Camila y Leonel al fin están juntos, de una manera que ninguno de los dos espera, tan agradable como romántica. Tan única que ambos están completamente encantados. Leonel nota que a Camila le cuesta respirar, por lo que se aparta después de salir de su interior, cuidando no apoyarse en ella, y se acuesta a su lado bocarriba, tratando de recuperarse. Ha sido la mejor noche de su vida y espera que no termine aún.Camila, en cambio, está tratando de acomodar su respiración con él encima; no quiere que salga de su interior ni que se detenga pese a haber llegado. Sin embargo, cuando Leonel se aparta de ella, se siente mal. No quiere que se aleje de ella o se torne frío. Espera a que Leonel se levante para ir al baño o ponerse algo de ropa, pero no lo hace. Una vez que la respiración de Camila se acomoda, él se da vuelta y la abraza, colocando uno de sus brazos como apoyo y acariciando el rostro de la joven. Ella tiene los ojos cerrados, y él se queda admirando su tierna expresión.Camila l
Camila cae sobre la cama completamente agotada. Leonel se acomoda a su lado y la sostiene, ya que ella no se puede mover.—¿Estás bien? —le pregunta preocupado.No ha querido ser tan brusco con ella. Nunca se ha sentido tan caliente estando con alguien en la cama. Y está seguro de que no tiene que ver con el tiempo de celibato que lleva, puesto que ha pasado más tiempo sin estar con alguien en otros momentos de su vida. Ella lo provoca de una hermosa forma, una que apenas está comprendiendo. Como lo busca, de la forma en la que le importa satisfacerlo, de que ese encuentro sea mutuo en todos los sentidos. Ella es increíblemente adictiva para Leonel.—Sí, estoy bien. Solo me duele un poco la espalda —indica ella, mostrando con su mano su columna en la parte de su cadera, pero con una sonrisa pícara.—Lo siento, amor —se disculpa él, y comienza a acariciar la zona para tratar de ayudarla a recuperarse.El trasero de Camila se ve muy tentador visto desde esa posición. Aun así, la cubre c
Leonel acompaña al baño a Camila sin decir nada. Al entrar en la ducha, la besa en los labios, y ella acaricia su zona más íntima, pero rápidamente él le aparta la mano.—Lo siento. Es que me molesta un poco —explica él, inquieto.Camila lo mira preocupada.¿Acaso le molesta que ella trate de tocarlo?, un nudo en el estómago la golpea con fuerza. Por suerte, Leonel lo nota.—No quise decir que me molesta que me toques, es que duele —revela finalmente. Es un tema con el cual no se siente cómodo, y menos al hablarlo tan pronto con ella.Camila lo abraza con fuerza y le pide permiso para ayudarlo a calmar ese dolor. Toma la mano de Leonel y junto con la de ella, le pide que le marque cómo hacer para ayudarlo. Leonel no puede creer lo que ella está haciendo por él. Es así que después de unas cuantas caricias de la mano de Camila, asistida por sus movimientos, él por fin se libera. Tiene que sostenerse de la pared del baño, ya que nunca se ha sentido tan débil después de autosatisfacerse a
Esa noche decidieron salir a cenar todos juntos, ya que, a la tarde, la tensión entre Leonel y Guadalupe seguía palpable. Una fresca brisa los envuelve cuando bajan del coche, la ciudad parece concurrida, especialmente los locales por donde ellos pasan antes de llegar al restorán en donde Ismael ha hecho la receta. Él y Guadalupe, van abrazados, ella no se separa de su agarre ni cuándo van a sentarse. Por su parte, Leonel y Camila se muestran más tímidos, aunque ella no puede dejar de verle cada vez que él no le está prestando atención.El sitio al que acudieron, está al aire libre. Posee luces tenues que crean una atmósfera íntima. Mientras sus amigos se sientan, Leonel es interrumpido por un hombre que comienza a hablarle. Lo que hace que los demás se queden esperando un buen rato.—Lo siento mucho —se disculpa Leonel cuando llega a la mesa y se sienta junto a Camila y frente a Ismael.—¿Quién era? —pregunta Camila y se da cuenta de que ha sido demasiado entrometida.—Solo era por t
