—¡JAJA LA ENCONTRÉ! —alzó la voz uno de los hombres—. ¡Cuánta suerte tengo! —¡Maldita sea, suéltame! —gritó Marina, intentando zafarse con todas sus fuerzas… Pero era inútil, ya estaba muy débil. ¡PUM! El hombre la empujó contra el vehículo, de modo que Marina quedó de espaldas, vulnerable. —¡Esto es por ser tan perra e intentar huir, m@ldita! —dijo el hombre que la sujetaba, levantándole la falda de la bata—. Quizá debería divertirme un rato contigo~ ¿te gusta rudo? Marina luchaba, pateando y moviéndose constantemente entre el miedo y la desesperación —¡Muévete imbécil! ¡No puedes hacer esto! —le gritó otro hombre, quitando a ese, y agarrando a Marina en un rápido movimiento, la golpeó con fuerza en el abdomen, causando que ella se quede sin aire y caiga de rodillas… Y justo en ese momento… William apareció en la entrada, caminando con calma. Su rostro lleno de ira y sus ojos azules normalmente fríos, brillaban con un odio capaz de consumirlo. —Todo esto es tu culpa —ha
✧✧✧ En la oficina del señor Andreotti. ✧✧✧ Desde la amplia ventana al fondo, se podía ver el océano. La brisa marina se colaba por el balcón abierto, haciendo ondear las cortinas color crema. Giovanni, sentado tras un elegante escritorio de madera oscura, tenía una expresión imperturbable. El viento jugueteando con algunos mechones de su semilarga cabellera negra. Sentado con aparente comodidad en un sillón de cuero oscuro, se encontraba, Stéfano Rinaldi, que tenía una postura relajada. En sus manos sostenía una máscara, un objeto que parecía haber sido cuidadosamente elaborado. —¿Por qué tantas vueltas con William? —preguntó Stéfano, rompiendo el silencio de la oficina—. Hace mucho debiste deshacerte de él. Sabes que habría sido rápido y limpio. Giovanni exhaló lentamente, como si la conversación le resultara tediosa, él apoyó los dedos entrelazados sobre el escritorio. Sus ojos grises claros se fijaron en su amigo. —Ese no es el tipo de fin que una escoria como Wil
—¿Ayudarte? —replicó Marina, con un tono sarcástico. Se inclinó hacia adelante, dejando de lado la bandeja con la comida, y apoyó las manos en el colchón para sostenerse—. Claro, te ayudó… a cambio de un contrato matrimonial que te ata a él. ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? Ese hombre no hace nada por bondad, Kathia. Es peligroso, y lo sabes. Kathia apretó los labios y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación. Su mirada avellana estaba llena de frustración. —No entiendes, Marina. Gracias a Giovanni, tú también estás aquí, libre de las garras de William. Si tanto te preocupa mi situación, entonces ven conmigo a Italia. Estaremos seguras allá. Marina negó con la cabeza, dejándose caer hacia atrás sobre la cama. Pof~ Tras un suave sonido, cerró los ojos por un momento, como si aquello le provocara un dolor adicional. —No puedo, Kathia. No voy a meterme más en esto. He tenido suficiente con William por semanas infernales… —hizo una pausa, con su voz cargada d
¡CLANK! ¡Un cartón de huevos golpeó fuertemente su parabrisas! Los ojos de la profesora Kathia Johnson se nublaron al instante ante ella, y un líquido amarillo corrió por la ventanilla de forma repugnante. Salió del coche enfadada destapándose el cinturón de seguridad, acababa de salir del trabajo y había aparcado en las afueras de su mansión cuando se encontró con esta escena. —¡¿Qué le sucede?! ¡¿Qué está haciendo fuera de mi casa?! —¡¡TU MARIDO ES LO QUE ME SUCEDE!! —le gritó una mujer rubia furiosa. Kathia frunció el ceño mientras levantaba la mano para sujetar sus gafas y se quedó mirando a la mujer con los brazos cruzados sobre el pecho. —¡No, mamá, detente! —exclamó una niña de ocho años, jalando de la blusa blanca a su madre, que con un aspecto desaliñado y ojos rojizos como si hubiese estado cansada de tanto llorar, hacía todo un escándalo. Kathia bajó la mirada y vio una mini versión de esa mujer. Sus ojos se desviaron entre las dos, y un pensamiento ridículo se ap
