusiones. Por más veces que le daba vueltas al asunto no sabía qué hacer, duré así por horas hasta que se hizo de noche, cuando por fin me levanté abrí las cortinas y dejé entrar la luz de la luna, escuché que tocaban la puerta, mi yo interior deseaba con todas las fuerzas que fuera ella, que todo esto era una mala broma o en su defecto que en realidad no tuvo las agallas para irse.—Hola— saludó una chica morena de mediana
La noche era joven, o así solía llamarla Jason. Después de 20 llamadas y 12 mensajes de él, por fin accedí ir a la cita del bar. Los días habían pasado y siendo sincero el dolor no se iba, solo se pausaba cuando tenía la cabeza ocupada pero cuando terminaba y volvía a mi departamento por las noches el dolor parecía intensificarse. Al principio tenía la esperanza de recibir una llamada o un mensaje de su parte, pero al pasar los primeros días me resigné y entendí que eso no pasaría.Jason pasaría por mí y de ahí nos iríamos Nora, él y yo. Dadas las 10 de la noche ya estábamos los tres bebiendo, comenzamos con unos mojitos y shots. 40 minutos después yo ya me sentía m&aa