Cuando Enzo iba camino al galpón donde tenían a su esposa, estaba ardiendo de furia, maldiciendo de mil formas a los secuestradores de su amada esposa Nicol y es que no tenía ninguna palabra bonita que decirle a unos miserables, que en su posición se sentían invencibles para meterse con una mujer sola y embarazada.Estaba ansioso por llegar, sabía que estar a tiempo era clave para salvar a su familia, también estaba claro que cuando encontrara a los secuestradores, les iba a dar un castigo ejemplar que nunca iba a poder olvidar.Su corazón ardía de rabia, porque sentía que el tiempo para llegar donde estaba ella era muy lento, pensaba en como se sentiría desesperada, de solo imaginársela se sentía impotente, nervioso, temía ser incapaz de hacer algo para salvarla.“Mi pequeña hechicera, ¿Por que tienes que ser tan irreverente? No has aprendido nada”, pensó, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa.Solo esperaba que esa gente no hubiera escapado, porque de haberlo hecho, no pod
—No digas tonterías, solo estoy tratando a mi esposa con amor —respondió con tranquilidad.—Me parece bien, aunque te voy a dar un consejo —comenzó a decir Junior, en el mismo momento en que Nicol tomaba asiento de nuevo en el auto, y dejaba de escucharlos, dejándolos hablando a ellos dos—, debes cuidarla, sinceramente no me parece una buena idea someterla a ese estrés a muchos movimientos y esfuerzo físico, ella o el bebé pueden resultar lastimado.Enzo escuchó las palabras de Junior y se preocupó, y en ese momento pensó que quizás debería reconsiderar lo de que Nicol le diera los latigazos a Gia, aunque con lo terca que era su esposa, le iba a resultar una tarea muy difícil.Antes de seguir pensando en ello, Andreas llegó con los tres coches que le había encargado Enzo, a penas este los vio exclamó con su suspiro.—¡Al fin llegaron los autos! —dijo con un tono de alivio. Nicol lo vio moverse y se bajó del auto, sintiéndose agradada por la noticia, estaba ansiosa por hacer pagar a G
Enzo corrió hasta que la encontró sentada en un banco mirando hacia el horizonte, la luz de la luna se reflejaba en su silueta, no era necesario mayor luz para verla, porque la noche estaba suficientemente iluminada, en su cara se notaba que estaba molesta, se acercó a ella haciendo el mínimo ruido, temía que si a escuchaba tuviera la oportunidad de volver a salir corriendo.—Mi amor, por favor, no seas bravucona, ni celosa, sabes que eres la única mujer que amo —le dijo mientras la abrazaba, ella intentó liberarse, pero él no lo dejó—, por Dios Nicol, si me has vuelto un perro faldero, ¿Sabes la fama de blando que me voy a ganar al estar aquí rogándote para que te contentes conmigo? Y a pesar de ello, nada de eso es importante para mí, lamento si te hice sentir mal, te juro por mis hijos, que mi única intención al evitar que azotes a Gia, es porque Sebastián me dijo que un mal movimiento, golpe, estrés puede ser peligroso, y no quiero que les pase nada, ya he perdido mucho en la vida
Nicol sintió una mezcla de furia y asco cuando escuchó a Gia burlándose de ella. Esto la llevó a una profunda y fuerte reflexión, y sintió una gran presión mental, como si el peso de los problemas que enfrentaba fuera demasiado para ella. Las palabras de Gia la golpearon duro, hiriéndola en el alma, haciendo que se sintiera como si se hubiera quedado sin voz frente al acoso. Ella quería decir algo, pero no encontraba las palabras para expresar su frustración. La rabia se agolpaba dentro de ella, amenazando con salir. Si bien la lógica le decía que controlarse era la mejor opción, el dolor era demasiado grande, y todas las emociones se apilaban dentro de su cabeza.—¿No me digas que te comieron la lengua los ratones? ¿Qué creíste? ¿Qué eras la única mujer en la vida de Enzo? Pues lamento desilusionarte, pero te han dibujado pajaritos en el aire. Enzo siempre me ha amado a mí, me puso el mundo a mis pies, y aunque siempre ha ido con una y otra mujer, al final vuelve a mí. Yo no le que
Nicol se quedó inmóvil, congelada en su lugar, escuchando las palabras de Gia, sin poder contener esa profunda inquietud mientras esperaba la reacción de Enzo.Se sentía confundida y desconcertada por la situación. Estaba abrumada por todo lo que había dicho Gia, había mermado su confianza y hecho dudar de todo lo que eso significaba para ella. No sabía cómo reaccionar, ni qué decir o hacer. Se sentía como si estuviera flotando en una nube, sin saber qué dirección seguir.Enzo la miró y ambos se miraron fijamente, la habitación se llenó de una tensión palpable. El aire estaba cargado de emociones y una energía eléctrica que podía sentirse entre ellos. El silencio se hizo aún más intenso, alimentado por la sorpresa, el miedo y la incertidumbre, estaba nerviosa porque por un momento pensó que protegería a Gia, pero no fue así, él ignoró por completo a la otra mujer porque estaba concentrado en la expresión de miedo que cruzó el rostro de su esposa, por eso tomó su mejilla y le preguntó.