Al salir de la clínica. Kathia se encontró en una cafetería con su mejor amiga, Marina Davis, una profesora de una universidad prestigiosa en la ciudad. —Kathia querida, luces radiante —sonrió la amiga abrazándola. Cuando ambas tomaron asiento, pidiendo unas bebidas frutales. Kathia no pudo contenerse más y soltó la noticia. —¡Amiga, estoy embarazada!, vengo de la clínica y voy a darle esta noche la sorpresa a William. Prepararé una cena para él. —¿Embarazo?, no sé… Después de todo lo que te ocultó, lo has perdonado muy rápido Kathia —dijo Marina un poco incómoda con la noticia de su amiga. —No lo entenderías… No es por William, yo siempre quise una familia feliz, amo los niños, soy profesora de primaria porque es algo que me apasiona —Kathia posó sus manos en su vientre con dulzura—. Es lo mejor que me ha pasado en la vida~ ¡Una mamá! ¡Yo seré mamá! ………. ✧✧✧ Esa noche en la mansión. ✧✧✧ Kathia caminaba de un lado a otro, en el jardín trasero, mismo que había sid
✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ «En accidentes de este tipo, el paciente puede presentar amnesia, afortunadamente para la señora Johnson. Solo son los recuerdos de los últimos días. Puede que los recupere poco a poco, o puedes ayudarla refrescando su memoria.» Las palabras del doctor dichas a William antes de irse del hospital privado junto a Kathia, cruzaban por su mente, provocando un profundo alivio en todo su ser. ¡Aún tenía el control de esa mujer, y de su vida marital! —Iré a mi habitación a descansar, mi amor —le sonrió Kathia a William, que asintió levemente. Una vez la mujer castaña se marchó. Él volvió a ver al mayordomo. —Ella no saldrá de esta mansión, Albert. ¿Entendido? —Sí, señor Johnson. —Bien. Tengo una cita el día de hoy. Simplemente negocios, volveré tarde. ………. Poco minutos después de que William se marchó. En las afueras de la mansión Johnson, se estacionó el automóvil de Marina Davis. —Vengo a ver a mi amiga~ —sonrió la mujer de cabello corto o
Kathia se encontraba sentada en ese salón, cuyo ambiente tenso la llenaba de escalofríos.Su mirada llena de ansiedad, viendo a ese hombre que caminaba hacia ella con un par de copas en sus manos. —Toma —le entregó él, la copa con agua. A la vez que llevaba la de whisky a sus labios y le daba un sorbo—. Tómala toda, he escuchado que las emociones fuertes no son buenas para las mujeres embarazadas. Kathia abrió sus ojos de par en par, levantando la mirada hizo contacto visual con ese hombre.Él la veía con atención y ella intimidada, llevó el agua a sus labios, dando un sorbo. "¿Sabe de mi embarazo?, imagino… William le contó todo. Según lo que dijo, es su trabajo llevarme de regreso…" Seguidamente, el señor Andreotti, se sentó en el sofá individual frente a ella, relajando su postura.Kathia volvió a llevar la copa a la boca, mientras su mano temblaba. —Kathia Carter. Te casarás conmigo. —¡Puuff! —la mujer escupió el agua de su boca impactada, su copa cayó al suelo alfombrado.
—¡NO VOY A ACEPTAR ESTA BURLA! —exclamó Valentina Bianchi, con lágrimas asomando en sus ojos celestes mientras agarraba su bolso del sofá—. ¡Me voy! —gritó, plantándose frente a Giovanni y Kathia—. Te arrepentirás de esto, Gio. Yo no soy un puto juego —amenazó, dirigiendo una mirada fulminante hacia la mujer castaña. El sonido de sus tacones se desvaneció con un fuerte golpe en la puerta del elegante salón. —¡INACEPTABLE! ¡Saca a esa mujer de nuestra casa y corre a disculparte con Valentina! —gritó doña María, furiosa. —¿Disculpa?, madre. Desde hace mucho dejaste de tener poder en mi vida. ¿Cuándo fue? Ah, sí, cuando dijeron: "no nos sirves para nada. Por eso tu hermano lo tendrá todo". Los ojos avellana de Kathia se abrieron desmesuradamente, sintiéndose como un pez fuera del agua, completamente fuera de lugar. La mujer de sensual vestido rojo se puso de puntillas, apoyándose en el alto italiano, susurrando como si fuera un secreto íntimo: —Señor Andreotti… ¿Puedo irme ya? Lo