-¡No se separen!- Gritó Ti por encima de su hombro. En uno de nuestros raros momentos de corazón a corazón mientras me enseñaba a coser, me confesó que había sido un Beta hacía muchos años. -Dejé el puesto cuando perdí a mi pareja. - Susurró. - La vida no tenía sentido, mucho menos el querer arriesgar mi vida si no había nadie a quien quisiera proteger. Si no me he quitado la vida es porque sé que eso no habría hecho feliz a mi Susan. -Entiendo. - Murmuré. - Me alegro de que Susan no quiera su pronta muerte. Así que tenía sentido que fuera el segundo al mando del Alfa Supremo. Por lo que sabía, el resto de la manada habían sido civiles o guardias retirados. Ti era el único con experiencia para llevar una manada cuando un Alfa estaba fuera. Toda esa experiencia nos estaba ayudando a salir de aquí. Finalmente llegamos a donde los osos y los Renegados aún luchaban con ferocidad. Me di cuenta de que mis estimaciones sobre el número de osos no eran acertadas porque ya h
De cerca lucía mucho más enojado que de lejos. Ositos huérfanos... Ositos huérfanos... Me aclaré la garganta un par de veces antes de hablar. -Yo no había orinado antes de salir. - Solté antes de que el mar de verborrea invadiera mi garganta. - Así que me estuve aguantando un par de horas y eso se tradujo en una vejiga muy llena, ¿Sabe? Entonces fuimos todo lo lejos que pudimos en esas dos horas antes de hacer esa parada técnica en uno de los árboles más alejados que pude encontrar sin perderme porque, bueno, no quería que mis compañeros se preocuparan por mí y porque el hecho de que ustedes olviden que soy una dama no quiere decir que yo desee que ustedes me escuchen ir al baño. Lo entiendo, es parte de su naturaleza el sacar sus hombrías y hacer lo propio en una extraña exhibición de machos que nunca entenderé... Inhalé bruscamente porque todo lo había dicho de corrido. El Alfa no pestañeó, estaba demasiado inmóvil. -Eh... Si. Como decía, en cuanto terminé el llamado de la
Nos encontrábamos en medio del festival del amor con algunos compañeros convertidos en lobo que se peleaban por restregarse por mis piernas y otros peleando por ser el próximo en abrazarme cuando fuimos interrumpidos. -Si ya terminaron, es tiempo de irnos. - Dijo una voz a mi espalda y yo lo miré. El Alfa parecía un poco más calmado, pero el fuego en sus ojos aún estaba presente. -¿Necesita que lo cure, Alfa? - Ofreció Ef. -No es mía. El Alfa estaba cubierto, nunca mejor dicho, de una capa sangrienta. M****a, parecía haberse bañado en sangre. -Prepara todo para el líquido especial. - Dijo el Alfa a Ef y éste asintió. - Acamparemos en la manada Fire hoy; mañana por la mañana rastrearemos a los que huyeron. -Si, Alfa. - Dijimos al unisono. Le hice una seña a Gail para que me cargara y luego partimos todos juntos. El Alfa Supremo no me miró en todo el camino. Era un alivio y al mismo tiempo una preocupación al fondo de mi mente. Una hora después llegamos a nuestro destino. La
Sus dedos recorrieron suavemente la venda y yo dejé de respirar hasta que encontró cómo quitármela.Lo hizo lentamente, como si estuviera desenvolviendo algo delicado.La primera y la segunda venda cayeron hasta mi cintura antes de que simplemente las arrojara fuera de la bañera.-Bien. No te quedará cicatriz. - Murmuró tocando con las yemas de sus dedos las marcas de garras en mi espalda. -Ahora puedes abrir el grifo con agua caliente.Saliendo de la neblina que embotaba un poco mi cerebro, giré mi cara para mirarlo.-Pero sus cicatrices...-Agua. Caliente.Volví a girar mi cara y me estiré para abrir el grifo.Regulé la temperatura hasta una aceptable y luego me quedé quieta esperando sus instrucciones. Puede que saltara un poco cuando usó el mismo paño que usé en él. Frotó mi espalda y me pasó un jabón que no había visto.-Lava tu cuerpo.Yo detuve el brazo que me ofrecía el jabón porque llamó mi atención y giré mi cabeza para verlo.-¿Puedo?-¿Qué?-Lamer su herida.Me miró fijam
