Capítulo 10
Cuando mi mirada se cruzó con los ojos llenos de odio de Amaia, sentí que mi satisfacción llegaba a su punto máximo.

A mi lado, Tadeo examinaba mis heridas en silencio. Le toqué los labios con el dedo:

―¿Qué es lo que pasa? ¿Te asustaste?

No dijo nada, solo me abrazó con fuerza. Tan fuerte que parecía querer fundirme en sus huesos.

Sentí algo cálido y húmedo en mi cuello y me quedé inmóvil. Luego, le di unas palmaditas en la espalda, como consolando a un niño.

―No vuelvas a hacer algo tan peligroso sola ―dijo con voz dolida―. No sabes cómo se me paró el corazón cuando te vi en manos de ese hombre.

―Pero si tenía un plan B ―le mostré el collar con su dije modificado―. Tiene un localizador miniatura. Incluso sin teléfono, podía asegurarme de que me encontraras.

Guardó el collar en su bolsillo, algo molesto:

―La próxima vez, no lleves esto. Llévame a mí.

Me reí, pero al ver su expresión seria, asentí rápidamente.

Después de dar mi declaración a la policía, volví a mi apartamento. Tadeo se
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