Y dentro de esas decisiones estaba el cuándo íbamos a ir tras ella.El cómo moriría... bueno, yo ayudaría con eso aunque ella no estuviera de acuerdo.Quizá me odie por un tiempo o quizá incluso quiera mi cuello (en cuyo caso solo cerraría los ojos y estaría aliviado por ir con Abi), como sea, sería un viaje que realizaríamos juntos.Mientras tanto...Seguí corriendo.Estaba aliviado de que en verdad me estuvieran siguiendo todavía. Calculaba que había pasado una hora más o menos y esperaba que, si no me encontraba con la manada, al menos pudiera alejarlos de aquella cueva.Conociendo a Iris, seguramente ya habría echado un vistazo para comprobar si se encontraba ahí el Alfa.¿Ingenuo de mi parte el pensar que me esperaría por una vez antes de hacer una locura? Quizá, sin embargo había adquirido algunos medios interesantes para poder defenderse sola. Eso y su ingenio podrían salvarla mientras yo me encargaba de los tipos que seguían gruñendo a mi espalda. En mi descuido por perderme
Después de casi un año con mis nuevos compañeros de manada, ya podía distinguirlos por su pelaje y por su tamaño. El Alfa Supremo no se andaba con rodeos y escogía a machos grandes para su manada, al parecer. Claro, nadie era tan grande como él, pero nosotros éramos simples lobos comunes. Me tomé un momento para respirar antes de unirme al combate sin perder de vista al lobo que me hizo el "pequeño" interrogatorio. En mi experiencia con los Renegados, normalmente el que hablaba más tenía algún tipo de "rango" importante dentro del grupo. Quizá fuera escogido solo por la fuerza ya que dudaba de su inteligencia. ¿Qué tipo con un cargo alto guiaba a un montón de lobos tras un solo lobo que claramente los estaba provocando? ¿Acaso no pensó que podría ser una trampa? El colmo de la estupidez fue seguirme durante horas. Como sea, me beneficiaba la incompetencia del tipo. La sangre y los gruñidos de dolor comenzaron a resonar en la zona del bosque. Me lancé contra un lobo que estaba a
-Lamento que solo pueda darte esto de comer por el momento. - Susurré al cachorro. No se había transformado por el simple hecho de que aún no había podido sacarle la cadena al rededor de su cuello. Lo intenté, pero dentro de mis habilidades no se encontraba el abrir cerraduras. Una habilidad que estaba segura alguno de la manada sabría y que estaba en mi lista para aprender. Cuando su pequeño estómago rugió, simplemente lo dejé sobre la rama en la que estábamos escondidos y baje a buscar algunos frutos. Encontré bayas y eso era lo que el pequeño estaba devorando de mi mano en ese momento. Dos horas. Llevábamos esperando dos horas a que Gail, Cleo o la manada apareciera. Sabía que la manada no aparecería tan pronto así que mi única preocupación real era Gail. ¿Los habría perdido? ¿Estaría bien? Eran preguntas que no dejaban de pasar por mi cabeza junto con algunas otras que me tenían ansiosa. Como, por ejemplo, ¿El Alfa Supremo seguiría fingiendo que estaba desmayado para que la
-¿Cuál es tu nombre, pequeño? - Pregunté con suavidad a pesar de que nos preparábamos para una incursión urgente. -Maximiliano. - Murmuró. -Bien, Max. Escucha, nosotros debemos entrar ahí para sacar a tu padre y a nuestro Alfa. Desgraciadamente no podemos dejarte a cargo de ningunos de nosotros porque necesitamos a todos los aliados que podamos tener. Sin embargo, te has llevado el premio gordo en cuanto a niñeras se refiere. Señalé a Cleo quien se acicalaba las plumas. El cachorro me miró de forma dudosa. -Aquí entre nosotros, ella es la mejor luchadora que tenemos. ¿No es así, chicos? - Grité sobre mi espalda. -Lo es. - Contestaron sin dudar. El cachorro seguía sin verse muy convencido hasta que le dije que ella también podría encontrar comida para él. Ah, no importaba la edad. Si tu alimentabas a un macho, te convertías en su mejor amigo o amiga. No importaba que ni siquiera fueran de la misma especie. Con el tema del cachorro arreglado, uno de los lobos de mi mana
