TYLER«No hables de realidad cuando todo fue una mentira, cuando fuiste una mentira»—Esto no es una maldita mentira— susurré— no lo es.Mis manos temblaban, podía oír sus pasos mientras se alejaba.Sentía como lágrimas bajaban por mi rostro, mi pecho se contraía, como el nudo en mi garganta se interponía pidiendo a gritos que soltara mi dolor.Sin embargo la esperanza seguía ahí, ese beso lo confirmó, ella podía mentir con palabras duras, pero su cuerpo, sus labios, sus ojos no lo hacían, nunca podrían hacerlo. Y no me daría por vencido.Comencé a pensar que nunca lo haría, ella es un jodido imán. Un imán del cuál no puedo alejarme así quiera, no puedo hacerlo, una parte de mí me dice que la dejé de una vez por todas, pero la otra me grita que no lo haga, creo que esa parte es mayor que yo.Me di la vuelta hacía ella viendo como se alejaba rápidamente, entonces me decidí, no volvería a revivir lo mismo, no dejaría que se fuera, no volvería a perderla. No lo haría.Despegue mis pies d
SAMANTHAUn frío intenso se colaba por mis huesos, sentía todo mi cuerpo temblar, pero no era solo por ello, si no por él, quien me veía de reojo antes de abrir la puerta.Me quedaría en este lugar, sin saber que pasaría.Y no lo digo solamente por estar a solas, si no por el echo de que él huía de alguien, de esa persona que había escuchado de la boca de el padre de Matthew.Cazador.No sabía que ocurría en la mafia, pero estaba segura que tenía que ver con todo esto. A Matthew lo conocí en circunstancias difíciles, peculiares, de la nada, en mitad de la noche.No podía evitar pensar que es una mentira después de conocer a su padre.O quizá es un mafioso más, tal vez ¿Un plan de Tyler?Habían tantas dudas sin respuesta, lo único que tenía completamente claro en mi mente, es el presente, y el echo de que ahora estaba atrapada, con él. Ellos habían vuelto, la muerte, todos, y de seguro yo sería el cebo para conseguir lo que quieren con Tyler, algo que no sé qué es.—¿Samantha?— dijo, a
TYLERDesperté, ella estaba a mi lado, boca abajo, con las sábanas hasta la cabeza, tenía los labios entreabiertos y un hilo de saliva recorría la mitad de su mejilla. Reí al instante al verla así.Anoche, luego de besarnos me recosté a su lado y nos miramos un largo rato, sin decir nada, no debíamos. Sabíamos que esto había vuelto a comenzar y solo podía sentir una felicidad intensa recorriendo mi cuerpo. Luego de unos minutos nos dormimos, sin darnos cuenta.Besé su frente y me senté en la cama.¿Yo me merecía tanto? Ella era más de lo que podía pedirle al mundo, y estaba a mi lado, nuevamente, con una promesa que no romperíamos. Sabía que no lo haríamos.Quiero tanto estar siempre a su lado, verla de esta forma, sonriendo, enojada, triste y que vuelva a estar feliz, verla, solo eso.Luego de unos minutos contemplándola sentí hambre, recordé que aquel hombre dijo que traería comida ayer, de seguro vino, pero estábamos muy ocupados.Reí poniéndome de pie.Fui hasta el baño y tomé una
SAMANTHA«Una semana después»El vino en mi copa esperaba a ser tomado mientras veía como las olas chocaban contra otras, el mar se encontraba agresivo, grotesco, parecía enojado, triste, justo así me sentía yo. Una combinación de azules y tonos morados decoraban el amanecer, junto a una luna lejana que aún se negaba a irse.El viento fresco se colaba por las aberturas mínimas de la ventana que me impedía poder sentir la brisa correctamente. Los olores eran los mismos desde hace días, mar, arena, café que aguardaba en la cocina cada mañana y un ligero olor a césped, muy lejano, casi imposible de sentir.Así le daba la bienvenida a mi día siete en estas cuatro paredes.Estaba en Toronto, pude verlo en algunos letreros, los cuales decían nuestro paradero mientras viajaba con aquellos hombres en el auto. El viaje de horas finalizó al entrar a esta casa, donde creí que lo encontraría, muy amplia, equipada, pero estaba sola, sin él. Ellos cerraron con llave y no permitieron que saliese, ni
