—No puedo soportarlo —susurró Marina—. No puedo verlo sufrir así. Gavin asintió y con voz ronca contestó. —Ninguno de nosotros puede. Pero tenemos que ser fuertes por él. El niño se retorcía, su respiración era entrecortada. Marina acarició su frente sudorosa, murmurando palabras de consuelo. —Estamos aquí, mi amor. Está Gavin que te llevará a montar al poni, tienes que superar esto sí, por favor… —Llamaré a Graham —dijo Gavin olvidando el botón de pánico y dando gritos desde la puerta. Volteó y vio en Cris la imagen de la muerte, él la conocía muy bien, no pudo resistir su peso, cayó de rodillas al suelo y Marina abrazó a su hijo. Gavin lloró como hace años lo hizo por Anderson. No sabía si ahora lloraba aun por él, pero se sentía transportado a esa horrible pesadilla de nuevo, entonces escuchó a Marina. —Mi pequeño, está bien, mamá está bien, puedes ir con los ángeles, te prometo que estaré bien —llorando porque obviamente no está bien lo abrazó y le cantó
Gavin miró al cielo y dejó salir el aire que retenía, no quería que le preguntaran, no podía dar explicaciones. —Ya dije lo que tenía que decir, es mi hijo, punto final, se acabó —dijo Gavin tratando de zanjar el tema e irse de allí. Camila fue igual de rápida y se atravesó en su camino colocando una mano en su abdomen y pegándose a él —Soy yo, a mí no me engañas, puedes decírmelo —musitó mirándolo a los ojos. Gavin la miró. — ¡Es mi hijo, Camila! Es todo lo que necesitas saber. Camila negó con la cabeza de manera obstinada. —Tú eres un hombre muy cuidadoso, no quieres tener más hijos, además los tiempos no cuadran, para cuando ese niño fue concebido tú no querías saber nada de ninguna mujer… — ¡Ya basta Camila! —Ordenó Gavin con toda la autoridad de jefe de clan. —Pero… — ¿Acaso debo darte explicaciones más precisas? —Me las debes, porque has sido enfático en que no podías aceptar una relación y lo acepté con la esperanza en que recapacitaras y me co
Marina fue a descansar casi a mediodía por insistencia de Graham quien le aseguró que Cris había superado la crisis. Marina despertó sobresaltada y angustiada constató que era de noche, preocupada salió de su habitación y encontró a Ana que iba a tocar la puerta. — ¿Cris?... —Él está bien, Graham lo cuida y llegaron enfermeras también, Cris está de lo más atendido, pero tú no, necesito ver la herida. Marina después de un baño y atención de Ana en las pequeñas incisiones que hicieron cuando le hicieron la laparoscopia de emergencia estuvo lista para ir con Cris. Estaba ansiosa por verlo y la sonrisa de su pequeño le iluminó el corazón. —Mamá, Gavin dijo que me traería una tablet para jugar mientras estoy en cama. Marina sonrió y lo abrazó. — ¿Te sientes bien? —Sí —contestó su pequeño con toda su dulzura infantil—. Me gusta Escocia, solo quisiera que estuvieran mis abuelos. Marina mordió sus labios. — ¿No te hace falta nadie más? Cris negó con la
— ¿Quieres café? —Preguntó Gavin y Marina imaginó que era por aparentar una relación sentimental, así que afirmó y lo siguió. Sin embargo, Gavin no estaba pensando en las condiciones del contrato, solo quería seguir conversando con ella, le agradaba tener con quien compartir un café. La verdad era que no se había dado cuenta lo solo que estaba hasta que se quedó sin Fergus y su padre que últimamente le gustaba quedarse con él en Escocia. Gavin le hizo señas a una señora del servicio que los siguió a la oficina. —Tráiganos café, el de la señora Marina sin whisky y con azúcar. — ¿Como el de la señorita Ana? —Preguntó la doña. —Exacto, como el de la señorita Ana. — ¿Podría ser un té? —Inquirió Marina en voz baja. Gavin se echó a reír. —No te gusta nuestro café para nada —Gavin miró a la señora y le hizo la orden y la señora se retiró. —En realidad me gusta como lo beben aquí. Gavin alzó las cejas sonriendo y Marina enrojeció como una cereza. —Como a A
