Gavin se había rendido a lo que sentía cuando tenía a Marina en sus brazos, pero Marina tenía muy presente su rechazo de la noche anterior así que retiró la cara y se consiguió con las fauces llenas de baba de un perro enorme que como a un metro de distancia les gruñía. Marina apretó a Gavin. —Por favor no grites —suplicó Gavin tratando de salir bien salvados de esa peligrosa situación. Un silbido advirtió la presencia de un hombre que se acercó con recelo. —Válgame Dios —murmuró el hombre—. Nick aléjate. — ¿Nick? —Preguntó Marina. —Una manera de referirse al diablo —contestó Gavin. El escoces se echó a reír. —Eso habla del carácter de mi perro, atrás Nick, deja a los jóvenes amantes —el perro movió el rabo y fue con su dueño saltando como cachorro juguetón—. Perro sinvergüenza, debes aparentar que eres muy bravo, ya te delataste. —Gracias buen hombre —murmuró Gavin. — ¿No sabe que hay mejores lugares para retozar con una mujer? —Estamos de paso buen
Marisol se echó a reír. —No me sorprende que no creas en algo como el destino, después de todo no podemos controlarlo y se nota que eres un hombre autoritario —Marisol abrazó a su esposo sin dejar de observar a Gavin. — ¿Qué hay de eso de que labramos nuestro propio destino? —Inquirió Gavin condescendiente. —Somos dueños de la decisión que tomamos, no del destino que se nos presenta. —Muy conveniente —observó Gavin escéptico pelando un conejo con habilidad. —Es como el amor verdadero, este no se consigue sin que exista algún reto que superar; cuando Finn me conoció en el mercadito donde vendía plantas medicinales estaba furioso. —Su hermano me había embaucado —completó Finn riendo y Marisol afirmó. —Yo estaba acostumbrada y muchas veces me tocó pagar por las fechorías de mi hermano, otras veces escapé… —Pero de mí no pudo escapar —interrumpió Finn robándole un beso a su esposa. —Nuestro destino estaba escrito —declaró Marisol mirando a su marido con amor y
Marina y Gavin estaban acurrucados dentro de la pequeña carpa, envueltos en el tartán Cameron. —Jamás imaginé este escenario posible. —Me dirás que el jefe MacLeod jamás durmió a la intemperie con una mujer. —Sin duda, pero en mi tartán, dentro de mi territorio. Marina se echó a reír. —Debería sentir miedo, pero tendré que darte razón, el infortunio nos persigue. —Tú deberás decidir si es infortunio, solo responde para ti —Gavin hizo mofa a Marisol haciendo reír a Marina. —Eres un pesado, un brusco que no tiene nada de tacto. —Debería ser una noche romántica. —En cambio hablamos de otras mujeres. —No hablo de mujeres, eres demasiado celosa Marina. —Y tú demasiado patán, eres el culpable, seguro estás pensando en Camila y en todas las veces que han dormido en el bosque en tu tartán. —Ella tiene tartán no necesita quitarme el mío. Marina le pegó en el hombro. —Mejor cállate, eres un medio para obtener calor. Gavin se reía, para Marina era nue
A la mañana siguiente Marina despertó al escuchar el trinar de los pájaros, estaba muy calentita donde su cuerpo se pegaba al de Gavin, pero al moverse el resto de la superficie estaba fría como un témpano. Ella hizo una exclamación que despertó a Gavin que reaccionó abrazándola con más fuerza apretando sus glúteos contra él. Ahora estaba despierto por completo, y todo su cuerpo lo demostraba. Marina sonrió. —Buenos días. Gavin le dio un beso en la punta de la nariz sin abrir los ojos. —Ya amaneció, debemos irnos. —Dentro de un momento. —Gavin, el niño. Gavin suspiró y la soltó. —Está bien vámonos. Pero pronto para ellos fue imposible despedirse, Marisol se había quedado dentro de la caravana, tenía mucho dolor aunque juraba que aún no era momento de dar a luz. Finn estaba hecho un mar de nervios por su querida esposa. —Quizás aún le falte, pueden ser contracciones de práctica o algo así —inquirió Gavin. Marina entró a la caravana y Marisol s
