Enzo corrió hasta que la encontró sentada en un banco mirando hacia el horizonte, la luz de la luna se reflejaba en su silueta, no era necesario mayor luz para verla, porque la noche estaba suficientemente iluminada, en su cara se notaba que estaba molesta, se acercó a ella haciendo el mínimo ruido, temía que si a escuchaba tuviera la oportunidad de volver a salir corriendo.—Mi amor, por favor, no seas bravucona, ni celosa, sabes que eres la única mujer que amo —le dijo mientras la abrazaba, ella intentó liberarse, pero él no lo dejó—, por Dios Nicol, si me has vuelto un perro faldero, ¿Sabes la fama de blando que me voy a ganar al estar aquí rogándote para que te contentes conmigo? Y a pesar de ello, nada de eso es importante para mí, lamento si te hice sentir mal, te juro por mis hijos, que mi única intención al evitar que azotes a Gia, es porque Sebastián me dijo que un mal movimiento, golpe, estrés puede ser peligroso, y no quiero que les pase nada, ya he perdido mucho en la vida
Nicol sintió una mezcla de furia y asco cuando escuchó a Gia burlándose de ella. Esto la llevó a una profunda y fuerte reflexión, y sintió una gran presión mental, como si el peso de los problemas que enfrentaba fuera demasiado para ella. Las palabras de Gia la golpearon duro, hiriéndola en el alma, haciendo que se sintiera como si se hubiera quedado sin voz frente al acoso. Ella quería decir algo, pero no encontraba las palabras para expresar su frustración. La rabia se agolpaba dentro de ella, amenazando con salir. Si bien la lógica le decía que controlarse era la mejor opción, el dolor era demasiado grande, y todas las emociones se apilaban dentro de su cabeza.—¿No me digas que te comieron la lengua los ratones? ¿Qué creíste? ¿Qué eras la única mujer en la vida de Enzo? Pues lamento desilusionarte, pero te han dibujado pajaritos en el aire. Enzo siempre me ha amado a mí, me puso el mundo a mis pies, y aunque siempre ha ido con una y otra mujer, al final vuelve a mí. Yo no le que
Nicol se quedó inmóvil, congelada en su lugar, escuchando las palabras de Gia, sin poder contener esa profunda inquietud mientras esperaba la reacción de Enzo.Se sentía confundida y desconcertada por la situación. Estaba abrumada por todo lo que había dicho Gia, había mermado su confianza y hecho dudar de todo lo que eso significaba para ella. No sabía cómo reaccionar, ni qué decir o hacer. Se sentía como si estuviera flotando en una nube, sin saber qué dirección seguir.Enzo la miró y ambos se miraron fijamente, la habitación se llenó de una tensión palpable. El aire estaba cargado de emociones y una energía eléctrica que podía sentirse entre ellos. El silencio se hizo aún más intenso, alimentado por la sorpresa, el miedo y la incertidumbre, estaba nerviosa porque por un momento pensó que protegería a Gia, pero no fue así, él ignoró por completo a la otra mujer porque estaba concentrado en la expresión de miedo que cruzó el rostro de su esposa, por eso tomó su mejilla y le preguntó.