-¿A dónde mierda crees que vas con solo una toalla? - Gruñó en mi oreja y yo sentí un escalofrío. - Ponte tu ropa antes de salir.Se apartó de mi espalda lentamente mientras yo trataba que el corazón no se me saliera del pecho.-Solo son nuestra manada y un montón de lobas allá afuera, dudo que se traumaticen por ver mis piernas desnudas. -Murmuré aún sin girarme.-Me acabas de dar un sermón sobre mi desnudez.-Y usted solo se quedó con la parte en la que le confieso lo inexperta que soy con el sexo masculino. -Por supuesto que no. También escuché lo segundo, aunque no deberías de preocuparte por eso; ni siquiera iba a salir desnudo, me iba a poner la toalla sobre las caderas y buscar la primera habitación disponible. Me giré y lo miré arqueando una ceja.-Yo lo sigo viendo desnudo.Él solo señaló mi pila de ropa y me dió una dura mirada.Caminé obedientemente hacia allí, no quería seguir presionando al macho que estaba claramente al límite; me vestí a toda prisa y luego salí sin da
Liberó mis muñecas pero no apartó la mano de mi cuello. Aun así yo dejé mis manos justo como las puso sobre mi cabeza. -La forma en que quieras morir es cosa tuya, Vomi. Dejaré de meterme en tus alegres intentos de suicidio. -Se apartó de mí, se sentó al borde de la cama y me dió la espalda. Lo vi llevar sus manos a su cara para restregarlas un par de veces. Podía ver la lucha de su cuerpo por controlarse. - Vas a tener un castigo público, sin embargo. Mañana estaremos algo ocupados cazando a los idiotas que escaparon del sitio que encontraron, así que después de eso... Me levanté y me arrodillé detrás de él antes de pasar mis brazos por su pecho para abrazarlo y recargar mi frente contra sus omóplatos. Él se tensó. Acaricié lentamente sus pectorales y él me gruñó. -Vi a gran parte de mi manada ser masacrada sin piedad frente a mis ojos. La impotencia de no poder haber hecho algo en ese entonces me carcome por dentro. - Dije cerrando los ojos y tragando saliva. - Una gran pira de
Liam. -Mañana lo averiguaremos. Vomi se quedó dormida en segundos y la observé con incredulidad. Ella ponía mis nervios de punta, me hacía rabiar, me hacía reír, me hacía preocuparme... todo en un jodido día, pero ella podía dormir sin preocuparse del mar de emociones que seguían ardiendo en mi interior. Increíble. Ya sabía yo que no tenía instinto de supervivencia... ¿Acurrucarse y dormir con el que era seguramente el macho más peligroso del continente cuando se enojaba? Solo un grano de arena a la lista de cosas que ella no poseía. Coloqué mi cabeza sobre la suya y llevé una de mis manos a su cabello para comenzar a acariciarla. Un ritual que había hecho desde la primera noche en que ella se aferró a mí. ¿Exceso de confianza en que no me aprovecharía de ella? Quizá.No es como si lo fuera a hacer de todos modos; ella era parte de mi manada y mía para proteger. Se lo había dicho en serio: No la desterraría a menos de que cometiera un crimen o me traicionara.La manada la ado
Lo odiaba, de verdad que si. Si pudiera darme el lujo de tener una compañera, ella sería la más digna de las hembras. A mí me importaba una mierda esa marca, ¿Por qué a otros no? Suspiré. Por supuesto no la pondría en la posición más peligrosa del continente. De hecho, eso fue de lo primero que me habló Nuestra Gran Madre cuando la convoqué después de subir como Alfa Supremo. -Serás de mis mejores Alfas. - Susurró dándome una ligera caricia en la mejilla. - Estoy segura de que tú marcarás la diferencia entre mis hijos que han perdido en camino. Ahora, escúchame con atención porque cada Alfa Supremo solo tiene un par de minutos para hablar conmigo en el campo terrenal. -Si Gran Madre. - Susurré incrédulo al saber que no había soñado la cosa de morir y regresar. -Tu misión es importante, así que tendrás grandes retos que cumplir. Lo lograrás porque tu sentido del deber y visión sobre el bien y el mal no están equivocadas. Sin embargo quisiera advertirte sobre tu compañer