Eva fijó la vista en la pantalla de su laptop, su respiración era lenta y controlada, pero sus dedos se movían con rapidez y precisión sobre el teclado. Su mirada se clavó en la información clasificada que tenía ante sus ojos: estrategias de mercado, fusiones secretas, planes de expansión, próximos lanzamientos... datos que, en manos equivocadas, podrían destruir la empresa Barut desde sus cimientos.Dio un último vistazo a la información antes de hacer clic en “eliminar”. En cuestión de segundos, los datos desaparecieron de la base de datos interna de la empresa. Nadie, ni siquiera el mejor experto en seguridad informática, podría recuperarlos. Jason no tendría nada para presentar en sus reuniones, ni cifras, ni proyecciones, ni siquiera los detalles de los productos que se lanzarían en los próximos meses. Un golpe certero, uno que lo pondría de rodillas.Sonrió con satisfacción mientras adjuntaba los archivos encriptados a un correo y los enviaba a la competencia más feroz de la ciu
Eva se acomodó mejor en su silla, tarareando una canción mientras sostenía su taza de chocolate caliente. El aroma dulce la reconfortaba, dándole una paz que contrastaba con el caos que seguramente estaba desatándose en la empresa de Jason. No pudo evitar una sonrisa satisfecha mientras revisaba en su laptop algunos documentos de la empresa.— Moretti, a mi oficina — ordenó de repente la voz firme de Gabriel.Eva alzó la vista justo a tiempo para verlo ingresar a su despacho sin siquiera mirarla. Con calma, bebió otro sorbo de su chocolate antes de tomar su iPad y dirigirse hacia la oficina de su jefe.Cuando entró, lo saludó con la misma cortesía de siempre y comenzó a citarle su horario del día sin siquiera levantar la vista de la tableta. Pero Gabriel no respondió de inmediato. En cambio, la observó en silencio con una expresión inescrutable.— ¿Te has enterado de lo que pasó en tu antiguo trabajo? — preguntó de pronto.Eva sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero se obligó
Gabriel entró a la sala de conferencias con una determinación inquebrantable. Cada paso resonaba en el aire tenso, como un tambor de guerra que marcaba el ritmo de un enfrentamiento que estaba a punto de estallar. La atmósfera era cargada, casi palpable, mientras Ben soltaba al padre de Penélope, quien se había mantenido en una postura defensiva, preparado para cualquier eventualidad. Pero, más que nada, la atención de todos se centró en Eva, quien, tras Gabriel, cruzó el umbral con una mezcla de valentía y desafío.— Te ordené que descansaras — siseó Gabriel, su voz grave y autoritaria.— Lo haría — respondió Eva, con la mirada fija en él —, pero a quien golpeó fue a mí.Se plantó frente a Gabriel, desafiando su autoridad con una firmeza que sorprendió incluso a su jefe.Gabriel, un hombre acostumbrado a la obediencia, sintió un leve escalofrío, pero al mismo tiempo, orgullo. Esto era nuevo para él.— Te romperé el cuello, si es posible — espetó el padre de Penélope, su ira brotando
La noche se cernía sobre Seattle, y el aire estaba impregnado de una tensión palpable cuando Jason recibió la noticia de que Penélope había regresado a la ciudad. Su corazón latía con fuerza mientras se montaba en su coche, una mezcla de rabia e ira recorriendo su cuerpo. No podía permitir que su traición quedara sin respuesta; sabía que ella era la causa de su inminente ruina, y estaba decidido a confrontarla.Con cada kilómetro que recorría, la ira se intensificaba. Su mente estaba llena de recuerdos, de momentos compartidos, pero ahora esos recuerdos estaban manchados por la traición. Al llegar a su casa, estacionó bruscamente y salió del vehículo, avasallando la entrada como si fuera un huracán. La puerta se abrió de golpe, y su presencia llenó la sala.En el interior, Penélope estaba con un vaso de agua en la mano, mientras sus padres discutían acaloradamente. Al ver a Jason entrar, la conversación se detuvo en seco, el aire se volvió denso y pesado. Jason caminó directamente hac