Al despertar, Leonel siente cómo unas cuerdas lastiman sus manos y sus pies, cediendo al dolor, en la penumbra de una habitación desconocida. La oscuridad envuelve cada rincón, apenas rota por la débil luz que se filtra por una ventana tapiada. El aire es denso y cargado, con un ligero olor a humedad. En un rincón, una lámpara colgante oscila levemente, proyectando sombras inquietantes sobre las paredes desconchadas. En el silencio tenso, solo se escuchan los susurros apagados de Camila, también atada junto a él.Camila se mueve y lentamente va abriendo los ojos. Al ver a Leonel sonríe, pero luego se da cuenta de han sido secuestrados y empieza a aterrarse. —¿Dónde estamos? —pregunta ella. —No lo sé. Pero seguramente lejos de todo para que no nos encuentren —indica él, tratando de aflojar las cuerdas—. Lisandro me llamó. Parece que las personas que investigaba fueron las que trataron de matar a tu padre. Él no quiso suicidarse. Camila comienza a llorar, está muy feliz de que su padr
—Lo siento, Cami, quise decírtelo, pero siempre nos interrumpen —indica Leonel.—Está bien, cualquiera de los dos —dice el jefe—, pero apresúrate. No podemos cometer el mismo error —indica apresurado y salen de ahí dejando a Camila sola.Camila se asusta, ya que si le quitan el reloj a Leonel es probable que no puedan encontrarlo. Sin embargo, al mirar al suelo descubre que él se lo ha sacado y lo ha dejado ahí. ¿Por qué ha hecho eso?Lisandro no tarda en encontrarla. Viene acompañado de la policía y de sus guardaespaldas. Rompen el seguro de la puerta y sacan a la joven.—Camila, ¿estás bien? ¿Dónde está Leonel? —pregunta Lisandro.—Ellos se lo llevaron —susurra ella, muy angustiada.No sabe cuánto tiempo ha pasado exactamente. Sin embargo, para ella ha sido una eternidad.—No te preocupes. Nosotros nos haremos cargo —asegura Lisandro y trata de abrazarla, pero ella lo aparta.—Esto es culpa tuya. Si no hicieras siempre lo que quieres… —reclama y rompe en llanto.Lisandro la abraza y
Las palabras de Leonel toman por sorpresa a Clara. No puede ser real, no es posible que haya besado a su primo, tiene que haber una confusión.—No puede ser. Me estás mintiendo —reclama ella histérica y saca un arma.—¿Qué se supone que vas a hacer con esa pistola? Tu madre se llama Lisa, es hermana de mi madre Libet. Son hermanas gemelas, aunque no se parecen mucho. Tu padre le presentó a mi madre cuando estaba estudiando abogacía. Mi padre se enamoró de ella, y meses después se casaron. Después tus padres se casaron, pero cuando mi padre murió mi madre decidió romper el vínculo con tus padres. Tu madre decidió irse a vivir al extranjero y te crio ahí. Tus padres estuvieron un tiempo más juntos, pero como Lisandro nunca dejó de serle infiel, ella lo dejó. ¿Voy bien? —pregunta Leonel.—No puede ser que me guste mi primo. No es posible —reclama Clara, y siente ansiedad.—Ahora si me crees desátame, ya que hay personas que verdaderamente están tratando de hostigar a tu padre, por lo que
Una vez que Lisandro y Camila llegan a la sala donde traerán a Leonel, el doctor Cuartuco toma asiento.—Seguramente te pidió que te alejaras de mí. Te dijo que soy una mala persona y que por mi culpa su padre está muerto —susurra Lisandro mientras mira el suelo.—¿Y que si me dijo eso? ¿Negaras lo que has hecho? —pregunta Camila inquieta.—Es lo mismo que me dijo a mí cuando se fue de mi bufete —espeta Lisandro con una sonrisa sufrida—. Su padre fue mi mentor. Crecí en una familia sin amor, mi madre se fue cuando yo era pequeño, dejó al borracho de mi padre y no la culpo, el maldito vivía golpeándola. El problema fue que ella no me llevó, solo se fue con otro hombre y mi padre me culpó por eso. Siempre que volvía ebrio me golpeaba hasta dejarme casi inconsciente. La última vez que vino enojado y pasado de copas, lo descubrieron. Tan solo tenía diez años cuando fui a parar a la casa de unos parientes lejanos. Ahí conocí a mi esposa y a su hermana, eran amigas de una de mis primas.—¿P