-¿Ahora adoptas... cachorros, Vomi? - Dijo el Alfa desde el suelo.Yo rodé los ojos. -Usted está muerto. No crea que estoy muy feliz porque se dejara atrapar. - Dije con un pequeño puchero mientras Bart tomaba al cachorro de mi ropa. -No fue... intencional.-No fue intencional. - Repetí con un gruñido. - Ya hablaremos de lo intencional que pudo haber sido, Alfa. Ahora, ¿Hay alguna forma de salir de aquí sin pasar por los borrachos de enfrente?-No. - Dijo Bart visiblemente más calmado. Le pasé un par de plantas para que masticara. - Unica entrada y salida es la de allá.-Hay que joderse entonces... - Me sostuve de su hombro cuando un nuevo pulso latió en mi corazón. - Mierda, me siento muy mal.El Alfa abrió los ojos y miró en mi dirección.-¿Dónde... la manada...?-Buscándolo en algún lugar a un día de distancia de aquí. - Dije frunciendo el ceño. - Espero que le gusten sus lobos llenos de flores porque en este momento están en mi lista negra. -¿Has venido sola? - Gruñó enojado.-
Aquella cueva parecía malditamente profunda.Cuando me interné allí parecía que estaban teniendo una fiesta o alguna mierda. Menos mal que solo la mitad de ellos me había seguido hacia afuera.Yo no era invencible ni pretendía serlo, así que al ver la cantidad de lobos detrás de mí supe que no podría enfrentarme a ellos yo solo. Iris también se había vuelto sorprendente, pero no correría el riesgo de ponerla en peligro para que me ayudara con unos cuantos.Lo mejor que se me pudo ocurrir fue correr en dirección en donde se encontraba aproximadamente mi nueva manada y rezar por encontrarlos.Esperaba que Iris no se metiera en problemas mientras tanto pero... ¿A quién engañaba? Desde pequeños esa chica siempre estaba en primera fila para el peligro.-Escucha... Gail. - Dijo el Alfa, padre de Iris, detrás de su escritorio con el ceño fruncido. - No quiero cortarle las alas a mi pequeña porque en cuanto sea una Luna de otra manada lo más probable es que su pareja lo haga. Sin embargo, co
Y dentro de esas decisiones estaba el cuándo íbamos a ir tras ella.El cómo moriría... bueno, yo ayudaría con eso aunque ella no estuviera de acuerdo.Quizá me odie por un tiempo o quizá incluso quiera mi cuello (en cuyo caso solo cerraría los ojos y estaría aliviado por ir con Abi), como sea, sería un viaje que realizaríamos juntos.Mientras tanto...Seguí corriendo.Estaba aliviado de que en verdad me estuvieran siguiendo todavía. Calculaba que había pasado una hora más o menos y esperaba que, si no me encontraba con la manada, al menos pudiera alejarlos de aquella cueva.Conociendo a Iris, seguramente ya habría echado un vistazo para comprobar si se encontraba ahí el Alfa.¿Ingenuo de mi parte el pensar que me esperaría por una vez antes de hacer una locura? Quizá, sin embargo había adquirido algunos medios interesantes para poder defenderse sola. Eso y su ingenio podrían salvarla mientras yo me encargaba de los tipos que seguían gruñendo a mi espalda. En mi descuido por perderme
Después de casi un año con mis nuevos compañeros de manada, ya podía distinguirlos por su pelaje y por su tamaño. El Alfa Supremo no se andaba con rodeos y escogía a machos grandes para su manada, al parecer. Claro, nadie era tan grande como él, pero nosotros éramos simples lobos comunes. Me tomé un momento para respirar antes de unirme al combate sin perder de vista al lobo que me hizo el "pequeño" interrogatorio. En mi experiencia con los Renegados, normalmente el que hablaba más tenía algún tipo de "rango" importante dentro del grupo. Quizá fuera escogido solo por la fuerza ya que dudaba de su inteligencia. ¿Qué tipo con un cargo alto guiaba a un montón de lobos tras un solo lobo que claramente los estaba provocando? ¿Acaso no pensó que podría ser una trampa? El colmo de la estupidez fue seguirme durante horas. Como sea, me beneficiaba la incompetencia del tipo. La sangre y los gruñidos de dolor comenzaron a resonar en la zona del bosque. Me lancé contra un lobo que estaba a
