Nicol se levantó de la cama y empujó a Enzo sin ningún cuidado, mientras él la miraba con interés, la vio exhibirse orgullosamente desnuda, solo para buscar su ropa y vestirse sin ninguna pausa. —Me gustaría que me sacaras de aquí… ya lograste lo que querías, sex0, ya lo tuviste… yo tuve suficiente, no deseo más —dijo con firmeza, el hombre la miró con sorpresa, hasta con un poco de tristeza—. No te enamores de mi Enzo, porque eso te llevará al infierno… y no me mires como si tú fueras inocente y yo una desarmada, estoy siendo todo lo sincera que no fuiste conmigo, por mi parte no hay lugar para más promesas ni desilusiones entre los dos. Enzo entendió el mensaje e intentó guardar alguna dignidad al abrocharse la camisa y colocarse el resto de la ropa con rapidez. Él no quiso presionarla más, temía perderla del todo si insistía en sus sentimientos hacia ella, así que optó por guardar silencio.Mientras Nicol caminaba despreocupada para alejarse lo más posible de Enzo, un sentimiento
Giorgi se quedó viendo con tristeza a Enzo, comprendiendo lo difícil que era para él tomar aquella decisión, se veía desolado, nunca lo había visto así, aunque le parecía correcta la decisión de enviar al niño con los Ferrari, ellos le darían amor y lo cuidarían, estaría a salvo, ese mundo donde estaban era peligroso y cada vez más los enemigos se multiplicaban, no había lugar seguro para Piero junto a su padre.Pese a ello, pensaba que había algo más en la expresión del hombre y sospechaba que tenía que ver con la chica ojos verdes.—Pasa algo más, ¿Verdad? —inquirió Giorgi, comprendiendo el dolor que aquel hombre sentía en ese momento.—Estuve con Nicol —dijo con un suspiro.—Pero eso es genial ¿Entonces por qué estás tan abatido?—Porque esa mujer no me tolera, me odia con todas las fuerzas de su alma, ella sería capaz de matarme con sus propias manos… —pronunció con la expresión pensativa.—¿Acaso la forzaste para que se acostara contigo? —preguntó Giorgi con preocupación.—Claro
Nicol había tratado de mantenerse dura, todo lo que implicaba sufrimiento para Enzo, era lo que ella más deseaba, porque consideraba que lo tenía merecido, pero nada la preparó para ver a Ziola entrar con un Piero llorando desconsoladamente.La escena era tan desgarradora que rompió el corazón de Nicol, ella sabía que de cierta forma su amenaza había desencadenado esa situación y aunque su intención era acorralar a Enzo, no pensó que el pequeño Piero sería el más perjudicado, se puso a pensar en lo que le dijo el hombre de cómo lo encontró y como lo había cuidado, y se dio cuenta de que el amor que le profesaba el niño a su padre era realmente inmenso.Mientras pensaba en eso, llegó a una conclusión, debía hacer algo para remediar esa situación, quizás pudiera buscar la manera de ganarse al niño, hacerse tan indispensable que ella fuese su escudo en dado caso que Enzo faltara, así no sufriría tanto. Habiendo tomado esa decisión se inclinó frente a Piero.—¿Por qué lloras? —le preguntó
Nicol se quedó viendo a Enzo, la miraba sin miedo sin dejar de repetir sus palabras.—Anda ¡Anímate! ¿No quieres deshacerte de mí? Esta es tu oportunidad —le dijo mientras le tomaba la mano y la mantenía en su cabeza.—Sí, pero… —no la dejó terminar.—No hay peros, dispárame y quedarás libre. Los dos se quedaron viéndose a los ojos fijamente.—No, te mereces una muerte más trágica, una donde sufras lentamente Enzo, tal y como lo has hecho conmigo.Nicol liberó su mano, Enzo guardó el arma y la tomó por los hombros para mantenerla frente a él, mientras los apretaba ligeramente.—No lo haces es porque en el fondo, aquí —le dijo llevando una de sus manos al pecho de la mujer—. No me odias tanto como quieres hacerme creer… una parte de ti quiere destruirme, pero la otra me ama y esa es la que te impide en este momento accionar esa arma —ante las palabras de Enzo, ella sonrió al mismo tiempo que negaba con la cabeza.—Eres un iluso… pero si eso quieres creer, entonces no voy a contradecir
