El hospital estaba tranquilo esa tarde, pero Nolan no encontraba paz. Había estado solo la mayor parte del día, luchando con una crisis que sentía llegar antes de que el cuerpo se lo confirmara. El dolor en sus músculos era constante, pero peor era la sensación de vacío que se extendía en su pecho. Una mezcla de culpa y miedo lo asfixiaba, la misma que llevaba tiempo intentando evadir.Los pensamientos sobre Alaia nunca se iban del todo. Se suponía que el distanciamiento lo protegería, pero la realidad era que su corazón no lo dejaba avanzar. Era como si las emociones lo arrastraran hacia ella, aunque su mente intentara evitarlo. Le dolía pensar en cómo ella, incluso ahora, seguía siendo una figura imposible de abandonar, a pesar de las mentiras, las decisiones dudosas y los secretos que cargaban.Cuando la puerta se abrió de golpe, Nolan la vio entrar. Alaia, con el rostro marcado por la preocupación, casi corrió hacia él, pero se detuvo al notar su mirada inquisitiva. Sus ojos s
El clima en la mansión había cambiado drásticamente desde que Nolan apareció con Logan en brazos, tras días de búsqueda exhaustiva. Alaia apenas pudo contener las lágrimas al ver a su hijo entrar por la puerta. Lo abrazó con fuerza, besándolo repetidamente en la frente mientras él la rodeaba con sus pequeños brazos. Su corazón latía frenéticamente, mezcla de alivio y rabia. Mientras tanto, Nolan observaba desde un rincón, con el rostro endurecido y los ojos clavados en la puerta, como esperando que Liam apareciera en cualquier momento. No tardó mucho. Liam entró a la habitación con una expresión de furia apenas contenida, con su mirada fija en Nolan. Alaia, sin embargo, no le dio tiempo a reaccionar. Soltó a Logan suavemente, asegurándose de que su hijo estuviera a salvo, antes de girarse hacia Liam. —No vuelvas a hacer algo así —le espetó, con su voz temblando de indignación—. ¿Entiendes? No te atrevas a separarlo de mí de nuevo, o lo lamentarás. Liam la miró, sus ojos brillan
El silencio que siguió era ensordecedor. Nolan se quedó inmóvil, como si las palabras de Alaia lo hubieran golpeado en lo más profundo de su ser. Durante unos segundos, no supo qué decir, pero finalmente, desvió la mirada.—Yo no... puedo —dijo en voz baja, con una mezcla de cansancio y desesperación—. No puedo amarte, Alaia.Alaia se negó a aceptar sus palabras. Sabía que no eran ciertas.—¡Mientes! —exclamó, sus ojos llenos de lágrimas.Se acercó a él, sin darle tiempo a reaccionar, y con firmeza, tomó su rostro entre sus manos. Sintió cómo el cuerpo de Nolan se relajaba bajo su toque, aunque él intentara resistirse. Sabía que él la amaba, lo sabía en lo más profundo de su ser.—Sé que sientes lo mismo, Nolan —murmuró, acercándose más a él—. Lo sé…Y entonces, sin darle más tiempo para negar lo evidente, Alaia unió sus labios a los de él en un beso profundo, cargado de todo el amor, la pasión y el dolor que habían reprimido durante tanto tiempo.Nolan sintió el calor de Alaia inva
Esa noche, Alaia llegó a la mansión Ryker agotada, tanto física como mentalmente. El rechazo de Nolan todavía quemaba en su pecho. Se sentía vacía, como si cada rechazo hubiera arrancado una parte de su alma. Y ahora, aquí estaba, sentada frente a Liam, con su sonrisa amplia y sus ilusiones a flor de piel.—Deberíamos salir a cenar —le había propuesto Liam esa misma tarde, con una insistencia que le resultaba familiar. Y aunque cada parte de su ser quería decir que no, las palabras de Nolan seguían resonando en su cabeza, su frialdad, su rechazo. Así que había aceptado, dejando que una pequeña parte de ella se rindiera al agotamiento.Durante la cena, Liam hablaba con entusiasmo de su futuro. —Voy a divorciarme de Agnes pronto. —dijo, sus ojos brillaban con una mezcla de determinación y esperanza—. Ella puede seguir escondiéndose, pero no me importa. Estoy dispuesto a terminar todo eso. Quiero un futuro contigo, Alaia. Alaia asentía, pero sus pensamientos estaban lejos. Sentía sus
