El zumbido dejó de sonar, mi mirada estaba puesta en las paredes azules con líneas blancas decoradas con cuadros de motocicletas y unos que otros dibujos sobre dragones y lobos adornaban la pared, la puerta recién sonaba dejando saber que alguien había entrado al otro lado del local.
—Ese fue el tatuaje más rápido que he hecho en mi vida— comentó el tipo de no más de 50 años, barba media larga y Canosa, mientras pasaba una toalla para limpiar el antebrazo de Ian.
—Yo también quiero hacerme algo.
Ian volteo para verme, su mano derecha estaba enlazada con la mía, pero no la apretó como solía hacerme.
—¿Qué dices?— preguntó ahora mientras el tipo cuyo nombre nunca supe le ponía una especie de pomada.
—Quiero que me una los lunares— me dirigí a el hombre, mientras señalaba mi ante
—Te dije que volvería— su voz resonó por toda la cocina.—¿Quién te dejó entrar? —fruncí el ceño mientras apenas cerraba la puerta detrás de mí.—Tu hermano, quien acaba de salir.—No deberías estar aquí— resté importancia, subí hacia las escaleras exactamente hacia mi habitación intentando dejarlo hablar sólo. Pero este me siguió. —No puedes estar aquí— volteé casi al llegar a la puerta, quedamos tan cerca que nuestros alientos chocaron. Tragué saliva mientras su cara hacia una sonrisa, voltee rápido y abrí la puerta, al estar dentro intenté cerrarla pero él la detuvo tan rápido como pudo.—Sólo quiero hablar— nuestras miradas estaban bien firmes.—No tenemos nada que hablar, ya todo te lo he dicho&hellip
—Soy Ian, tu novio— dije tratando de no perder la calma esto me había tomado por sorpresa.—Vete, yo no tengo novio— me arrojó el libro que por una milésima de segundo logré esquivar.—Cálmate, te puedo explicar.—No, vete— en un momento intentó correr hacia las escaleras, pero la logré tomar de un brazo acercándola hacia a mí en un fuerte abrazo, ella se quedó inmóvil por unos segundos.Me desprendí de ella y sus ojos estaban en los míos rogué
Habíamos pasado una velada romántica, habíamos hablado de todo un poco, Ian me contaba sobre sus incertidumbres del futuro y sobre cómo se veía a mi lado también. Yo seguía viendo por la ventana, a un costado se encontraba la sala con una inmensa tele.—Amor.—¿Sí?—Se que no querías regalo, pero…—¿Pero…?—Quería darte esto— Ian tendió un par de boletos de avión. Yo me quedé mirándolos, y como no dije nada añadió —Es un viaje cariño, para ti y para mí a Ámsterdam, ya me habías comentado que te hacía mucha ilusión viajar ahí, todo está pagado sólo faltaría ver las at...—No debiste hacerlo.—Se que mil veces me dijiste que no te diera nada, pero no podía quedarme as&ia
Leer la carta por el contrario de darme paz, sólo hizo que mi enojo aumentara más, a niveles que desconocía, ¿A qué se refería? ¿Lo hacía por su enfermedad? ¿Qué demonios estaba pensando?Ella es una egoísta ¿cómo pudo hacerme esto? sin más. Me tiré en la cama frustrado, lleno de rabia, miré al techo mientras pensaba en muchas cosas, hacía miles de conclusiones. Por más veces que le daba vueltas al asunto no sabía qué hacer, duré así por horas hasta que se hizo de noche, cuando por fin me levanté abrí las cortinas y dejé entrar la luz de la luna, escuché que tocaban la puerta, mi yo interior deseaba con todas las fuerzas que fuera ella, que todo esto era una mala broma o en su defecto que en realidad no tuvo las agallas para irse.—Hola— saludó una chica morena de mediana
La noche era joven, o así solía llamarla Jason. Después de 20 llamadas y 12 mensajes de él, por fin accedí ir a la cita del bar. Los días habían pasado y siendo sincero el dolor no se iba, solo se pausaba cuando tenía la cabeza ocupada pero cuando terminaba y volvía a mi departamento por las noches el dolor parecía intensificarse. Al principio tenía la esperanza de recibir una llamada o un mensaje de su parte, pero al pasar los primeros días me resigné y entendí que eso no pasaría.Jason pasaría por mí y de ahí nos iríamos Nora, él y yo. Dadas las 10 de la noche ya estábamos los tres bebiendo, comenzamos con unos mojitos y shots. 40 minutos después yo ya me sentía m&aa
Narra IanCaminé en dirección recta, sentía la arena en mis pies, sentía en cada paso cómo la arena me quemaba la planta del pie. Comencé a acercarme a la orilla y poco a poco comenzó a llegar el agua a mis pies, no me detuve y seguí caminando, en cada paso el agua me llegaba más y más arriba. Sentía las olas topar en mis rodillas, mi mente estaba en blanco, sólo miraba hacia lo que parecía ser el final del mar, pero no, eso no era el final, no existía un final. Mi camisa ya estaba mojada, el agua me comenzó a llegar al pecho, no podía detenerme, en realidad no quería, entre más caminaba sentía cómo el agua seguía subiendo, no tardó en llegarme al cuello y luego tapó mi boca. En un mom
—Más vale que si— Dije viéndola directo a los ojos, ella apago la mecha y se sentó a un lado mío, tomó aire y comenzó. —Sabía que esto tarde o temprano se iba a saber— susurro más para ella sola —Yo soy esa chica, les mentí, no tengo 20 años y no me llamo Nora. —Eso me queda más que claro. —Déjame explicarte y tal vez así me entiendas. Hace 3 meses mi padre falleció, me dejó sola, mi madre murió cuando yo tenía 4 años y él nunca comenzó una nueva vida con alguien más, así que lo único que tenía era a mi papá. Después de su muerte yo quedé a cargo de todo lo que era de él, era demasiado cargo para mí. Pero nunca estuve sola, tenía el apoyo de Dave quien era mi novio y él junto a su papá ambos eran socios de mi padre en ciertos negocios. Al inicio toda la relación fue normal y bonita pero después de su muerte Dave comenzó a hacerse posesivo de mí, no tardó mucho en querer tomar posesión de las acciones que mi padre me había dejado con la excusa de que e
Sabía que escuchar una conversación ajena estaba mal, pero sabía que lo que acababa de escuchar me tomó por sorpresa y además me hizo sentir una presión en el pecho. Tal vez lo más difícil de aceptar que Hyemi se fue, es aceptar que está con alguien más. Se que en otro caso me habría puesto como loco queriendo escuchar su voz o le habría quitado el celular a Jason, pero no. Decidí entrar a la ducha sin decir nada, ya le había llorado lo suficiente, y me había lamentado por no haberme podido despedir de ella, ya había asimilado en parte que no volveríamos estar juntos. No dejaría que unos comentarios me dejen en el limbo de nuevo.Unos minutos más tarde entró Jason a la regadera de al lado