Liam. -No quiero pelear contigo. - Gruñí en la cara de mi hermano. Él sonrió. -Por supuesto que no. - Dijo divertido arrastrando las palabras. El alcohol fuertemente presente en el aire. - Sabes que te ganaría en un duelo. Es por eso que eres tan cobarde como para dejar que haga lo que quiera en la manada. Cobarde y patético. ¿En serio creíste que dejaría mis juegos por un par de amenazas tuyas? Lo aparté de un empujón y me dirigí a la mazmorra que estaba debajo de la manada con el sonido de su risa maniaca a mis espaldas. Dos años atrás, padre había muerto sin anunciar quién de los dos tomaría el puesto de Alfa. Él lo deseaba mas que yo, así que simplemente declaré que mi hermano era el nuevo Alfa ante la manada y luego me retiré con el grupo de caza. Creía que sería más útil como cazador que como Alfa, así que ni siquiera lo dudé. Mi hermano hizo una fiesta que duró al rededor de una semana. Celebró su nombramiento y al terminar, declaró que lo primero que haría se
Liam. Arrastré el cuerpo de mi hermano hasta su oficina después de asegurarme de conseguir algo de ropa para las cachorras. Ni era mucho, solo lo que pude conseguir limpio del armario de mi hermano. Ellas se acobardaron al acercarme, así que puse la ropa en un rincón y les pedí que la usaran. En cuanto me alejé lo suficiente, ellas tomaron la ropa. Miré a mi al rededor y luego pasé mis manos por mi cara. La oficina era un desastre. Botellas de alcohol, restos de comida y papeles esparcidos. -Joder, ¿Es que acaso estás haciendo tu papel de Alfa? - Gruñí en dirección de mi hermano antes de tomar un par de papeles. En teoría ahorrábamos mucho en comida y en pieles para usar como abrigos o cobertores para el invierno ya que mi grupo y yo la cazábamos, así que cuando vi en aquellos papeles que mi hermano había estado pidiendo prestado dinero a las manadas cercanas volví a gruñir. Para cuando mi hermano se despertó, me hervía la sangre. -¿Uh? ¿Qué pasó? -¿De qué manada
Liam. Fue una mañana mientras me reunía con los guardias que patrullaban los límites del territorio que llegaron los Renegados. No a atacar, sino a visitar. Mandé a dos guardias a que le avisaran a mi hermano. Me tensé y les pregunté qué m****a querían aquí. -Hablar con tu Alfa. - Dijo con una sonrisa uno de ellos. - Somos viejos amigos. -Los Renegados no son bienvenidos en nuestra manada. - Dije interponiéndome en su camino. - Regresen por dónde vinieron. Uno de ellos me chasqueó la lengua. -Será mejor que te apartes antes de que lo lamentes. -No lo creo. Había tensión en el ambiente. Estaba listo para dar una pelea de ser necesario. -Hey, no hay necesidad de la agresión. - Dijo mi hermano detrás de mí colocando una mano en mi hombro. - ¿Qué desean, caballeros? -Tenemos un negocio entre manos y queríamos saber si estás interesado. Yo gruñí. -¿Un negocio, dicen? - Preguntó mi hermano y pude escuchar el interés en su voz. -Hermano... - Dije con una clara advertencia y
-La manada tiene a un nuevo Alfa. - Dijo el Alfa Supremo con voz aburrida. - ¿Hay alguien que quiera retarlo? Silencio. -Que así sea. - Dijo antes de comenzar a caminar hacia la casa de la manada. Yo cerré los ojos pero los abeí de inmediato después de sus siguientes palabras. - Ahora, vengan a mí las hembras. -¿Qué? Miré su espalda. Ni siquiera se detuvo. -Mientras tú, nuevo Alfa, reunes los tributos que me debes, me quedaré aquí. Por supuesto no esperarás a que mis necesidades sean cubiertas solas. Incluso el anterior Alfa lo ofreció... -No. - Gruñí. - Las lobas no irán a ninguna parte. ¿Qué m****a sucede contigo? Si lo unico que quieres el tu tributo, te puedo dar lo de este mes y reunir poco a poco el resto. Se detuvo por fin y solo giró su rostro hacia mí con una ceja arqueada. -No estás en condiciones de negociar. Tendré a las lobas y mis tributos pendientes antes de irme de esta manada. Mi temperamento estaba por el borde. -No. Se irá de la manada y dejaremos