—No me siento cómodo hablando de eso —respondió Gavin y Marina se sintió apenada. —Lo siento, no era mi intención, pero como hablamos… Mejor dejémoslo así, regresaré con Cris. —Espera —Gavin hizo una pausa—. Tienes razón y parece que incluso te debo una explicación por lo que te hice, pero es que me siento mal hablando de ella. La verdad es que ella no era una mujer normal. — ¿Algo mental? Gavin afirmó con la cabeza sin mirarla. —Me ha costado admitirlo, pero siendo objetivo su comportamiento era errático, a veces muy efusivos y otros depresivos… —Lo siento. —En algo más nos parecemos y es que yo estaba decidido a esperar por la mujer correcta. — ¿No tuviste novias en secundaria? Gavin hizo una mueca. —Camila… —Oh… Claro, entiendo. —También me casé con muchas expectativas y sí fui feliz, hasta que mi esposa salió embarazada, después de eso su mente... — ¿Cómo se llamaba tu hijo? —Anderson, tenía 6 años cuando… —Lo siento —dijo Marina si
— ¿De qué demonios están hablando? —Inquirió Gavin mirándolos a todos. Estaba furioso, no quería que bajo ningún concepto se enteraran que Marina se ligaba a los Duncan. —Fuiste a Brasil determinado a descubrir qué pasaba en el banco de tu padre, pero regresaste con Fergus muerto y una muchacha herida con su hijo enfermo —acotó el anciano—. Ahora explícanos Gavin: ¿Por qué en Brasil la acusaste de un crimen y ahora es tu prometida? —Obviamente Gavin es el protector de Marina —objetó Graham y miró a Gavin—. Lo que puedo entender de todo esto es que ella fue víctima y tú y mi padre la rescataron. Gavin continuaba en silencio mientras el resto de los representantes del clan debatían. “Pero lo importante es que Gavin no puede casarse con la mujer”… “Es la mujer de su sobrino” “El niño es su sobrino también” — ¡YA BASTA! —Vociferó Gavin dando un golpe en el escritorio con la palma abierta y todos hicieron silencio mirándolo impresionados—. Me casaré con Marina An
Dos semanas después. Marina caminó rumbo al estudio del jefe del clan, los estandartes y las flores adornaban la sala principal del castillo, todo el personal preparaba que todo al día siguiente estuviera listo. Sería la boda del jefe del clan y Marina no lucía como una novia común. —Deberías sonreír —le reclamó Gavin al verla entrar a su oficina. — ¿Qué es lo que quieres? —Preguntó Marina cruzando los brazos. Gavin se echó a reír negando con la cabeza. —Eres una niña malcriada. Marina detestaba que le dijeran niña, y más él que lo decía como burla. —Para ti soy una niña. Gavin se carcajeó de risa. —En realidad, tengo 42 años —Gavin se acercó a ella con un cofre de joyería en las manos—. Tenlo, es tu anillo de compromiso —Gavin lo entregó en sus manos sin abrirlo y Marina tampoco lo abrió. —Gavin por favor, detén esto. Gavin se sentó en su escritorio. —No puedo… — ¿Por qué tienes que ser tan obtuso? — ¿Obtuso dices? —Espetó Gavin—. Eres un
Marina como señora del clan MacLeod debía sentarse junto a Gavin en una mesa llena de comida y lujo e ir recibiendo las felicitaciones de todos los miembros de los clanes vecinos que iban llegando a presentar sus respetos y conocerla. Marina cada vez más nerviosa ante la expectativa de compartir íntimamente con Gavin no podía dejar de recordar la nefasta noche que fue subastada. —Luces muy pálida, ¿te sientes bien? —Le preguntó Gavin. —Quisiera ir por un poco de aire —musitó Marina. Gavin se levantó y la escoltó al mirador. Marina tomó una bocanada de aire. —Quizás el corpiño te aprieta —Inquirió Gavin. Marina negó con la cabeza. —No es nada… — ¡Gavin, en hora buena! — ¡Stephen! —Gavin exclamó al ver a un amigo y aliado comercial—. ¿Estarás bien aquí? —Preguntó a Marina. —Sí… Ve, no hay problema —exclamó Marina con apremio resistiendo las ganas de sacarlo de su vista a empujones. Quedó sola en el mirador y miró a los lados, tenía horribles náuseas y