Capítulo 167.

Calculaba que por fin estaba cerca el amanecer.

Tuve que arrastrar el cuerpo del Alfa hasta que estuvimos cerca de la hoguera y me aseguré de que no tendríamos hipotermia.

Bueno, al menos yo. El Alfa siempre era un enorme y sensual horno.

Cleo no regreso pero, de nuevo, no me preocupaba. Ella era libre para irse en cualquier momento.

Tampoco vi a ningún Renegado o ni siquiera me encontré con algunos animales salvajes más allá de los que Cleo había cazado. ¿Era extraño? Mucho. ¿Me preocupaba? No en ese momento.

Mis pensamientos se encontraban más bien en el camino de la venganza, el buscarle plantas para que no se desangrara hasta la muerte el Alfa y en no quedarme dormida mientras tanto.

Tenía muchas cosas en la cabeza además de nuestros problemas más recientes. Como por ejemplo, qué mierda era ese latido en mi pecho que iba y venía.

¿Por fin me estaba muriendo?

Se sentía casi igual de desgarrador que cuando el idiota de mi ex pareja me rechazó a los pocos minutos de marcarme. Dolía,
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