Arrastré el cuerpo de mi hermano hacia las mazmorras cuando estuvieron vacías. Lo encerré en una de las celdas y luego volví a reunirme con la manada. Algunas lobas, justo como lo había pedido, se llevaron a las cachorras así que solo había unas pocas ausencias en el claro. Invité a todos a sentarse ya que el Alfa Supremo o alguno de sus representantes tardarían al rededor de cinco o seis horas en llegar. Nadie habló durante ese tiempo. Todos me miraban pero yo no era capaz de ver a nadie a los ojos. Un aullido rompió el silencio por fin. "He llegado. ¿Dónde se encuentran?" Me transformé y aullé yo mismo para darle una respuesta. Poco después apareció un lobo negro y enorme. Automáticamente me incliné en señal de respeto. Había venido en persona el Alfa Supremo. -¿Y bien? ¿Cuál es el asunto de extrema urgencia e importancia con el que una manada que no ha pagado tributo en un año me ha convocado? Me levanté confundido. -El dinero del tributo fue entregado, Alfa Supr
Muy pronto mi otra rodilla también colapsó y caí bruscamente al suelo. Chillidos asustados de la manada que era mía y a la que le iba a fallar después de cinco minutos de haber sido nombrado, resonaban en mis oídos mientras el Alfa Supremo reía divertido. -Una lástima que la diversión hubiera terminado tan pronto. Me levanté una vez más con piernas temblorosas escupiendo sangre. No podía creer que realmente todo terminaría así, pero sabía la verdad: Era solo mi fuerza de voluntad lo que me sostenía. -Oh, ¿Aún sigues vivo? Bien, solo porque me das lástima terminaré contigo... Sentí su puño en mi cara y volví al suelo. Roto. Algo más que se unía a la lista de mis heridas. -Ahora que lo pienso, tu cara aún se ve bien. Tenemos que remediar eso antes de que mueras. Garras. Sus garras atravesaron la carne de mi cara una y otra vez por lo que me parecieron horas. Dejé de sentir dolor. De hecho, me encontraba en la absoluta oscuridad y me preguntaba ausentemente si estaba
Mi sentido del olfato estaba volviendo poco a poco e inexplicablemente. No es que importara ya que en lo único que me estaba enfocando ahora mismo era en no soltar a mi presa. Por fin, ambos caímos al suelo y la gravedad me ayudó a arrancar un buen pedazo de su cuello. Gorgojeó algo y luego hubo silencio. Realmente no sé qué pasó exactamente después. Quizá me desmayé o algo, solo sé que en algún punto entre la desconexión de mi mente y su vuelta, habían algunos lobos desconocidos a mi al rededor. -¿Quienes... ? -Su manada, Alfa Supremo. - Cerré la boca cuando los acontecimientos anteriores vinieron a mi mente. Mierda. - Hemos esperado semanas su recuperación...Levanté una mano para que se detuviera y luego miré en dónde me encontraba. Esta no era mi manada... mi antigua manada. No reconocía la cabaña en la que estaba tendido.-¿Dónde está mi antigua manada?El lobo que había hablado respondió.-No sabría decirle con seguridad ya que cuando llegamos al llamado del nuevo Alf
No había papeleo.Durante mi primer día como Alfa Supremo me dediqué a investigar mi nuevo territorio, lugar al que me habían traído hace un par de semanas.Veintisiete días permanecí medio muerto para el mundo y en ese tiempo pensé que se había acumulado el trabajo porque, tonto de mí, debía de haber algún tipo de orden del día o algo ¿No?Pues no. Me encontré con que el anterior Alfa Supremo y uno antes de él les había importado una mierda dejar algún tipo de registro sobre sus actividades, por lo que tuve que preguntarle a mis nuevos lobos al respecto.Se encogieron de hombros.-Normalmente nos dedicamos a holgazanear todo el día, conseguir comida y esperar a que el Alfa nos asigne algún trabajo.Increíble.También me dijeron que ellos habían sentido la muerte del ex Alfa Supremo, así que fueron al sitio al que los guió su instinto para lleverme con ellos. Esa había sido toda la proactividad que habían demostrado durante casi un mes con respecto a sus deberes.- De acuerdo. - Dije