Por instrucciones de Enzo, Nicol iba a ser llevada por Giorgi a una de las celdas de la mazmorra, para llamar al médico para que la revisara… porque no quería dejarla en el área de servicio, por temor a que Gia accediera a ella y le causara daño.Nicol abrió los ojos lentamente, no supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, solo sintió una mano sujetándola gentilmente, para correrla, ya estaba toda empapada, se imaginó que era para limpiar la mugre sobre ella.Nicol, levantó su cabeza y vio a un hombre de mediana edad, acariciándole suavemente la mejilla y casi al instante, ella sintió que le colocaba un abrigo encima, no pudo evitar que el contacto de la prenda en su piel le doliera. La persona la cargó en sus brazos, mientras ella lloraba desconsoladamente.―Por favor, ¡Máteme! Ayúdeme a morir ―pronunció Nicol casi sin aliento y en un prolongado sollozo.Realmente, eso era lo que quería cerrar sus ojos y no volver a abrirlos más, sumergirse en la niebla, de la inconsciencia, del olvido…
Nicol intentó agarrar al guardia para que soltara a Ziola, pero el hombre le dio un puñetazo en la cara y la derribó. Nicol intentó levantarse, pero fue arrastrada hasta la puerta de la celda y arrojada al pasillo. Oyó gritos y golpes mientras el hombre se alejaba con Ziola. Nicol permaneció tirada unos minutos, incapaz de moverse o de pensar en nada. Tenía los ojos llenos de lágrimas y su cara estaba ardiendo por el dolor del puñetazo. Se preguntaba qué le harían a Ziola. No quería ni siquiera imaginarlo. ―¿Hasta cuándo me tocará vivir esto? ―se dijo arrastrándose de nuevo al interior de la celda, para luego sostenerse y lanzarse de pecho en el catre, era la única manera para poder estar sin dolor y que sus heridas no empeoraran. Cerró los ojos y se quedó dormida, soñó que alguien se le acercaba, y le pasaba con suavidad la mano por sus heridas provocadas por la tortura. El dolor se alivió al sentir que le agregaban una fría pomada. Intentó abrir los ojos y vio a Enzo, quería prot
Momento antesEnzo no podía dormir, aunque nunca lo hacía, apenas algunas noches solo lograba dormir un par de horas nocturnas, cualquiera diría que los remordimientos no lo dejaban que lo hiciera, pero eso era mentira, nunca sentía remordimientos de nada, solo había amado en su vida a sus padres y a su hermana, ella fue quien mantuvo por un tiempo viva su humanidad, del resto sentía que nadie se merecía su amor. Caminó por su despacho, se sirvió un vaso de whisky y se lo tomó de un solo trago mientras pensaba en los acontecimientos de los últimos días, estaba tan absorto en sus pensamientos que no escuchó los pasos del hombre que entró a la habitación, fue cuando este le dijo: —Capo di tutti capi… hay intrusos en la hacienda —dijo Andrea, uno de sus hombres más leales.—¿Y qué esperas para atraparlos? —espetó furioso por la ineficiencia que estaban mostrando sus hombres—. ¿Quiénes estaban de guardia?—Estamos en eso, se han atrapado algunos. Uno de los hermanos Rullo —dijo el hombr
Nicol se quedó viendo a Enzo quien la miró con una expresión extraña, y sobre todo, cuando extendió su mano y tomó un mechón de su cabello, unos segundos después, lo soltó como si quemara o le desagradara, al mismo tiempo que su mirada volvía a coincidir con su actitud habitual. —Le diré a Ziola que te busque un vestido largo, para que te cubras de pies a cabeza… no sé por qué tienes que estar desnuda exhibiéndote ¿Acaso piensas que con eso…? —antes de que terminara de hablar ella prefirió concluir sus palabras.—Si ya sé, soy una mujer poco agraciada que no provoca ningún mal pensamiento… te aseguro que entendí no es necesario que me lo estés repitiendo una y otra vez y no te preocupes… el sentimiento es mutuo porque tú a mí ya no me provocas nada… o bueno sí… repulsión por ser una persona oscura y muy malvada.Enzo se levantó, la miró por un segundo y aunque ella esperó su represalia, un insulto, hasta una bofetada, nada de eso pasó, solo se levantó sin decir nada y salió corriendo