Nicol vio el corte que le hizo y que le haría otro, por eso se levantó y corrió hacia él poniéndole la mano en el brazo.—¡Detente! Puedes hacerle daño al bebé.—Tranquila, confía en mí… vamos a salvar al bebé, después de todo es lo que nos interesa… no te preocupes, yo he ayudado a cualquier cantidad de perras a dar a luz, no creo que sea diferente ni complicado, después de todo Gia es el ser que conozco que tiene menos valor para mí —dijo con un tono de tranquilidad.Gia se asustó intentó alejarse.A mí déjame en paz… ¡Si yo no me salvo este bebé tampoco! —gritó con un tono desagradable, al mismo tiempo que comenzó a moverse tratando de lastimarse el vientre.Nicol sintió su corazón detenerse. —Hay que inmovilizarle las piernas —expresó ella y se fue a revisar los estantes hasta conseguir un par de cuerdas.Enzo las tomó y le sostuvo las piernas para mantenérselas inmovilizadas.—Ya está —respondió Enzo con tranquilidad.—¿Estás seguro de que no le pasará nada? ¿Y si muere el bebé
Nicol quiso darle de amamantar al bebé, pero por más intentos que el recién nacido hacía para tomar el pecho no podía. La frustración empezaba a inundarla lentamente.—Nicol amor, no puedes darle de amamantar a un niño que no es tuyo —le dijo Enzo, sintiendo en su interior un poquito de alegría porque su esposa no pudiera amamantar a ese niño.—Yo leí en alguna parte que se puede, porque se estimula las glándulas mamarias —expresó Nicol con una expresión de tristeza, porque no podía alimentar al bebé.—Pero tú estás embarazada por primera vez y tu cuerpo apenas está haciendo todo el proceso… así que no se puede —pronunció satisfecho —, aunque quieras a ese bebé como tuyo, no lo es.—Pero he escuchado de mujeres que no están embarazadas, nunca han tenido hijo y pueden amamantar.—Si con medicamentos, y con mucho, mucho tiempo de antelación —dijo Enzo para desalentarla mientras el pequeño bebé no dejaba de llorar —, si haces eso seguro matarás de hambre al cerdito antes de que salga su
Los días fueron pasando, ya habían transcurrido dos semanas desde que el bebé estaba con ellos, le habían comprado su cuna para que durmiera en la cama, pero el pequeño estaba empeñado en amargarle la vida a Enzo, porque cada vez que lo acostaban en la cuna lloraba y cuando lo sacaban y lo colocaban en la cama no solo dejaba de llorar, sino que sonreía.—Creo que esa cama tiene algo incómodo, quizás es el colchón —dijo una preocupada Nicol.—Amor, ese colchón no tiene nada, es solo capricho de Johannez —expresó con impaciencia.—Amor, ¿cómo vas a decir eso de un niño inocente?“¿Inocente? Si es un pequeño demonio, más sabio que nosotros dos juntos, los bebés de pecho somos nosotros, definitivamente a este si es que hay que vigilarlo, porque con lo manipulador que es con solo dos semanas de nacido, no quiero saber qué no será capaz de hacer cuando tenga quince años”, pensó en su interior, pero ni loco se atrevería a exteriorizar ese pensamiento. Al final tuvo que soportar que el bebé