C23 - No soy de muchas palabras.

Eva salió de la empresa con paso firme, pero sin prisa. Había aprendido a no llamar la atención innecesariamente. Aun así, Gabriel Montenegro la observaba desde la entrada del edificio, con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión inescrutable. Su mandíbula se tensó al verla dirigirse a la parada del autobús. ¿Acaso pretendía viajar en transporte público? Solo imaginarlo lo sacaba de quicio.

Sin embargo, su molestia se transformó en sorpresa cuando Eva, en lugar de esperar el autobús, alzó la mano y detuvo un taxi. Gabriel maldijo por lo bajo y, con rapidez, se dirigió a su auto, donde Ben ya lo esperaba al volante.

— Sigue a esa mujer — ordenó mientras se abrochaba el cinturón.

Ben lo miró por el retrovisor con una mezcla de incredulidad y diversión. Su jefe, el hombre siempre tan estoico y reservado, estaba actuando con una intensidad poco habitual. Era casi... humano. Aunque, claro, su obsesión con Eva también lograba sacarlo de quicio.

— ¿Puedo preguntar qué estamos haci
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