-Lamento que solo pueda darte esto de comer por el momento. - Susurré al cachorro. No se había transformado por el simple hecho de que aún no había podido sacarle la cadena al rededor de su cuello. Lo intenté, pero dentro de mis habilidades no se encontraba el abrir cerraduras. Una habilidad que estaba segura alguno de la manada sabría y que estaba en mi lista para aprender. Cuando su pequeño estómago rugió, simplemente lo dejé sobre la rama en la que estábamos escondidos y baje a buscar algunos frutos. Encontré bayas y eso era lo que el pequeño estaba devorando de mi mano en ese momento. Dos horas. Llevábamos esperando dos horas a que Gail, Cleo o la manada apareciera. Sabía que la manada no aparecería tan pronto así que mi única preocupación real era Gail. ¿Los habría perdido? ¿Estaría bien? Eran preguntas que no dejaban de pasar por mi cabeza junto con algunas otras que me tenían ansiosa. Como, por ejemplo, ¿El Alfa Supremo seguiría fingiendo que estaba desmayado para que la
-¿Cuál es tu nombre, pequeño? - Pregunté con suavidad a pesar de que nos preparábamos para una incursión urgente. -Maximiliano. - Murmuró. -Bien, Max. Escucha, nosotros debemos entrar ahí para sacar a tu padre y a nuestro Alfa. Desgraciadamente no podemos dejarte a cargo de ningunos de nosotros porque necesitamos a todos los aliados que podamos tener. Sin embargo, te has llevado el premio gordo en cuanto a niñeras se refiere. Señalé a Cleo quien se acicalaba las plumas. El cachorro me miró de forma dudosa. -Aquí entre nosotros, ella es la mejor luchadora que tenemos. ¿No es así, chicos? - Grité sobre mi espalda. -Lo es. - Contestaron sin dudar. El cachorro seguía sin verse muy convencido hasta que le dije que ella también podría encontrar comida para él. Ah, no importaba la edad. Si tu alimentabas a un macho, te convertías en su mejor amigo o amiga. No importaba que ni siquiera fueran de la misma especie. Con el tema del cachorro arreglado, uno de los lobos de mi mana
Yo negué con la cabeza antes de que se lanzara hacia mí. Me agaché y esquivé las garras que iban dirigidas hacia mi cuello por muy poco. Aproveché mi posición para darle un puñetazo directo a sus bolas. El lobo cayó enseguida. Una vez en el piso, con algunos golpes más en puntos de presión diferentes para que el tipo dejara de respirar, decidí que era demasiado arriesgado seguir caminando. Me quedé en el suelo buscando oportunidades para seguirme moviendo hasta que un cuerpo cayó a unos dos pasos de mí. Un cuerpo con la garganta desgarrada y los ojos sin vida; me aproximé a él para tomar prestada un poco de su sangre y cubrir mi cuello en un desastre sangriento. Manos, brazos... todo lo que diera la impresión de que ya estaba herida y fuera de combate. Gracias a Nuestra dulce Madre, en cuanto algún lobo miraba en mi dirección, yo solo tenía que congelarme y fingir que estaba muy muerta. Cuando pasaban de largo sus miradas para buscar al siguiente objetivo, yo seguí moviéndo
No solo mis compañeros de manada se encontraban paralizados sobre el suelo, sino también algunos Renegados. Regresé sobre mis pasos hacia el pasillo lleno de cadáveres y encontré lo que buscaba. Asqueada más allá de todo, tomé una pierna y un brazo que nadie echaría en falta antes de correr de nuevo hacia mis compañeros paralizados. Recargué con cuidado la pierna sobre la pared y luego utilicé la mano llena de garras para ir enterrándolas en los cuellos de los Renegados esparcidos por el lugar. Cuando todos murieron, o estaban en eso, regresé por la pierna y sin pensar en que realmente estaba utilizando la sangre de una pierna para llenar el frasco y neutralizar un poco el aroma. Después de eso, tomé algunas ropas de los muertos y envolví esa cosa peligrosa una y otra vez. -No sé cuánto tiempo tome en dispersarse el olor, pero arrojaré esto lejos antes de adentrarme más allá. - Dije tomando la cosa envuelta y pateándola todo lo lejos que pude. Satisfecha, pasé a mis compañer