Ziola ayudó a Nicol a vestirse, era un traje que usaban las mujeres del servicio, la trasladó al área destinada a Enzo como este había pedido. Cuando la chica entró, se quedó sorprendida del lujo que se exhibía hacia cualquier rincón que mirara y aunque ella se crio en una familia acomodada, nunca vio semejante opulencia.—¿Dónde voy a estar yo? —interrogó y Ziola la acompañó hasta su habitación.—Es esta, queda al lado de la del señor Ferrer —respondió la mujer y ella empezó a gritar.—Yo no voy a estar a un lado de esa habitación, por favor ubícame lejos de ese señor —expresó con firmeza.—No puedo llevarle a otro sitio —contestó la mujer con una expresión de tristeza. —Por favor no me obligues a estar cerca de él —suplicó mortificada.—No se preocupe, usted manténgase en su habitación, y nadie va a molestarla, si pudiera decidir donde llevarla, tenga la plena seguridad que lo haría, pero soy solo una simple sirvienta en esta casa.Pese a su negativa, terminaron ubicándola en el do
—¡¿Qué diablo estás haciendo Gia?! Te estás pasando de la raya —dijo Giorgi por completo indignado— ¡Suéltala!—¡No la voy a soltar! Ella se atrevió a instalarse en la habitación contigua a la de Enzo, solo lo quiere seducir y no se lo voy a permitir porque Enzo ¡Es mío!—¿Acaso no te has puesto a pensar que si ella estaba en esa habitación es porque el mismo Enzo la mando a instalar allí? —inquirió el hombre con una sonrisa de burla, mientras se acercaba a la jovencita y la colocaba detrás de él en un gesto de protección.Se veía aturdida, solo se sostenía la cabeza, probablemente le dolía después de lo ocurrido.—Enzo la odia… solo quiere destruirla por lo que su padre le hizo a su hermana, él no sería capaz de confraternizar con el enemigo. Además, si ella le interesara un poco habría venido el mismo a reclamarme o a rescatarla de mis manos —mencionó con una expresión de suficiencia.—Estás muy equivocada y mientras más rápido lo proceses mucho mejor, agradece que no vino el mismo
Nicol vio con sorpresa, cómo el hombre frente a ella debió apartar la mano producto de la bala que le impactó, extendió su mirada y vio a Enzo con su rostro siniestro y ojos oscuros, parecía una especie de ángel vengador, y aunque unos segundos antes, ella estaba dispuesta a apartar al joven frente a ella por atrevido, ver la actitud del otro, le hizo cambiar de opinión y en su lugar le sostuvo la mano, para auxiliarlo, mientras el hombre se quejaba del dolor, esto enojó más a Enzo Ferrer, quién se acercó y con una voz dura le ordenó soltarlo.—¡¡¡Suéltalo!!! ¡Ordenó en un grito!—No lo haré, voy a atenderlo, quieras o no, tú no puedes decidir por mí —dijo furiosa.—Por supuesto que sí puedo, porque tú no tienes ni voz ni voto en este lugar, eres mi prisionera.—Y yo pensé… que era tu mujer, fue eso lo que dijiste cuando disparaste —refutó el joven, conteniendo el dolor con una mueca.—¡Cierra tu boca! No te metas dónde no te llaman, no me obligues a cosértela para que la mantengas ce
Nicol se quedó viendo a Giorgi y le respondió de mala manera.—¿Por qué me debería importarme lo que les ocurra, cuando a ustedes no les he importado yo? Además, ¿Quién es usted para pedirme algo así, por una persona que no ha tenido compasión por mí?—Quizás Ziola y yo no hayamos podido hacer todo lo que nos habría gustado hacer por ti, pero aunque no lo creas te hemos protegido… me he enfrentado a Enzo, a quien quiero como un hijo, porque tu estés mejor… así que no me mires como si fuera un enemigo —se sorprendió de la preocupación de este hombre por Enzo.—No, no lo haré, y aunque tengo cierta empatía por Ziola y por usted, los demás en este lugar me tienen sin cuidado, ahora, puedo preguntarle ¿A dónde me lleva?—le interrogó, muy intrigada.—Donde está Enzo, quiere que lo asistas—No estoy interesada, ni siquiera deseo verlo, mucho menos asistirlo en sus negocios sucios, no tengo el mínimo interés en él.—Donde verás a Enzo ahorita, es el negocio más limpio y noble de los que tie