Mientras las palabras de Adrien se deslizan de sus labios, mis ojos se sumergen en la maravilla de su belleza y la profundidad de su mirada. Por un breve instante, aparto mi mirada hacia la multitud que nos contempla con expectación en sus rostros, y me siento la mujer más afortunada del universo.— En cada risa compartida, en cada abrazo reconfortante y en cada mirada llena de complicidad, he encontrado la certeza de que quiero pasar el resto de mis días a tu lado. En ese instante rememoré nuestro primer encuentro en su oficina. ¿Quién hubiera pensado que hoy estaríamos intentando sellar un contrato, pero esta vez para unir nuestras vidas?— Hoy, en este lugar cargado de significado para nosotros, me arrodillo ante ti con un anhelo profundo en mi corazón. ¿Isabella, aceptarías ser mi esposa y compartir conmigo una vida llena de amor, aventuras y complicidad? Quiero que seamos cómplices en todos los capítulos que restan por escribir en nuestra historia, y quiero hacerlo juntos, supe
Pov AdrienDespierto justo unos minutos antes de que suene el despertador. Observo a Isabella mientras duerme plácidamente, su belleza es deslumbrante incluso en el sueño. Su cabello azabache y sus ojos azules, heredados de su padre, la hacen aún más encantadora.Con cautela, me levanto, tratando de no perturbar el colchón para no despertarla, y me dirijo hacia el balcón. El aire es fresco pero no demasiado frío. Me quedo allí en silencio, sumido en mis pensamientos, sintiendo una angustia profunda. Me sentía atrapado entre la espada y la pared.Cojo mi celular y marco un número que me sé de memoria. Tardo unos segundos en contestar, pero finalmente lo hace una voz femenina al otro lado.— Buenos días, mi amor. ¿Fue tan mala tu noche que me llamas tan temprano? — dice aquella mujer con ternura.— No te hagas la ingenua, sabes perfectamente por qué te llamo — le susurro con voz tensa y nerviosa.— Lo siento, cariño. Quería ir a la celebración, no se me ocurrió otra forma, además, tu fa
En un beso suave y apasionado, cierro el capítulo perfecto que acabamos de escribir, sellando con ternura el punto clave de nuestra explosión de placer. Nos separamos y en el silencio, escucho el suspiro que escapa de sus labios mientras ella cierra los ojos, entregada al placer. Me recuesto a su lado, observándola detenidamente, y mi mano se desliza suavemente por su brazo, deleitándome en la textura sedosa de su piel.— Te amo, Adrien — dice Isabella con un suspiro, mirándome fijamente a los ojos. — Mucho más de lo que jamás he amado a nadie.— Yo también te amo, mi amor — le respondo con ternura, acariciando suavemente su mejilla. — Eres la mujer que siempre soñé tener a mi lado.— Me encantaría pasar todo el día pegada a ti, pero debo irme, mi amor. Quedé en reunirme con las chicas para ver los vestidos de damas de honor, y luego iré con mi madre a elegir los arreglos florales — explica, haciendo un puchero adorable.— Está bien, hermosa. Yo también tengo algunas cosas que hacer,
Su intensa mirada, es un rayo que me atraviesa el pecho y me roba el aliento, dejando mi cuerpo fascinado en cada encuentro, su rocío me inunda por dentro, llegando a los rincones más secretos. Fluye por mis venas el fuego de sus latidos.— Tita, ¿cómo me veo?— Preciosa, te dije que ese color verde agua quedaría perfecto, además resalta tus ojos.Ella se dirige al espejo con paso firme y se contempla con orgullo, el vestido es poco más abajo de las rodillas, con un poco de vuelo en la falda, y corsé con escote corazón. Unas sandalias de tirantes y tacón medio completan el atuendo de mis damas de honor.Ambas se sitúan delante de mí, esperando mi aprobación. Sus figuras resaltan a la vista; en el caso de Kenia, el escote realza su busto, por tenerlo más pronunciado. Las miro analizandolas y Kenia gira sobre sí misma, lanzando besos al aire y guiñando un ojo, como si fuera una modelo famosa en alguna pasarela.— Keny, quédate tranquila, no nos están tomando fotos — interviene Tania.—
