Lo odiaba, de verdad que si. Si pudiera darme el lujo de tener una compañera, ella sería la más digna de las hembras. A mí me importaba una mierda esa marca, ¿Por qué a otros no? Suspiré. Por supuesto no la pondría en la posición más peligrosa del continente. De hecho, eso fue de lo primero que me habló Nuestra Gran Madre cuando la convoqué después de subir como Alfa Supremo. -Serás de mis mejores Alfas. - Susurró dándome una ligera caricia en la mejilla. - Estoy segura de que tú marcarás la diferencia entre mis hijos que han perdido en camino. Ahora, escúchame con atención porque cada Alfa Supremo solo tiene un par de minutos para hablar conmigo en el campo terrenal. -Si Gran Madre. - Susurré incrédulo al saber que no había soñado la cosa de morir y regresar. -Tu misión es importante, así que tendrás grandes retos que cumplir. Lo lograrás porque tu sentido del deber y visión sobre el bien y el mal no están equivocadas. Sin embargo quisiera advertirte sobre tu compañer
Contrariamente a lo que podrían pensar, ella solo tenía este ligero aroma cuando estaba conmigo llevando la máscara de cicatrices. No lo entendía al principio porque ya me había confesado que me encontraba atractivo sin ellas, sin embargo la primera vez que percibí eso... Quise gruñir por lo bien que olía. Nunca hizo un movimiento al respecto y podía continuar con una conversación con toda naturalidad, así que yo también ignoraba lo que significaba la mayor parte del tiempo. Era un macho saludable, por supuesto que me afectaba pero no era un animal salvaje sin autocontrol.Cuando encontré al grupo más temprano... Gruñí al recordar lo que había sido para mis nervios el verla con un hombro más abajo de lo que debería y ropa diferente.Solo había una razón para que ella se pusiera la ropa de alguien más y eso me hizo rabiar. ¿Qué mierda había pasado?Lo sabía. Mi intuición me decía que algo andaba mal pero creí que era por el fiasco de haber llegado a un acantilado con mi grupo. Lo
Iris.-¿Iris? ¿Puedo pasar? - Preguntó una voz lejana sacándome levemente de mi sueño.-¿Y por qué le preguntas a ella?- Dijo el Alfa Supremo en voz alta.Abrí un ojo.¿Cómo es que siempre termino sobre su pecho?-Pasa, Ti. - Dije cerrando el ojito y acurrucándome nuevamente.-¿Qué pasa, Ti? - Preguntó el Alfa después de haber sido ignorado.-La dueña de la manada acaba de terminar de preparar el desayuno. Pensé que a Iris le gustaría saberlo. - Dijo divertido.Mis ojos se abrieron por completo.-¿Desayuno? Demonios, ¡Si!Comencé a apartar la sábana de nuestros cuerpos para luego salir de la cama. Fue cuando me di cuenta de que el Alfa seguía en toalla.-Oye Ti, ¿No habrá unos pantalones que...?-Ya me adelanté, Iris. - Dijo Ti arrojándole un par al Alfa junto a una playera que robé de inmediato. - También he traído una nueva máscara para cubrirle su bonito rostro de bebé y me encargué de que la dueña de la manada dejara de gritar más temprano cuando encontró tirado en el baño el "tro
-¡Gracias por hacerme ver mis errores, Alfa! - Grité sobre su espalda. ¿Castigo público? Humillación pública, más bien. Otro golpe en mi trasero me hizo chillar. -De nuevo, y quiero que esta vez lo sientas, Vomi. -¡Gracias por su castigo correctivo, Alfa! ¡Lo pensaré dos veces antes de hacer tonterías y.... ! ¡Ay! -Sigue sin sonar convincente. Llevaba al rededor de quince minutos golpeando mi trasero con su palma mientras él corría en medio de la manada. Pensé que estaba bromeando cuando me cargó sobre su hombro y me dijo que me azotaría para que comenzara a arrepentirme. Seguí en negación hasta que su enorme mano empezó con el castigo. No sabía quién estaba más divertido, si el Alfa o mis compañeros, así que solo cerré los ojos y supliqué piedad. -¡No desobedeceré a mi Alfa! ¡Seré buena! ¡Seré... ! ¡Ay! -Patético, Vomi. Apreté mis puños contra su espalda. -¡Oh, Alfa! ¡Estoy tan arrepentida! ¡Agradezco mi castigo! -¿De verdad? -¡Mucho! ¡Mi trasero siemp