La atmósfera en la habitación era densa, cargada de una tensión que parecía palpable. Eva se movía de un lado a otro, incapaz de encontrar consuelo en su propio espacio, mientras que Gabriel la observaba con una intensidad que parecía atravesar su alma. Sus ojos azules oscuros, profundos e implacables, la seguían en cada paso, como si intentara desentrañar cada pensamiento que cruzaba su mente.— En verdad, señor Montenegro, no quiero perder mi trabajo — comenzó Eva, intentando desviar la atención de la atracción que sentía hacia él. Tomó una porción de pizza con manos temblorosas, dándole un mordisco mientras continuaba —. Sé que fallé al mentirle… Por favor, haré lo que sea.Sus palabras salieron entre masticadas, y la mezcla de ansiedad y hambre le hizo parecer aún más vulnerable.Los ojos de Gabriel se dilataron, y dejó de lado su postura rígida. Se puso de pie y se acercó a ella, haciendo que su corazón latiera más rápido. Eva se quedó perpleja, como si el mundo a su alrededor se
Eva se encontraba en un torbellino de emociones, la ansiedad la consumía mientras pensaba en lo que había pasado la noche anterior. La imagen de Gabriel, su jefe, devorando sus labios, estaba grabada en su mente. ¿Qué pasaría ahora? ¿Con qué cara lo miraría en la oficina? La incertidumbre la mantenía en un estado de nerviosismo constante.El timbre sonó, y su cuerpo tembló, obligándola a respirar hondo para tratar de ocultar su nerviosismo. Se acercó a la puerta y, al abrirla, allí estaba Gabriel, con su porte elegante y esa mirada intensa que la dejaba sin aliento.— ¿Lista? — le preguntó, y ella simplemente asintió, incapaz de articular palabra. La atracción entre ellos era innegable; especialmente después de lo que pasó y la tensión en el aire era casi eléctrica. Gabriel se inclinó y le dio un beso suave en los labios, tomando su mano con firmeza antes de dirigirse al ascensor.¿Volvió a besarla?Eva sentía que estaba soñando.En el trayecto, el silencio era abrumador. Gabriel actua
El impacto de sus palabras resonó en la sala, y el aire se volvió espeso con la tensión que emanaba de ambos hombres. Eva, atónita, no podía creer lo que acababa de suceder. La situación había escalado de una manera impredecible, y estaba atrapada en medio de una tormenta que no había anticipado.— No te quiero ver cerca de mi empresa, de mi familia y mucho menos de ella. Ella ya no está a tu disposición — aclaró.Gabriel tomó la mano de Eva y la llevó a su oficina. Su hermano y su madre los siguieron. Lo que acababa de decir tenían a todos conmocionados.¡Gabriel Montenegro será padre!— ¿Qué demonios acabas de hacer? — preguntó Eva, intentando procesar la locura que salió de la boca de su jefe —. ¿Cómo pudiste? La tensión en la oficina era palpable, como si el aire estuviera cargado de electricidad. Gabriel se encontraba parado cerca del ventanal, intentando procesar lo que había sucedido. ¿Por qué lo dijo? No tenía esa respuesta, pero sabía lo que quería. La puerta se abrió de gol
Eva miró el reloj en su escritorio. Era media hora antes de su salida, y el nudo en su estómago se hacía más fuerte con cada segundo que pasaba. Sabía que debía salir de la empresa sin que nadie la viera. La situación con Gabriel había escalado de una manera que nunca imaginó, y necesitaba tiempo para aclarar sus pensamientos. Así que tomó su bolso, se aseguró de que no hubiera miradas curiosas y saliera.Mientras caminaba por el pasillo, su mente estaba en un torbellino.«No puedo creer que Gabriel haya dicho eso frente a todos» pensó. «¿Qué voy a hacer ahora?»La única persona que podía ayudarla a aclarar la situación era Valeria, su mejor amiga. Con manos temblorosas, sacó su teléfono y marcó su número, esperando que atendiera rápidamente.Cuando finalmente escuchó la voz familiar de Valeria al otro lado de la línea, la ansiedad se apoderó de ella.— Valeria, necesito hablar contigo — dijo, tratando de mantener la calma —. Sé que seguro estarás trabajando, lo siento por eso.— Si t