En el jardín del hotel, los invitados se aglomeran en silencio, expectantes ante el inicio de la ceremonia. El sonido de los suspiros y los murmullos de admiración se mezcla con el suave murmullo del viento entre los árboles. Nuestros padres, con ojos llenos de orgullo y emoción, nos observan desde sus asientos reservados. Siento cómo la mano de Adrien aprieta la mía con fuerza y ternura, transmitiéndome su calma y amor incondicional.La música alcanza su punto culminante y se desvanece en un dulce silencio. El sacerdote, parado en el altar, nos mira con una sonrisa cálida antes de comenzar la ceremonia. Sus palabras reverberan en el aire, llenas de solemnidad y significado, dando un pequeño sermón sobre el matrimonio y la importancia de la unión en Dios. También hizo una lectura de las Escrituras y por último oraciones colectivas.— Adrien Sebastian Hamilton Mills, ¿quieres y recibes por esposa a la señorita Isabella Aurora Rasetti Di Caro? — pregunta el sacerdote, su voz resuena con
Con destreza, se deshace de mis pantys, besándome con un deseo que me estremece. Mis manos recorren su cintura, bajando su pantalón con habilidad, dejando expuesto su cuerpo desnudo y su imponente miembro ante mis ojos. Su lengua traza un sendero de fuego desde mi vientre hasta mi jardín íntimo, explorando con destreza ese punto de éxtasis que me hace temblar. Cual viajera intrépida, mis manos exploran cada centímetro de su espalda, y en ese instante, mi mente se pierde en la bruma, desatando una corriente incontrolable en cada rincón de mi ser.Como un río ascendente, su boca viaja por mi cintura deteniéndose en mi pecho con un suspiro de pasión, como si quisiera descubrir los secretos ocultos en cada latido. Finalmente llega hasta mis labios, consumiéndolos con pasión desenfrenada, mientras su cuerpo sobre el mío irradia calor. Sin resistencia alguna, noto cómo se abre paso con delicadeza, arqueo mi espalda para darle mejor acceso y lo recibo en mi interior.Inicia el balanceo con s
En los primeros momentos los suspiros de mi flaqueza se hacían gigantes, me encontraba enfrascada en una lucha interna. No obstante, entre aquel torbellino de emociones, una ilusoria victoria se esbozaba ante mí, como un destello de luz en la oscuridad, pero el destino, inescrutable, volvió a cruzar nuestros senderos en su divina danza.En el presente:—¡No puede ser! ¿Es Adrien? —exclama Tania, sorprendida.No puedo apartar la vista de él. Sus ojos cafés, tan hermosos como los recordaba, me envuelven una vez más. Me doy cuenta de que nunca realmente superé aquellos sentimientos, simplemente los había guardado en un rincón oscuro de mi mente. Ahora siento un nudo en la garganta, un vacío en el pecho y un escalofrío recorriendo mi piel. Todo regresa: los besos, las caricias, las promesas... y el dolor.Tania me sacude el brazo, buscando llamar mi atención.—Tita, es Adrien — vuelve a repetir con asombro—. ¡Oh Dios mío! Se acerca hacia aquí.Reacciono y dirijo mi mirada hacia Ryan y Wil
Después de despedirse del resto, se aleja con ese estilo peculiar al caminar, lleno de elegancia y arrogancia que siempre lo ha caracterizado. Me quedo petrificada en mi lugar, observando cómo finalmente sale del restaurante.Cuando me fui de la casa de Sophia, su madre, sabía que Adrien me buscaría y exigiría una explicación por haberme marchado sin escucharlo. Después de varios años, me había olvidado de cómo era su voz, pero no de su presencia intimidante. Me preguntaba cómo habrá sido su vida desde entonces y si Ericka lo amaba como yo lo había hecho. Esperaba que con el tiempo se hubieran olvidado de mí y estuvieran juntos, pero ahora no estaba segura de ello.— Tita, ¿estás bien? — interrumpe Tania, sacándome de mis pensamientos.— Sí, solo me di cuenta de que no estaba preparada para verlo nuevamente — respondo.— ¿Por qué querría construir un hotel en esta parte del país? Hay lugares con mayor turismo y mejor ubicados — comenta Ryan.— Sí, estoy de acuerdo con eso. Tal vez ten