—¿Dónde la tienen? —gruñó, acercándose al hombre, casi exigiendo respuestas.—No lo sabemos aún. Agnes fue muy astuta —suspiró con frustración—. No dio tiempo de reaccionar. La camioneta en la que la llevaron no tenía placas y ella no se ha comunicado con nadie aún.Nolan apretó los puños, con su mente trabajando frenéticamente. El miedo por la vida de Alaia lo desgarraba por dentro. Sabía lo cruel que podía ser Agnes, y no le cabía duda de que la mujer haría cualquier cosa para vengarse de Alaia. “¿Cómo no me di cuenta antes?,” pensó, furioso consigo mismo. “Estaba tan consumido por mi enfermedad, tan cansado, que no vi lo que pasaba a mi alrededor”.No podía perder más tiempo. Salió de la habitación, decidido a hacer lo que fuera necesario para encontrarla. Se dirigió directamente a casa de Liam, sabiendo que, a pesar de su disgusto hacia él, ambos compartían el mismo objetivo.***Liam estaba en su sala, con los mellizos a su alrededor, quienes le hacían preguntas sin cesar sobr
—No es asunto tuyo, Nolan. Alaia no está siendo obligada a nada —dijo Liam con sequedad, volviéndose a él—. Ella salió conmigo porque quiso, por su propia voluntad.—¿Cuándo? —Nolan lo interrumpió con brusquedad, su pecho ardía por la confusión y el miedo de haber causado un daño más grande del que imaginaba.Liam se quedó en silencio un segundo, como si la pregunta lo hubiera tomado por sorpresa. Luego, finalmente respondió.—Hace unos días, justo después de que saliste del hospital —admitió casi de mala gana—. El mismo día que...Nolan sintió que el estómago se le encogía. Sabía exactamente a qué día se refería. “El día en que la rechacé,” pensó con agobio.Por primera vez, una punzada de culpa lo atravesó. Todo comenzaba a tener sentido, el dolor en la mirada de Alaia, su desánimo. Quizás, su decisión de acercarse a Liam no había sido otra cosa que una respuesta al rechazo, una forma de lidiar con la soledad y la desesperación.El silencio que siguió fue pesado, ambos hombres est
Agnes tiró con más fuerza del cabello de Alaia, acercando su rostro al de ella hasta que sus labios casi se rozaron.—¿Mentiras y manipulaciones? —murmuró con una dulzura venenosa—. Eso suena a celos. Tú, tan recta, tan moral, siempre tan digna, ¿dónde te ha dejado eso? Atada y sola, mientras el mundo sigue girando sin ti.Alaia respiró con dificultad, el dolor punzante recorriendo cada fibra de su cuerpo. La rabia bullía en su interior, pero la impotencia era aplastante. Intentó ignorar la cercanía de Agnes, su aliento cálido y su mirada cruel. Tenía que mantenerse firme, aunque sus fuerzas estuvieran menguando.—¿Y qué tienes tú, Agnes? —susurró con amargura—. ¿Una jaula dorada donde todo lo que tienes es fruto de la destrucción? Estás vacía, siempre lo has estado.Agnes soltó una carcajada aguda, mientras su mano abandonaba el cabello de Alaia con un gesto de desprecio. Se enderezó lentamente, saboreando cada palabra que pronunciaba como si fueran dulces venenos.—Lo que yo tengo
—No… me siento… —musitó Alaia, antes de tambalearse.Nolan apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando ella se desplomó en sus brazos, su cuerpo quedó flácido y pesado. El pánico lo golpeó de inmediato al sentir lo débiles que estaban sus pulsaciones. La alzó con delicadeza, sosteniéndola cerca, mientras gritaba a los guardias que llamaran una ambulancia.Su mente iba a mil por hora mientras la veía inconsciente, cada segundo era una eternidad. ¿Cómo había permitido que esto pasara? Se sentía impotente, incapaz de borrar el sufrimiento que Alaia había soportado.—Aguanta, Alaia. Por favor, aguanta —murmuró desesperadamente, sin saber si ella podía oírlo.Cuando llegaron los paramédicos, Nolan casi no podía despegarse de ella. Se sentía como si dejarla fuera sinónimo de perderla de nuevo. Subió a la ambulancia con ella, aferrándose a la idea de que todo estaría bien, aunque su corazón le gritara lo contrario.Horas después, Nolan permanecía de pie, mirando la puerta de la sala de emerge