SAMANTHAMe recosté en el sofá mientras veía el cielo despejado, cálido, ya había amanecido por completo, los rayos de sol recaían en mis pies calentándolos.Cerré los ojos un momento tratando de no pensar en nada. Pero se me hizo imposible, un recuerdo de mi padre recorrió mis pensamientos.—Ven aquí, Samantha— me llamó desde su escritorio.Lo pensé dos veces, su tono de voz no era bueno. Sin embargo, me puse de pie dejando en pausa la película que veía.Caminé hasta su despacho.—¿Si?— respondí.Tenía la ceja levantada mientras veía algo en su laptop.—Toma asiento.Tragué saliva haciéndole caso.—¿Qué ocurre?— pregunté finalmente, algo incomoda.—¿Tienes novio?— me miró fijamente.Negué rápidamente.—¿Qué es esto, entonces?— volteó su laptop enseñándome un correo el cuál decía que su hija besaba muy bien.Miré mis manos pensando, ¿Quién había dicho tal cosa?—Yo no he besado a nadie— dije sin mirarlo.—Me lo ha enviado un chico, investigué y se trata de un pandillero, siempre está
SAMANTHALa casa estallóCaí al suelo apretando los ojos, el golpe en mi cabeza no fue lo suficiente fuerte como para desmayarme, pero él pitido en mis oídos resonaba causándome un dolor agudo, fueron segundos en los que sentí mi corazón palpitar a tan velocidad que uno de mis pensamientos vacíos creó una posibilidad de un paro cardíaco. Estaba viva, pero no pude moverme.Cada segundo se sentía más lento al anterior, como si el mundo entero estuviese en pausa. Llegó un momento en el que no pude oír nada, todo dejó de ser, todo se detuvo logrando que me retorciera al volver a la realidad.Solté un sollozo al sentir un dolor intenso recorrer mi espalda hasta mis hombros. Las manos de aquellos hombres me tomaron de los antebrazos logrando ponerme de pie y abrí los ojos reviviendo en la realidad.Una realidad que nunca olvidaría.Delante de mi habían pedazos de madera esparcidos, concreto en partes, fuego, mucho fuego y humo en cantidades que impregnaba mis fosas nasales.Sentí como mi pe
"La mayoría cree lo que oye, no siempre lo que ve. Si esta frase no es cierta, entonces dime, ¿Porqué crees en Dios?"SAMANTHAMi corazón palpita fuertemente, quiero saber más, sentir más, pero me es imposible. Solo puedo sentir los latidos contra mi pecho, alocados y sin freno.Son momentos en los que mi mente está en blanco, no hay nada, y eso está bien, ojalá tuviésemos esa opción en nuestra mente, poder detener todos los pensamientos cuando deseemos.Ya que son ellos los que nos matan, a veces literalmente.Cuando vuelven ya no hay escape, no puedes deshacerte de tus tormentos, mientras mas quieras correr al sentido contrario, te esperan en el camino, resguardando, como piedras obstaculizando tu tranquilidad. Haciendo sin esfuerzo que recuerdes todas, y cada una de tus acciones, mayormente errores. Y es donde te cuestionas si realmente eres una buena persona, si eres bueno.Siento que no soy una buena persona, no lo hice feliz. No pude hacerlo.Un fuerte dolor agudo de cabeza hace
aún en la puerta.Quise llamarlo por su nombre pero no lo sabía. Al parecer él se dio cuenta de ello.—Liam— finalizó.—Hola, Liam— me puse de pie y caminé hasta él.—¿Estás lista?— preguntó.Asentí.Él abrió un poco más la puerta invitándome a salir.Salí de la casa acomodando mi short. Miré a mí al rededor notando cinco autos diferentes al blanco que supuse que era suyo. Tenía miedo, ahora no sabría a dónde iríamos, ni qué plan tenía Liam, pero fuese lo que fuese cobraría esto, por él. De igual forma me sentí un poco más aliviada al ver que no estábamos solos.Claramente ese era su auto, el abrió la puerta del mismo y subí.Solté una bocanada de aire antes de que él entrara.Pensé que encendería el coche de inmediato, pero se quedó inmóvil, seguidamente me miró.—Escucha... — Rascó su nuca —Lo que sea que pase hoy, será por él. Ellos no tuvieron sentimientos al matarlo, nosotros tampoco. No tendremos compasión.Tragué saliva.—Siento que seré nuevamente el cebo— murmuré sincera —No