C9 - Él estaba allí.

Eva sintió un nudo en el estómago cuando escuchó su apellido en la voz firme y autoritaria de Gabriel.

— Moretti, a mi oficina. Ahora.

Pasó por su escritorio con algo en la mano. Una caja. Pero ni siquiera le dio una mirada a ella. Como siempre. No hubo ningún titubeo en su tono, ninguna señal de duda. No era una petición, sino una orden. Eva tragó en seco y se puso de pie con cuidado. Aunque la hinchazón había disminuido, todavía sentía una leve punzada en el tobillo, pero se obligó a ignorarla. Caminó con paso controlado hasta la oficina de su jefe y entró, cerrando la puerta tras de sí.

Gabriel estaba de espaldas, observando por la ventana con los brazos cruzados. La tensión en su postura era evidente. No giró para mirarla, solo esperó en silencio.

— ¿Va a despedirme? — preguntó Eva con la voz temblorosa.

Gabriel se giró de inmediato, frunciendo el ceño con una expresión de incredulidad.

— ¿Por qué te despediría? ¿Por torcerte el tobillo? Ciertamente eres la única que me soporta. —
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