Enzo caminó hacia su despacho de nuevo, para segundos después dejarse caer sobre la silla, con el rostro entre las manos, no pudo contener la profunda tristeza que lo invadió. Se sintió arrepentido por todas las decisiones equivocadas que había tomado con respecto a Nicol; la forma de sacarla del matrimonio, humillarla con sus empleados del hotel, tener sex0 con otras mujeres mientras ella escuchaba… sabiendo que ella lo amaba y lo miraba como su más ferviente admiradora.Cada pensamiento, que tenía sobre eso lo atormentaba, si tan solo hubiera esperado, si no se hubiera comportado tan ruin sacando lo peor de él, esos eran los lamentos que hacían eco en su mente.—¡¡¡No puede ser!!! —exclamó llevándose la mano a la cabeza, vio el teléfono en el suelo, lo recogió, y se dio cuenta de que la llamada seguía conectada, dirigiéndose a su interlocutor con molestia—. ¡¡¡Tú y yo vamos a tener una conversación muy seria Laureano!!! Cortó la llamada, sin poder contener su enojo, primero consigo
En ese momento, Piero caminó hacia ella, se quedó esperando que le hablara del contenido de la nota, mas cuando vio que su intención era omitirle la información, le preguntó de manera directa.—¿Quién te envió la carta que tienes en tus manos? Ante su pregunta, ella se encogió de hombros con aparente indiferencia, aunque al mismo tiempo, la ocultó tras su espalda. —Realmente, no tengo idea de a quién pertenece, no te preocupes, no tiene importancia.El pequeño se quedó viéndola fijamente y ella pensó que luego de su respuesta él no insistiría, pero se equivocó.—Si no fuera importante, no esconderías el mensaje como si resultara de tu interés —le dijo con los ojos entrecerrados con mucha curiosidad y expectación.Nicol respiró profundamente y mirando a Piero con sus bellos ojos verdes le dio una excusa.—Lo hago, porque no puedo tirar las cosas por allí… es alguien que quiere conocerme, pero no le daré importancia —pronunció.—No vayas a engañar a mi padre… te está dando su mayor co
Enzo miró a su hijo, decir que no le removió lo más profundo de sus entrañas sería mentir, casi nunca lloraba, en principio porque pensaba que era un signo de debilidad, con el tiempo se dio cuenta de que se trataba más de un símbolo de vulnerabilidad, y no quería mostrar ante nadie ninguna flaqueza, no era conveniente y menos cuando eres el puto jefe de todos los capos de la mafia y que día a día había centenares de personas conspirando en tu contra, pero ver a su hijo con el rostro bañado en lágrimas y sufriendo lo conmovió, no pudo evitar el nudo en su garganta, el cual trató de disipar, para no terminar llorando como un crío.Para consolarlo, Enzo tomó su hijo y lo abrazó con fuerza, dejando que el pequeño se deshiciera en llanto. El abrazo duró unos minutos y cuando ambos se separaron, Enzo le dijo: —Piero, siempre estaré contigo... aunque no te vea físicamente, mis pensamientos y mis buenos deseos estarán en ti… quiero que sepas que por más que las cosas cambien, o que te vayas
El pequeño Piero se sentía cansado, no había dormido casi durante la noche, aunque lo hubiera intentado, pero las preocupaciones, la ansiedad por el futuro, lo alejaban del descanso, vio a su padre despedirse y sintió el alma destrozada, no pudo dejar de observarlo mientras le decía adiós.—Nos volveremos a ver papá, porque nunca nadie va a sacarte de mi corazón—pronunció en un susurro.De allí los llevaron al helipuerto que tenía la propiedad y un par de horas después habían llegado, lo estaba esperando un hombre alto, con los ojos azules como los suyo y en su interior se preguntó si se trataba de su padre, mientras pensaba que ya llegaría el momento de preguntarle, apenas lo vio el hombre se sonrío tenía una expresión afable.—Piero, bienvenido… mucho gusto Sebastián Junior Ferrari —le dijo extendiéndole la mano.—Mucho gusto Piero Ferrer… hijo de Enzo Ferrer —dijo con determinación y en tono orgulloso, dándole la mano y Sebastián sonrió, porque con esas cuatro palabras el pequeño d