La luz del sol me deslumbró levemente. -Tenemos una misión, Vomi. - Dijo el Alfa con tranquilidad sin girar a verme. - Ve. Entonces soltó mi mano y echó a correr para transformarse en lobo. "Eh, si. Adiós a usted también." Pensé mientras sacudía la cabeza. Tenía dos opciones: Obsesionarme con lo que acababa de pasar o dejarlo en el fondo de mi mente hasta que tuviera un tiempo a solas y mi manada no me lanzara miradas de reojo. Opción dos será. Me dirigí un poco más lejos de donde ya se encontraban el resto de los chicos moviendo y arrojando cosas al azar para adentrarme en la primer tienda maloliente del lugar. Ni siquiera estuve ahí tres segundos antes de salir. Nada mejor para distraer la mente que un cuerpo sin piel sobre la unica mesa que había dentro. Bueno, eso no me interesaba. El Alfa dijo que teníamos que buscar cosas relevantes y dudaba que a eso fuera a lo que se refería. En la segunda tienda tampoco pude respirar bien pero eso se debía al nauseabundo
-No sé cómo, pero estoy segura de que hicieron trampa. - Dije estrechando los ojos hacia mis compañeros de manada. -No seas mal perdedora y ve. - Dijo Bo arrojándome un trozo de carne que Cleo atrapó en el aire. -No muerde. Los lobos se partían de risa mientras yo me levantaba.Cleo fue a posarse sobre el hombro de Gail esperando ansiosamente un trozo de lo que estaba comiendo. -Que sepan que voy a vengarme. - Dije rodando los ojos. - ¡Sé dónde duermen todos! Caminé con indignación en dirección a donde el Alfa Supremo se encontraba repasando por milésima vez el mapa que habíamos tomado hacía un par de días. Recorrimos un montón de kilómetros siguiendo los rastros de los Renegados que escaparon. No tuvimos éxito. Uno pensaría que con lo horrible que olían las probabilidades de encontrarlos serían más altas pero... pero no. De alguna forma los perdimos. Después de una pequeña lluvia las huellas también desaparecieron. No estábamos yendo a ningún lado, así nuestra prim
-Tengo una teoría. - Dije cuando nos alejamos de la manada. Escuchamos de fondo a Ti comenzar a repartir las guardias. -¿Sobre qué? -Sobre el ataque a nuestra manada y la repentina desaparición de los Renegados. Miró en mi dirección alzando las cejas. Seguimos caminando hasta llegar a lo que creo que era la casa en mejor estado del lugar. Dentro solo había una pequeña mesa con tres sillas, un armario y una cama enorme. Me guió a la mesa y nos sentamos en los extremos. -Dime tu teoría. - Dijo antes de comenzar a comer. -Usted come muy poco. -Quizá. ¿Tu teoría? Yo le sonreí de lado. -Estaba pensando un poco en mi condición. - Dije cruzando mis brazos sobre la mesa. - No contemplaría el ataque a nuestro territorio como si hubiéramos sido víctimas de la traición en nuestras filas porque... bueno, prácticamente lo idolatran.Alzó sus cejas.-¿A mí?-A usted. Y que no se le suba a la cabeza, pero creo que es un muy buen líder. Quizá el mejor Alfa entre los Alfas, ¿Quién n
-¿Todo tranquilo, Ti? - Pregunté acercándome al grupo. -Si. Ha decir verdad, no creo que los Renegados ahora mismo vengan por nosotros, seguramente ellos estarán más ocupados escondiendo sus colas por un tiempo. Justo mi mismo pensamiento. Habían pasado tres días enteros en los que dejamos descansar al Alfa Supremo. El pobre debía de estar muy agotado porque ni siquiera se movió cuando salí de la cama y estampé mi cara contra el piso. O cuando regresé y jalé sus brazos intentando que despertara para comer. Era como una jodida roca gigante que no se movió ni un centímetro. No había una mejor definición de muerto para el mundo. Me preocupé un poco y puede que haya ido por refuerzos. Dichos refuerzos solo se burlaron de mí; al final solo me dijeron que el Alfa podía estar tres o cuatro días enteros así cuando estaba agotado. -¿No recuerdas que tardó en despertar cuando casi lo matan? - Preguntó Ef rodando los ojos. - No había estado durmiendo muy bien en la última semana, dejémoslo