Capítulo 155.

Me levanté de un salto y corrí cerrando la jaula detrás de mí.

No porque esperara atraparlos ahí dentro (duh! ellos tenían la llave) sino para ganar algunos preciosos segundos.

No me estaba sintiendo muy bien. Y no me refería a mi primer mamada en público, sino a que ese jodido pulso extraño en mi cuerpo dolía y palpitaba al ritmo de mi corazón.

No podría tener una pelea decente con la perra y, además de todo, la necesitaba viva. Solo un poquito más.

Lo suficiente como para que diera algunas explicaciones y ubicaciones del resto de la escoria que seguía ocultándose.

Después la despacharía de forma muy personal.

Llegué al pasillo que se dividía en dos y tomé el camino de la izquierda.

Simple lógica. La perra me creía un macho, así que pensaría que soy demasiado estúpido como para esconderme en algún lugar que no fuera con el resto de los borrachos.

Que me busque, mientras tanto yo iba a investigar qué había por aquí.

Cuando se calmaran las aguas, saldría del lugar,
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