Nicol vio el corte que le hizo y que le haría otro, por eso se levantó y corrió hacia él poniéndole la mano en el brazo.—¡Detente! Puedes hacerle daño al bebé.—Tranquila, confía en mí… vamos a salvar al bebé, después de todo es lo que nos interesa… no te preocupes, yo he ayudado a cualquier cantidad de perras a dar a luz, no creo que sea diferente ni complicado, después de todo Gia es el ser que conozco que tiene menos valor para mí —dijo con un tono de tranquilidad.Gia se asustó intentó alejarse.A mí déjame en paz… ¡Si yo no me salvo este bebé tampoco! —gritó con un tono desagradable, al mismo tiempo que comenzó a moverse tratando de lastimarse el vientre.Nicol sintió su corazón detenerse. —Hay que inmovilizarle las piernas —expresó ella y se fue a revisar los estantes hasta conseguir un par de cuerdas.Enzo las tomó y le sostuvo las piernas para mantenérselas inmovilizadas.—Ya está —respondió Enzo con tranquilidad.—¿Estás seguro de que no le pasará nada? ¿Y si muere el bebé
Nicol quiso darle de amamantar al bebé, pero por más intentos que el recién nacido hacía para tomar el pecho no podía. La frustración empezaba a inundarla lentamente.—Nicol amor, no puedes darle de amamantar a un niño que no es tuyo —le dijo Enzo, sintiendo en su interior un poquito de alegría porque su esposa no pudiera amamantar a ese niño.—Yo leí en alguna parte que se puede, porque se estimula las glándulas mamarias —expresó Nicol con una expresión de tristeza, porque no podía alimentar al bebé.—Pero tú estás embarazada por primera vez y tu cuerpo apenas está haciendo todo el proceso… así que no se puede —pronunció satisfecho —, aunque quieras a ese bebé como tuyo, no lo es.—Pero he escuchado de mujeres que no están embarazadas, nunca han tenido hijo y pueden amamantar.—Si con medicamentos, y con mucho, mucho tiempo de antelación —dijo Enzo para desalentarla mientras el pequeño bebé no dejaba de llorar —, si haces eso seguro matarás de hambre al cerdito antes de que salga su
Los días fueron pasando, ya habían transcurrido dos semanas desde que el bebé estaba con ellos, le habían comprado su cuna para que durmiera en la cama, pero el pequeño estaba empeñado en amargarle la vida a Enzo, porque cada vez que lo acostaban en la cuna lloraba y cuando lo sacaban y lo colocaban en la cama no solo dejaba de llorar, sino que sonreía.—Creo que esa cama tiene algo incómodo, quizás es el colchón —dijo una preocupada Nicol.—Amor, ese colchón no tiene nada, es solo capricho de Johannez —expresó con impaciencia.—Amor, ¿cómo vas a decir eso de un niño inocente?“¿Inocente? Si es un pequeño demonio, más sabio que nosotros dos juntos, los bebés de pecho somos nosotros, definitivamente a este si es que hay que vigilarlo, porque con lo manipulador que es con solo dos semanas de nacido, no quiero saber qué no será capaz de hacer cuando tenga quince años”, pensó en su interior, pero ni loco se atrevería a exteriorizar ese pensamiento. Al final tuvo que soportar que el bebé
Los días fueron pasando y Nicol cada día se desesperaba más. La angustia comenzó a aumentar cada vez, porque no había sabido nada de Enzo, había pasado más de una semana y no había habido ni una sola noticia. Nicol sabía que algo estaba mal, pero no sabía qué.Por su parte, los niños también lo estaban extrañando hasta el pequeño bebé, lloraba continuamente y debía ponerle una ropa de Enzo, para lograr calmarlo.Nicol sabía que no podía quedarse en la casa de los Ferrari para siempre, a pesar de que ellos se habían portado servicialmente con ella, hasta una amplia cabaña terminaron prestándole para vivir dentro de su propiedad para que se sintiera cómoda, con cuatro habitaciones, una cocina, comedor, sala y una sala de estar, Ziola y su madre se habían ido con ella, sin embargo, necesitaba estar en su casa, y para ella esa era casa de Roma de Enzo, porque sabía que no podía ir al castillo, porque estaría vulnerable.—Yo necesito hacer algo, no puedo quedarme cruzada de brazos. Necesit
Andreas alzó una ceja con incredulidad por lo que estaba viendo, pero, aun así, no preguntó nada. En cambio, se puso de pie y se dirigió a la mesa, tomó un periódico y se lo dio a Nicol. Ella pudo ver el contenido de la primera plana. “Cae abatido por integrantes de su propia organización, el Capo di tutti capi, conocido como el Barón Ferrer, se dice que usurpó identidad del respetable empresario Enzo Johannez Ferrer Cadogan, gracias a su asombroso parecido”, la reseña iba acompañada con una fotografía del rostro de Enzo Ferrer con un tiro en la frente. Por un instante, Nicol se quedó parada observando sin saber que decir, la mano le temblaba, y sentía su corazón estrujado, casi sangrando del dolor, las lágrimas quemaban en sus ojos, amenazando con derramarse, no supo cuánto tiempo tardó allí, pero al ver de nuevo la imagen hubo algo que no le encajó y sus sospechas crecieron. —¡Espérenme afuera! —ordenó a los hombres, quienes se miraron entre sí y negaron con la cabeza. —Señora d