Yo negué con la cabeza antes de que se lanzara hacia mí. Me agaché y esquivé las garras que iban dirigidas hacia mi cuello por muy poco. Aproveché mi posición para darle un puñetazo directo a sus bolas. El lobo cayó enseguida. Una vez en el piso, con algunos golpes más en puntos de presión diferentes para que el tipo dejara de respirar, decidí que era demasiado arriesgado seguir caminando. Me quedé en el suelo buscando oportunidades para seguirme moviendo hasta que un cuerpo cayó a unos dos pasos de mí. Un cuerpo con la garganta desgarrada y los ojos sin vida; me aproximé a él para tomar prestada un poco de su sangre y cubrir mi cuello en un desastre sangriento. Manos, brazos... todo lo que diera la impresión de que ya estaba herida y fuera de combate. Gracias a Nuestra dulce Madre, en cuanto algún lobo miraba en mi dirección, yo solo tenía que congelarme y fingir que estaba muy muerta. Cuando pasaban de largo sus miradas para buscar al siguiente objetivo, yo seguí moviéndo
No solo mis compañeros de manada se encontraban paralizados sobre el suelo, sino también algunos Renegados. Regresé sobre mis pasos hacia el pasillo lleno de cadáveres y encontré lo que buscaba. Asqueada más allá de todo, tomé una pierna y un brazo que nadie echaría en falta antes de correr de nuevo hacia mis compañeros paralizados. Recargué con cuidado la pierna sobre la pared y luego utilicé la mano llena de garras para ir enterrándolas en los cuellos de los Renegados esparcidos por el lugar. Cuando todos murieron, o estaban en eso, regresé por la pierna y sin pensar en que realmente estaba utilizando la sangre de una pierna para llenar el frasco y neutralizar un poco el aroma. Después de eso, tomé algunas ropas de los muertos y envolví esa cosa peligrosa una y otra vez. -No sé cuánto tiempo tome en dispersarse el olor, pero arrojaré esto lejos antes de adentrarme más allá. - Dije tomando la cosa envuelta y pateándola todo lo lejos que pude. Satisfecha, pasé a mis compañer
-¿Acaso tu afrodisíaco también le altera la vista? - Pregunté con un gruñido a Bart. -Eh... no lo sé. ¿Tal vez? Yo rodé los ojos. -Desde la primera vez que te vi cayendo pensé que eras muy bonita. - Dijo el Alfa acercándose a los barrotes para estar más cerca de mi posición. Los tomó con fuerza y me miró de arriba a abajo. - No hay día en que no piense eso. -¿De verdad? -Si. No hay hembra en el mundo que se compare. Lo decía con tal seriedad que no pude evitar sentir calor por dentro. -Solo tú has hecho que quiera aparearme. Solté una risita. -Bueno, gracias. Yo también pienso que usted... no, espere, no es momento. - Dije sacudiendo la cabeza. - No hablemos de apareamientos, concéntrese ahora mismo en salir de aquí. Parpadeó un poco antes de darme una lenta sonrisa mientras se balanceaba de un lado a otro. Mi vista se posó inevitablemente en la parte inferior de su anatomía que me saludaba alegremente. El Alfa solo había cubierto su pecho y eso me distraía u
Siempre había sabido que era el miembro más débil de la manada, pero que dieran su vida para protegerme mientras yo cargaba con nuestro Alfa debilitado... No creía que Ti estuviera siendo deliberadamente cruel al ponerme a salvo en vez de dejarme participar activamente junto al resto, pero dolía un poco en mi orgullo. Me lo tragué, no era momento de pensar en mí. Regresé con mis compañeros en la otra parte de la cueva en donde ya se estaban levantando y sosteniendo de las paredes de la cueva. A ellos también les di un resumen rápido antes de preguntarle a Bart si podría hacer algo para que ellos estuvieran en mejores condiciones. -Solo podría hacer una mezcla para que se encuentren más alertas, la parálisis aun estará en sus sistemas por al menos una hora o... A la m****a, no teníamos eso. -Dame mi bolsa. Tomé uno de los pocos frascos que me quedaban y recordé cómo los había ayudado hacía un tiempo para recuperarse. Quizá tardé un minuto antes de ir de lobo en lobo. Bart me m