Capítulo 8
Me froté las sienes hinchadas de la mucha preocupación y continué pasando las páginas.

Cuando vi que el responsable de esta compañía era Tadeo, un escalofrío me recorrió desde las pantorrillas.

Con manos temblorosas, me serví una taza de agua caliente. Justo cuando me disponía a seguir leyendo, sonó un golpe en la puerta.

Miré a través de la mirilla y era Tadeo.

El hombre entró y comenzó a abrir los paquetes que traía, poniéndose a trabajar en la cocina.

Lo observé en silencio, apoyada en la puerta.

Aunque solo habían pasado unos pocos meses, el aura de Tadeo había cambiado por completo.

Poco a poco se había despojado de la ingenuidad de sus días de estudiante, adquiriendo el encanto de un hombre maduro.

El traje a medida resaltaba su porte, y todo su ser irradiaba una elegancia despreocupada.

¿Podría ser él?

Mientras me dirigía a la mesa, consideraba esta posibilidad en mi mente.

En realidad, ya tenía la respuesta. Tanto emocional como racionalmente, no creía que Tadeo fuera capaz de
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