— ¿Marina qué pasó? ¿Marisol está bien? Marina limpió sus lágrimas, se sorprendió al ver a Gavin, su corazón dio un vuelco, por alguna razón lo sentía más lejos, ahora lo comprendía y lo lamentaba tanto. No sabía cómo controlar su llanto, eran muchas las emociones que había vivido y la nostalgia de ver el amor que se profesaban Marisol y Finn muy lejano e imposible para ella y Gavin. — ¿Marina, te sientes mal? —Insistió Gavin. —Estoy bien, no sé por qué estoy llorando —mintió Marina—, Graham vino y llevaron a Marisol en camilla, me dejaron encargada de la caravana y el perro. Gavin se acercó a ella y levantó su rostro y le dio un beso en los labios. —Es normal que te sientas abrumada, yo aún siento que las piernas me tiemblan, nunca había atendido un parto. —Lo hiciste bien, menos mal que estabas aquí, si no quién sabe qué hubiera pasado. Gavin hizo una mueca y negó con la cabeza. —Si las carreteras no se hubieran dañado ellos ya estarían en casa de la fami
Marina cerró los ojos y frotó sus muñecas, en su mente la sensación del roce de las ataduras era un nítido recuerdo, pero el resto estaba oculto en una bruma espesa. Marina abrió los ojos y observó a Gavin, lucía muy serio y determinado. — ¿Hemos tenido sexo con ataduras? Gavin afirmó con la cabeza. Marina vio a lo lejos a su hijo jugando muy feliz con el perro y es tan evidente que es hijo de Gavin, no solo sus ojos azules se asemejan a los de su padre, tienen la misma sonrisa, esa que a Gavin no le había visto hasta que estuvieron completamente solos y en dificultades. —Supongo que es algo que te gusta —murmuró tratando de racionalizarlo aunque no tiene ni idea si a ella también le gusta. —No me disgusta —contestó él con la misma determinación. Marina alzó las cejas y está muy roja y no por el esfuerzo de la caminata. Gavin la tomó de la mano y siguieron caminando. Gavin continuó: —No sabes cómo sentirte al respecto, pero si hablé de eso no fue para ped
Eran una familia. Marina contempló que su familia era hermosa y Gavin… Solo ver a Gavin, escuchar su voz, sentir sus manos tocarla, mirar sus ojos azules, pícaros le provocaba electricidad chispeante por todas sus terminaciones nerviosas, que le prometiera un futuro la hacía feliz. Estaba enamorada, pero en ella gobernaba un sexto sentido que la hacía desconfiada, que exigía garantías. —Desde cero implicaría que no nos conocemos en lo absoluto, me gusta, dado mi problema de memoria que me conquistes de nuevo se oye muy interesante. — ¿Qué te conquiste? ¿Y es qué aun no lo he hecho? —Inquirió Gavin mordiendo el lóbulo de su oreja provocando que toda su piel se erice. Marina negó con la cabeza sonriendo. — ¡Mhhm! ¿Sabes qué es interesante? —Murmuró Gavin en su oído—. Descubrir tu cuerpo Marina, lo que más te gusta y lo que en verdad te vuelva loca. — ¿Es que no lo sabes? —Desde cero —advirtió él con la nariz metida en su cuello y Marina se echó a reír. G
Gavin recibió en su despacho a Alistair Cameron y a Liam MacTavish. —Es preciso que lleguemos a un convenio, las carreteras están derrumbadas, proscritos vagan por nuestras tierras, estamos incomunicados, no podemos seguir así. Liam intervino. —Estoy de acuerdo y lamentablemente es a mi clan quien más ha sufrido con los renegados, ya que no tengo suficiente vigilancia por mis tierras, pierdo ganado y mi gente vive en zozobra. —Los trabajos para la reparación de la carretera principal comenzarán mañana mismo, no basta con quitar las piedras, la vía es un verdadero peligro —Precisó Gavin. —Convenio dices —murmuró Alistair—. Gavin MacLeod al rescate —rio con ironía. Gavin dejó salir el aliento. —No tienes que volver todo un maldito debate, Alistair. —Liam está casi en bancarrota, y ahora quieres que nos endeudemos contigo para acabar con nuestros clanes. — ¿Estás loco Alistair? —Inquirió Gavin con impaciencia. —Yo pagaré una parte de lo que me corresponde a